SONGO LA MAYA, Cuba. – Para la joven santiaguera Annelis, no hay día que su bodega no desprenda mal olor. “Siempre está sucia, aunque hayan limpiado. El problema está en el atraso, en la precaria apariencia de los estantes, de las mesetas. Todo huele a pobreza; tan solo de acudir me siento miserable”, dijo a CubaNet.
Esta joven universitaria ocasionalmente va a la bodega que le corresponde a buscar la canasta básica, pero lo hace bajo protesta y solo cuando su madre no puede ir. “Yo voy porque no me queda de otra, pues como está la situación de la comida en el país, no se puede prescindir de los mandados”, confesó.
En la actualidad, la mayoría de los cubanos comparte la misma opinión sobre el estado de las bodegas. Aunque la imagen de los mercados que venden en moneda libremente convertible (MLC) ha ido deteriorándose paulatinamente, las bodegas ostentan una insalubridad mucho mayor.
Así, con las paredes sin pintar, las mesetas sin enchapes, sin refrigeración para los productos que la necesitan, entre la pestilencia y el calor insoportable, estos sitios reciben a las familias cubanas cada día.
“Cuando uno entra a la bodega, a la carnicería o a la panadería estatales, le da la sensación de que la vida no avanza. Sientes que el tiempo solo ha servido para empeorar, para retroceder. A mí me da mucha tristeza, la verdad”, aseguró Pedro Díaz, residente en el municipio santiaguero de Songo La Maya.
Según la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velásquez, en 2020 comenzó en todo el país un “programa de perfeccionamiento del comercio minorista” que incluye el mantenimiento y transformación de los servicios en las bodegas. Sin embargo, hasta diciembre de 2022, se habían reparado solo 3.796 establecimientos, el 31 por ciento del total de la red.
Milagros Cuza tiene 62 años y lamenta el pésimo estado de las bodegas, al tiempo que rememora los “tiempos de gloria” de estos lugares, antes del triunfo revolucionario de 1959. En ese entonces, recuerda, “ir a la tienda era una fiesta”.
“Uno iba con la seguridad de que encontraría casi de todo, desde bacalao, jamón y chorizos hasta rones y vinos de gran nivel. Aparte, acostumbrábamos a sentarnos a comer algo, a conversar. Hasta que llegó el comunismo. Han pasado 64 años y todo retrocedió; ya ni siquiera se molestan en pintar las fachadas”, dijo la mujer.
En 1968, Fidel Castro implementó la llamada “Ofensiva Revolucionaria” con el objetivo de expropiar de sus negocios a cientos de pequeños empresarios, bajo la consigna de lucha contra el capitalismo y la creación de un “hombre nuevo”. En total, según datos oficiales públicos, fueron confiscados 56.636 comercios, entre ellos, 11.878 bodegas.
La ofensiva castrista devino en un enorme deterioro económico y en la disminución de alimentos y servicios. No obstante, con el paso del tiempo, la escasez de comida se ha agravado y la infraestructura de los establecimientos comerciales, como las bodegas, se ha vuelto decadente.
“No se concibe que un almacén donde se guardan alimentos se moje por todos lados. No ha habido presupuesto para arreglar el techo, como tampoco lo ha habido para comprar pesas, reparar el baño, ni siquiera para repellar y pintar las paredes”, contó a CubaNet un bodeguero songomayense que pidió proteger su identidad por temor a perder su trabajo.
“Es que no tenemos ni refrigerador, se rompió hace como cinco años, por ende, cada vez que hay cárnico o yogur tenemos que recurrir a vecinos para guardarlos; de lo contrario, hay que dar malas cuentas a la población”, recalcó el trabajador.
Desde inicios de año, los retrasos en la distribución de la canasta básica han aumentado en todo el país. El pollo, el picadillo o el yogur de soya son de los renglones más inestables, si tomamos en cuenta las denuncias de consumidores en redes sociales.
En este contexto, resulta indispensable que la cuota que finalmente llega a la bodega se mantenga en buen estado. Sin embargo, la venta de yogur “echado a perder o aguado”, por ejemplo, ha sido motivo de quejas en varios territorios de la Isla.
“Aquí en Santiago nos lo están dando podrido [el yogur]; ya incluso los mismos dependientes nos alertan que solo sirve para los puercos. Pero mientras, ¿qué le doy a mis hijos, si un pomo de leche cuesta 500 pesos en la calle? Es demasiada la desidia con el cubano de a pie, es mejor morirse que vivir así”, lamentó Ibernalis Poulot, de La Maya.