LA HABANA, Cuba. – Hoteles vacíos llenos de comida: ese es el panorama de las instalaciones turísticas de La Habana, una ciudad donde la escasez de alimentos provoca largas colas en las tiendas desabastecidas.
Desde el inicio de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19, los hoteles de la capital iniciaron la venta de alimentos a domicilio para atenuar la crisis generada por el cierre de las fronteras y la cancelación del turismo. Así surgió, semejante a las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), otro mercado con precios inaccesibles para la población.
Algunas instalaciones turísticas emblemáticas como el Hotel Nacional y Capri, iniciaron la venta de alimentos preelaborados como picadillo de res, pollo y carne de cerdo.
Según las autoridades del sector turístico, así se proponían afrontar el impacto de la pandemia. Las ventas debían generar ingresos que permitieran el mantenimiento de las instalaciones y el respaldo salarial de los trabajadores suspendidos con el 60 por ciento de su sueldo.
No obstante, la prolongación de la crisis mantiene la caída del turismo por segundo año consecutivo. El régimen de la Isla busca soluciones para salir de su peor crisis, atrayendo al turismo con la vacuna anti COVID-19 de producción nacional. Pero nada define el tiempo que tomará la recuperación del sector catalogado como la locomotora de la economía cubana.
La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) registra en los dos primeros meses de 2021 la entrada a Cuba de 57 387 viajeros, de ellos 35 611 visitantes internacionales. En la misma fecha del 2020 Cuba registró 973 661 viajeros (792 505 visitantes).
Estas cifras describen la parálisis de las instalaciones hoteleras, vacías por demasiado tiempo. Como estrategia para conseguir clientes extranjeros, el Gobierno seleccionó hoteles como Parque Central, Capri, Meliá Habana, Vedado y Tulipán, para alojar a los viajeros (incluidos los cubanos no residentes en la Isla) que arriben al país y deban cumplir el protocolo de aislamiento de seis días.
En el recorrido realizado por CubaNet alrededor de los principales hoteles habaneros, se constató la venta de alimentos y artículos de primera necesidad. Además, en conversación con los trabajadores se conoció que en las instalaciones vacías se actualizan los contratos de abastecimiento de víveres con empresas productoras e importadoras de alimentos.
La gestión contrasta con la escasez de alimentos en los mercados a lo largo de toda la Isla.
Las empresas Nestlé y Coppelia continúan abasteciendo de helados a hoteles cerrados, que terminan vendiéndolos a precios exorbitantes en tarimas dispuestas alrededor de sus instalaciones. Cinco litros de helado por 400 pesos, el mismo precio establecido en el mercado negro.
Desde mediados del pasado año el helado fabricado por Nestlé desapareció de todas las cafeterías y tiendas que vendían regidas por los precios minoristas del mercado.
Ahora, según las tablillas de venta de los hoteles, la carne de cerdo, cordero y res, el pollo, el café, las bebidas alcohólicas de producción nacional y los embutidos permanecen en la oferta de estas instalaciones.
En el hotel Deauville, cerrado al público, un pollo entero asado y 12 cervezas se venden por 800 pesos. En el hotel Parque Central se vende el pollo entero asado (1,2 kg) con papas fritas por 230 pesos, y tres pollos enteros y dos botellas de refresco gaseado (1,5 litros) por 690 pesos.
En el hotel Riviera una botella de ginebra y cuatro de agua tónica importadas valen 840. Salmón ahumado (1 kg) y una botella de whisky Johnnie Walker Red Level tienen el precio de 2000 pesos.
En los llamados “combos” que se venden en estas instalaciones, se mezclan productos de primera necesidad y las bebidas alcohólicas. Una botella de aceite y cuatro cervezas por 300 pesos, lo que duplica su precio de las tiendas. La misma botella de aceite de soya refinado cuesta en el mercado regular 48,75 pesos, y 30 cada cerveza.
Precio de hotel
Si todos los productos que se venden en los hoteles faltan en las tiendas, ¿por qué no hay aglomeraciones alrededor de estas instalaciones?
Las ventas en los hoteles se caracterizan por colas cortas, debido, claro está, al “precio de hotel”, una calificación usada por los cubanos para describir el inaccesible costo de esos centros.
El aumento del salario mínimo a 2100 pesos es equivalente a 87 dólares, según el cambio oficial, pero la realidad es otra. El dólar estadounidense, que augura dominar la economía cubana, se comercializa en el mercado informal al doble de la tasa cambiaria fijada por el Gobierno. La escala salarial diseñada por el régimen para el llamado Ordenamiento y la unificación monetaria se redujo a la mitad.
De ahí que los llamados “precios de hoteles” se alejen del bolsillo de los cubanos, azotados por la inflación económica, los altos precios y el desabastecimiento.
“La malta sale a 48 pesos, lo mismo que si la compro en dólares, pero en dólares no hay”, se quejó una mujer mientras hacía la pequeña cola en el Hotel Presidente para comprar las 12 maltas Bucanero que se ofertan por persona. El precio minorista de la malta es de 15 pesos.
En las afueras del Hotel Parque Central, uno de los compradores que hacía fila para comprar pollo entero ―cuyo combo incluye dos pomos de refresco de Cola, de producción nacional―, comentó:
“La comida que voy a comprar (690 pesos) representa un tercio de mi salario, pero eso no es lo asombroso; lo inexplicable es que el pollo y el refresco no lo vendan en las tiendas, así como están aquí”.
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