LA HABANA, Cuba – Como el mes pasado tuvimos en Cuba una visita papal, eso me hizo recordar unas de las primeras medidas descocadas y absurdas de Fidel Castro: la expropiación en 1961 de todos los centros de educación privados cubanos, entre ellos los colegios católicos
A las expropiaciones les colgaron la etiqueta de nacionalización, muy en boga por entonces, aunque ninguno de estos centros era extranjero, ni se levantó producto de malversaciones del régimen de Batista.
Todos los centros educacionales privados, católicos o laicos, fueron puestos bajo el control del Estado, con el objetivo de “crear al hombre nuevo”, que por supuesto, debía ser ateo.
Creo oportuno referirme a esto, tanto para los jóvenes que no conocen al respecto como para que sirva de recordatorio a viejos desmemoriados o que no quieren acordarse.
Antes de 1959, Cuba era un país formalmente católico. A pesar de respetarse la libertad de cultos, es innegable el arraigo que esta religión tenía en el pueblo cubano en general.
Para atender la educación de los hijos de la grey católica de variados estamentos sociales, en Cuba se crearon alrededor de 80 escuelas católicas, donde se impartían clases desde la primaria hasta el preuniversitario.
En la capital había más de 20. En Santiago de Cuba el principal era el Colegio Jesuita de Dolores.
Solo relacionaré algunas de las principales escuelas católicas de La Habana: la Universidad Católica Santo Tomás de Villanueva, la escuela jesuita de Belén (donde estudiara Fidel Castro), los colegios de los Hermanos Escolapios, el de los Hermanos Maristas, La Salle, el del Sagrado Corazón de Jesús, la escuela para niñas y jóvenes de la Hermanas Ursulinas y la Academia Militar San Ignacio de Loyola.
Como quiera que la construcción de estos centros fue en distintos momentos de la historia republicana, no es fácil determinar el monto de la expropiación.
Téngase en cuenta que en todas estas edificaciones trabajaron las compañías constructoras mejores y más caras que había por entonces en Cuba.
De acuerdo a los precios constructivos y consultados viejos maestros de obra, su costo se puede estimar en no menos de 45 millones de dólares de entonces, cuyo valor con relación al actual es de ocho a uno.
Si se le suma el mobiliario, los equipos propios para la docencia y los insumos que tenían estas escuelas en el momento de su confiscación, la cifra total debe elevarse considerablemente. Pudiera estimarse en cerca de 70 millones de dólares de la época. Esto, solo en los centros de la capital relacionados anteriormente.
En este trabajo no se relacionan los innumerables conventos confiscados a diversas órdenes de religiosos y religiosas, así como la escuela de oficios costeada por patronato popular que era conocida como la Ciudad de los Niños.
Situada en las alturas de Bejucal, al sur de La Habana, al año de su expropiación, durante la crisis de los misiles en 1962, la Ciudad de los Niños fue convertida en una base militar soviética. Luego albergó por décadas una brigada de la defensa antiaérea.
Al parecer, las pérdidas económicas por estas expropiaciones, la Iglesia católica las ha ignorado ya que nunca, ni siquiera en alguna de las tres visitas papales, se mencionaron. Si lo han hecho, ha sido bajo un secreto absoluto.
Esto parece ser un asunto olvidado por el Vaticano. ¿O quizás la Curia le condonó esta deuda a Fidel Castro? De ser así, esto pudiera tomarse como un verdadero gesto de buena fe.