LA HABANA, Cuba. – A Tania Bruguera, esa valiente tocaya mía, no la conozco personalmente. Ella comienza donde yo casi termino. Vamos en dos bandos impuestos por el tiempo, segura yo de que lo más triste del mundo es vivir demasiado y no poder ir al paso de los nuevos que nos siguen.
Tania es una joven artista, valiente como pocas, muy diferente de esos otros talentos serviles, que ya los definió nuestro Apóstol: “No hay espectáculo, en verdad más odioso, que el de los talentos serviles”. Se refería Martí ―no importa el tiempo transcurrido― a los cancerberos del régimen que se acomodan a una tiranía y se asustan cuando escuchan la palabra libertad.
Esos que no son capaces de reconocer que “la tiranía es la misma en sus varias formas, aunque se vista algunas de ellas de nombres hermosos y de hechos grandes”. Siempre acudamos a nuestro José Martí.
Pero el asunto es que hace unos días el periodista Pedro de la Hoz, del periódico Granma ―tenía que ser, de dónde si no―, arremetió contra una mujer a quien le sobra lo que a este escribidor le falta.
Como tanto le falta, se convierte en un soldado en cumplimiento de la prescripción constitucional propia del fascismo. Buen soldado es De la Hoz que utiliza sus armas para atacar a una mujer artista que posee ojos para ver lo malo y voz para denunciarlo.
La acusa, pero nadie le cree ya. Tania, tan inteligente y culta, libre como los pájaros, se sabrá merecedora de su trayectoria como mujer íntegra y cabal. Si se ha hecho notar es porque ocupa el verdadero lugar de los honestos y sinceros, de los activistas que continúan el camino trazado desde años anteriores, cuando ella era una niña y aquellos otros encendíamos la mecha de la libertad.
Esa libertad está a dos pasos, mientras que los que se detengan y cuiden más de los millones que guardan los tiranos, avergonzados por tantos fracasos y tantas injurias, quedarán como cobardes.
Si Tania, como dice el periodista oficial denuncia un clima de ingobernabilidad en la Isla es porque hay ingobernabilidad. Que se arrepienta el amo.
Václav Havel y Jacek Kuroń quedaron como patriotas y aquellos De la Hoz que escribieron en su contra, ya ni se recuerdan.
A Tania, como a mí ―y perdonen la brutal sinceridad―, nos importa mucho más la pena y el desaliento de nuestro pueblo que Estados Unidos, el país más desarrollado y próspero de la historia. Porque aquí, señor periodista oficialista, aquel 27 de noviembre pasado, ante las puertas del Ministerio de Cultura, había cientos, miles de cubanos intelectuales en un reclamo común. También estaban los que han muerto, amigos míos que no han podido ver el final que se avecina, porque por ley natural todo lo que comienza termina.
Siga usted contra la corriente, que a Tania Bruguera la respeta el tiempo. Revolucionaria es ella y no los que bajan la cerviz frente a las bayonetas y los militares de cuello y corbata.
Hoy, los cubanos piensan distinto, claro que sí: dejaron de creer en la Revolución desde hace mucho; han descubierto las mentiras de una tiranía que lucha a brazo partido por prolongar un poco más lo que sabe perdido.
Allá los que se equivocan como los De la Hoz y los Capote, que esperan los “favores” de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, algo por lo que fracasó Obama y fracasará Biden si comete los mismos errores.
Cuba será libre. Siempre supimos que tiranías como la castrista son largas. Nunca nos confundimos porque las mentiras fueron muchas y se repetían demasiado. Nada de susurro imperial.
Pero ahora el único susurro o murmullo que se escucha es el del pueblo cubano en las colas, donde apenas se puede comprar alimento. Y ahí también se eleva una maldición contra el comunismo, un día tras otro, en espera de un punto final.
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