MIAMI, Estados Unidos. – Dianelys Alfonso Cartaya ya no es del todo Nely, aquella jovencita que a inicios de los 2000 era una de las cantantes principales de NG La Banda, la orquesta dirigida por José Luis Cortés, “El Tosco”. En aquel entonces, Nely tenía el pelo corto y cenizo y se peinaba hacia arriba. Así filmó un mensaje contra las drogas que hasta hoy sigue apareciendo en la Televisión Cubana.
Si a inicios de este siglo le hubiesen dicho que esas serían las únicas imágenes suyas permitidas en la TV cubana, Nely se hubiese reído a carcajadas. Ella entraba y salía del ICRT como si fuese su casa: NG La Banda vivía su mejor momento y no faltaban las invitaciones. A la artista, además, le ofrecían pequeños papeles en dramatizados. Que la sepultaran musicalmente cuando regresó de Francia ―asegura― se lo agradece, en primer lugar, a El Tosco, el hombre del que tuvo que escapar. Después, sus posturas críticas contra la dictadura cubana terminaron de convertirla en una “apestada”.
Nely pasó de ser “La Rusa de NG La Banda”, una de las artistas del momento para la TV, a La Diosa, una cantante prohibida en Cuba, pero mucho más popular que antes.
Nely, La Rusa de NG La Banda
En 2006, Dianelys aprovechó una gira en Milano, Italia, y escapó desde el mismo aeropuerto, no sin antes dejarle un último regalo a José Luis Cortés: en la estera quedó dando vueltas su maleta llena de revistas pornográficas. Sabía que si quería huir esa era su mejor oportunidad porque, llegando al hotel, El Tosco le quitaría a cada músico el pasaporte y, a ella, la mantendría mucho más vigilada que al resto.

Dianelys Alfonso había pasado cuatro años bajo el control de Cortés, desde 2002, cuando lo conoció cogiendo botella, en La Habana. Al inicio ella lo veía como un dios. Un virtuoso de la música cubana se fijaba en ella y le daba una oportunidad en una de las orquestas más populares del momento. Luego, la admiración y el agradecimiento se transformaron en odio, pero sobre todo miedo, mucho miedo, cuenta.
Una década después, Dianelys contó que Cortés la golpeaba. La primera vez, ella pensó que no volvería a pasar y se quedó callada; pero con el tiempo cada vez los golpes eran más fuertes, al punto de que un día casi le rompe una jarra de cristal en la cabeza. El control que ejercía sobre ella era total. Tenía que saber dónde estaba a cada momento y no paraba de llamarla. Tampoco le permitía tener novio y la forzó a rentarse en la misma cuadra donde él vivía.
Nely ha contado que no era un secreto el régimen de terror al que estaba sometida, y que incluso el público que era asiduo a las peñas de la banda fue testigo. En pleno escenario le gritaba “putaaaaaa”, ponía su pie sobre el de ella y lo aplastaba con fuerza, la empujaba.
Dianelys piensa que El Tosco estaba obsesionado y usaba cualquier justificación para agredirla, hasta la religión. Una vez la dejó tirada en un matorral de Italia sola, sin documentos y dinero porque supuestamente Shangó le había dado esa orden. Eso fue frente a todos los músicos de la orquesta. “Las muchachitas le suplicaron llorando que regresara por mí”, recuerda.
Durante las giras, Mónica Mesa, otra de las cantantes de NG La Banda y amiga de Nely, le subía escondida comida porque El Tosco la dejaba encerrada en la habitación y no le permitía bajar a cenar. Para poder salir de Cuba tenía que atravesar una pesadilla. En las giras aumentaba la violencia, aunque en La Habana tampoco faltaban los golpes.
Por eso escapó de él y comenzó una nueva vida en Europa, donde nació su primer hijo, Axel, y continuó cantando, aunque en bares pequeños mayormente, “lugares para borrachos que me deprimían”, acota.
Por muchos años, Dianelys no habló de todo lo que sufrió. La primera vez que lo denunció fue en junio de 2019, cuando el influencer Alex Otaola le preguntó si era cierto ese rumor. Ella comenzó a llorar y dijo que sí.
“Fui una de las pioneras del #MeToo en Cuba. No imaginé nunca que decidirme a hablar fuera a darle tanta fuerza a otras mujeres para confesar que ellas también habían sido violentadas por El Tosco y otros hombres. Es bien complicado hablar cuando eres víctima. Las personas tienden primero a no creerte. Entonces ese golpe aún es más fuerte que los golpes físicos recibidos antes. Sientes que no tienes respaldo, y más viviendo en un país donde no hay leyes que te protejan”.
La Diosa de Cuba
Después de 10 años en Europa, Dianelys regresó a Cuba reinventada como “La Diosa” y abriéndose paso en el género urbano. Así es como conoció al productor musical Rey “El Mago”, su actual pareja y el padre de su hija Reychel.

