LA HABANA, Cuba. – La 2da. Feria de Desarrollo Local Habana 2023 finalizó este domingo 16 en el recinto ferial de Expocuba. La cita, que además fue una expo-venta, concentró una representación de las diferentes formas de gestión económica no estatal aprobadas por el régimen, las cuales están llamadas a protagonizar el desarrollo local capitalino.
La Feria estuvo dedicada a los “jóvenes y las exportaciones”, según dijo Luis Carlos Góngora Domínguez, director de Comercio Exterior y Relaciones Internacionales del Gobierno de La Habana, al Noticiero del Mediodía del Canal Cubano de Noticias.
De acuerdo con el funcionario, el Gobierno habría trabajado para llevar a Expocuba emprendimientos liderados por jóvenes que “decidieron hacer aquí un proyecto de vida, y que ven en este momento una oportunidad importante de sus vidas para trabajar aquí en Cuba”.
Este sábado, el diario Tribuna de La Habana dio a conocer que al evento ferial asistieron 3.308 expositores, el 35,7 por ciento de ellos jóvenes menores de 35 años. En total, participaron 186 empresas estatales, 99 proyectos de desarrollo local, dos cooperativas no agropecuarias (CNA), tres agropecuarias, 82 trabajadores por cuenta propia y cinco creadores independientes del Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC).
La representación más amplia fue la de las mipymes, con 228, igual cantidad a la que existía en toda la Isla durante la edición de 2022. Este año la cifra ya asciende a casi 8.000; de ellas más de 3000 están asentadas en la capital.
Las mipymes son actores económicos orientados a la producción de bienes y a la prestación de servicios. Sin embargo, en vez de importar materias primas e insumos que impulsen las producciones dentro de la Isla, su gestión se enfoca en la compra de bienes finales que luego venden a la población a precios elevados.
Desde el relanzamiento del trabajo por cuenta propia (TCP), en 2010, el sector privado exige la creación de tiendas mayoristas con las materias primas, insumos y productos que necesitan los negocios para funcionar y ofrecer mejores precios a la población.
Pero ante la inercia del Estado, hace un año las mipymes se convirtieron en los principales proveedores de los particulares y, aunque inicialmente contribuyeron a rebajar los precios estatales, los valores que establecieron han ido elevándose debido a la inflación imperante.
A Expocuba acudió una minoría con muestras de servicios profesionales, especializados en áreas de la construcción y la agricultura, fundamentalmente. El resto copó los stands expositivos y quioscos de venta con los mismos productos que pululan en las cafeterías y paladares de la ciudad, sin diferenciar en precios a pesar de tratarse de figuras mayoristas.
Arturo Méndez Arroyo, encargado de una de las decenas de carpas montadas en el recinto, precisó que los precios que utilizan están condicionados por el valor del dólar en el mercado informal, toda vez que el Gobierno no expende las cantidades que necesitan de la divisa para realizar las importaciones.
Aun así, los precios en la feria fueron superiores a los que tienen establecidos en sus almacenes, reconoció. “Esta es una buena oportunidad de venta y estamos autorizados, no veo nada malo porque, en definitiva, son los mismos precios que todos están adaptados a pagar”, alegó.
El público asistente no tuvo la misma opinión. Varios entrevistados por CubaNet explicaron que no solo fueron a pasar el rato, sino a comprar víveres y otros productos de primera necesidad a precios más asequibles, aprovechando que se trataba de una feria.
“Cosas de comer, sobre todo, es lo que uno viene a buscar. Eso es lo principal para el cubano, aunque aquí todo vale lo mismo que en la calle”, lamentó Amelia Suárez Tondique, una de las asistentes a la Feria.
Refrescos, maltas, jugos y cervezas, todos por encima de los 150 pesos, tenían algunos de los precios menos agresivos. “Un pomo de aceite [800 mililitros] en 800 pesos. Es dando con el cinto por todos lados”, espetó Suárez.
Por su parte, los cárnicos y los alimentos elaborados exigieron el mismo sacrificio económico a quienes llegaron al recinto con la esperanza de resolver algún tipo de plato fuerte que llevar a la casa.
A la salida del Pabellón Central, en la carpa de una de las mipymes, los paquetes de pollo de cinco y diez libras costaban 1.400 y 2.800 pesos, respectivamente, lo que equivaldría a 280 pesos por cada libra, el mismo precio de salida que tuvo la libra de picadillo de pollo.
En otros puntos de venta, el valor de ambos alimentos fue incluso superior, llegando a los 3.000 pesos la libra de pollo y 300 la de picadillo. En el caso de embutidos como jamonadas, chorizos y salchichones, la libra osciló entre 550 y 700 pesos, mientras los jamones se comenzaron a vender a partir de los 750 pesos por libra.
“Hay cosas de calidad, pero muy caras también. Poca gente puede hacerle frente a este tipo de precios”, refirió decepcionado José Manuel Vega Llero, un especialista en Contabilidad que visitó la Feria con su familia. “El salario promedio en este país no debe pasar de 3.500 pesos, así que un trabajador corriente no puede comprarle estos alimentos a su familia”.
Como tantas otras personas, Vega tuvo que recurrir a las carpas de las cooperativas no agropecuarias, donde los paquetes de croqueta “de cerdo” se vendieron a 150 pesos, los de hamburguesas “de res” de seis unidades a 250 y los quesos de diferentes tipos a no menos de 500 pesos la libra.
“¿Y supuestamente esta es la gente que va a desarrollar La Habana? Nada va a cambiar; cada invento lo que logra es aumentar más la desigualdad. El pueblo sufre y los de las mipymes se hacen millonarios, esa es la realidad”, sentenció el hombre.