LA HABANA, Cuba. – No es la primera vez que el sector no estatal de la economía cubana supera en atractivos y beneficios para la población al omnipresente sector estatal. Hay que recordar, por ejemplo, las tarimas llenas de productos de los mercados agropecuarios de oferta-demanda, donde operan comercializadores privados, en contraste con el desabastecimiento de los mercados estatales.
De igual manera hay que considerar la cantidad de empleados estatales, algunos con formación universitaria, que marcharon hacia el trabajo por cuenta propia cuando se permitió este tipo de labor.
En los días que corren ha continuado el éxodo de trabajadores estatales hacia las nuevas formas de gestión no estatal. A pesar de las maniobras gubernamentales por posicionar a la empresa estatal como el eslabón fundamental de la economía, no se detiene la estampida.
Según cifras aportadas por el Anuario Estadístico de 2022, mientras el empleo estatal decreció en 2022 con respecto al 2021, el empleo no estatal aumentó el pasado año con respecto al período anterior. El primero arrojó 3 millones 120.000 empleados en 2021 y 2 millones 896.000 empleados en 2022. Mientras tanto, en el sector no estatal y privado había 2 millones 509.000 trabajadores en 2021, y 2 millones 676.000 trabajadores en el pasado 2022.
En la más reciente reunión del Consejo de Ministros, el gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez “enfatizó en la necesidad de frenar el éxodo de fuerza de trabajo, sobre todo calificada, desde el sector estatal al sector no estatal.
Por supuesto que acceder a mayores salarios parece ser el motivo principal de la ida de los empleados estatales hacia el sector no estatal, no obstante algunas de las medidas tomadas para flexibilizar el pago de salarios en las empresas gubernamentales, como eliminar la rigidez de las escalas salariales.
Aquí también cabe señalar el mentís que ha sufrido el discurso castrista, que siempre ha insistido en la “bondad” del administrador estatal socialista, en contraposición con el trato “despiadado” del dueño capitalista. Porque buena parte de los antiguos trabajadores estatales ―ahora contratados en mipymes y cooperativas no agropecuarias― ha preferido laborar bajo el mandato del propietario privado, antes que seguir haciéndolo a la sombra del dueño sin rostro de la propiedad social.
Ahora bien, la gran pregunta que se desprende de la afirmación del heredero de los Castro es cómo podrán lograr que se detenga el referido éxodo hacia el sector no estatal. ¿Lo intentarán por medio de mecanismos económicos, haciendo más atractiva la empresa estatal, o aplicarán el rigor de los mecanismos administrativos? Por lo pronto debemos recordar que ya tuvimos un anticipo de este último tipo de mecanismo, cuando hace algún tiempo se prohibió que las cuidadoras de los círculos infantiles estatales se desempeñaran como trabajadoras por cuenta propia en esta misma actividad.
Por otra parte, este fortalecimiento del sector no estatal de la economía, en detrimento de la empresa estatal socialista, rebasa los marcos estrictos de la economía y adquiere un indudable matiz político-ideológico.
El castrismo sabe que un trabajador estatal está atado, con tal de conservar el empleo, a las directivas emanadas de las altas esferas del poder. Son estos trabajadores estatales la carne de cañón para participar en los desfiles del 1ro. de mayo, las farsas electorales, y en otros actos convocados por el régimen.
Un trabajador no estatal, al independizarse económicamente del Gobierno, ya podrá actuar acorde a los dictados de su conciencia.
Ahí radica la fuente del temor del señor Díaz-Canel y compañía.
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