“Desde que llego me censuran directamente, pero sin decírmelo. Ellos no afirman nunca que estás tachada. Aparentemente son ideas tuyas, pero a la hora de ir a buscar un trabajo por un motivo u otro se caía. Estuve así por siete años. Uno puede tener mala suerte y que se le caigan algunas cosas, pero siete años sin nada no era casualidad”.
La Diosa asegura que el principal responsable de que la vetaran fue El Tosco. En el momento que ella contó que la había agredido, el músico le envió un mensaje de texto a su teléfono: “Atente a las consecuencias”. La amenaza fue clara, pero en la Policía se negaron a aceptar su denuncia. Ya habían recibido la del director de NG contra ella por difamación.
Aun sin espacio en los medios de comunicación tradicionales, La Diosa se convirtió en un fenómeno mediático de las redes sociales, sobre todo por sus abiertas críticas al régimen cubano. Sin salir en la televisión o radio, la intérprete es una de las artistas más populares y controversiales de la Isla.
“Ellos no querían una Diosa que denunciara. Me llamaban a contar y me decían: ‘Diosa, para de hablar y vas a empezar a tener trabajo’. Trataron de negociar conmigo pero ahí están mis directas que muestran que no me callé; y claro, ellos tampoco me dieron trabajo”.
La policía política conocía el impacto de esta mujer y cuánto era seguida por los cubanos. Por eso, cada vez que se convocaba a una manifestación o se conmemoraba alguna fecha que podía resultar “problemática” ubicaban una patrulla frente a su casa.
“Honestamente no me hablaban, ni me molestaban. Los veía y ellos me veían a mí. Esa era mi advertencia; pero yo que no me parezco a nadie, me asomaba, les daba las buenas noches y les sugería que se cuidaran para que no les diera catarro”.
Cuando sí no llegó a tiempo ninguna patrulla para evitar que pisara la calle fue el 11 de julio de 2021, el día en que los cubanos salieron a protestar contra el Gobierno en más de 60 localidades del país.
“Ese fue un día muy triste para mí. Vi muchos golpes y me di cuenta de que estaba delante de personas que eran asesinos. Son abusadores que se valen de su uniforme para maltratar a otros que simplemente estaban diciendo lo que pensaban”, apunta.
“En mi caso tenía los ojos abiertos desde hacía mucho tiempo. Sin embargo, verlo directamente así fue duro y me provocó mucha impotencia”.
“Tengo un corazón inmenso”
Cada transmisión suya, cada publicación, siempre da de qué hablar. Para algunos es vulgar y agresiva, para otros es auténtica, valiente y bondadosa. Puede que todos tengan un poco de razón.
“Soy la mujer que ven: fuerte y frontal. Le digo en la cara lo que pienso a quien sea y sé que a veces es duro lo que digo, pero tengo un corazón inmenso. Cuando tengo que ser buena, soy la más buena del mundo. Cuando tengo que ser amiga, soy la amiga más grande del mundo”.

“En Cuba ayudé a mucha gente sin interés. Tuve una vida dura pero no puedo quejarme de que me faltaba lo material. En ese sentido he sido una mujer con suerte. He tenido siempre ropa, zapatos, una buena casa, un carro… y me gusta compartir. Eso se lo inculco a mis hijos”.
“No hace mucho tomé un saco lleno de peluches de mi hija y salimos a la calle a regalarlos. Intenté entregarlos en una sala de hospital para niños con cáncer, pero no me dejaron. Tampoco me abrieron las puertas de las casas de pequeños sin amparo filial que toqué, excepto una. Eran tantos juguetes que terminé repartiendo en barrios muy pobres. Motivé a mi hija para que ella misma los entregara. Quería que Reychel aprendiera a compartir, a desprenderse de lo material y a ser bondadosa con los niños que no tenían”.
Cuando se trata de sus hijos, La Diosa ha mostrado que está dispuesta a todo por defenderlos. El pasado 3 de noviembre, todavía en La Habana, Axel, de 15 años, fue asaltado muy cerca de su casa. Hoy el agresor está detenido porque ella misma se encargó de descubrirlo. Llevó los datos a la Policía y no se fue de allí hasta que la patrulla salió en busca del ladrón, seis horas después. “No se me olvida que cuando fui a poner la denuncia de que a mi niño lo habían asaltado con un arma, lo primero que me preguntó el oficial fue si yo era la que hablaba mal del Gobierno en internet. Eso es lo único que les importa”.
En cuanto a Reychel, de seis años, La Diosa asegura que no la cría para que se le parezca. “Lo que soy, lo soy por el sufrimiento y los golpes. Soy una mujer violentada, una mujer agredida. La manera en la que me comporto es un mecanismo de defensa para que nadie me ataque de nuevo”, dice.
“No quiero educar a Reychel con esta manera que tengo de protegerme que es agresiva. Quiero que mi hija crezca lo más sana posible”.

Un nuevo comienzo
En enero de este año, Dianelys llegó a Miami junto a sus hijos y su esposo gracias al programa de parole humanitario lanzado por el Gobierno de Joe Biden.
En apenas tres meses, la cantante se sometió a una cirugía estética y grabó el tema Cuba primero. Ahora se alista para su primer concierto en mucho tiempo. “He comenzado con el pie derecho y estoy muy agradecida con todas las personas que me siguen aquí y en Cuba”, asegura.
“Sueño con un país libre, donde tú puedas vivir de tu salario, hacer planes, pagarte unas vacaciones. Un país con valores donde respeten a las personas y sus ideas. Quiero un país próspero, donde no te corten la cabeza si destacas. Esa es la Cuba con la que sueño; y tengo esperanzas de que llegue pronto. No hay mal que dure cien años. Cada vez que ellos aprietan al pueblo, están más cerca de su fin”.