LA HABANA, Cuba.- Se conoce como diálogo la conversación entre dos o más personas que exponen sus ideas o comentarios de forma alternativa. De esta manera se puede llegar a un acuerdo sobre una situación o problema en específico, y a su vez encontrar una solución.
Se ha vuelto a poner de moda la palabra diálogo en las redes, aunque para algunos es positiva y para otros negativa. Lo más sensible que tiene es que llama a la división y lo menos que le hace falta a la disidencia interna y a sus relaciones con el exilio es segmentarse; por el contrario se necesita multiplicarse y unirse.
El Movimiento San Isidro (MSI) está convocando a través de la Plataforma Patria y Vida a este diálogo, en su primera fase hasta el 25 de marzo, proponiendo que en el círculo más cercano de los que quieran ser parte de la transformación se converse –en voz baja– sobre los temas que se deban abordar en un diálogo de manera urgente.
Hasta el momento el MSI había contado con el apoyo de la mayor parte de los disidentes, tanto los históricos como los que son de nueva incorporación, al igual que en el exilio, pero ya se empieza a sentir el desagrado de algunos, solo por la palabra. Y es que siempre se ha dicho que dialogar con la dictadura es lo mismo que hablar con sordos, sin lenguaje de señas.
De hecho, a aquellos que votan por el diálogo, en algunos círculos de los opositores y también del exilio, se les ha llamado con el sustantivo despectivo: “dialogueros”.
Recordemos que en el año 2003 Oswaldo Payá Sardiñas llevó a cabo el Diálogo Nacional, un proceso de análisis de trabajo en el que participaron en grupos de discusión más de 10 000 cubanos de dentro y fuera de la isla. Los comentarios y sugerencias que se recogieron se llevaron al Programa Todos Cubanos (PTC), que se hizo público en 2006 para guiar una transición pacífica y democrática.
Este programa era contentivo de cuatro documentos que formaban parte de un sistema: propuesta de reforma constitucional; plan de cambios, titulado Plan Cuba Primero; una nueva Ley Electoral; y una nueva Ley de Asociaciones.
Se aspiraba a aprobar el PTC en un referendo, que fue siempre la línea del muy reconocido y desaparecido líder, cuya muerte no se ha podido aclarar, pero que la mayoría piensa que no fue accidental, como ha dicho la dictadura.
Estos documentos existen, están casi seguro en manos de la dirección del Movimiento Cristiano Liberación (MCL), del cual Payá fue su promotor; y quienes están pensando en retomar esta línea pueden partir de la base de todo ese trabajo de varios años, con mucha constancia y seriedad.
En aquella época se había logrado, por parte de la dictadura, separar de las filas de la disidencia a 75 de sus miembros, encarcelándolos con duras condenas. Sin embargo, contiuaron las diferencias, en particular con el exilio, y se produjeron muchas divisiones.
En estos momentos en que todo se debate en internet, ya comenzaron los comentarios de desacuerdo, que como es natural traen la desunión entre los que quieren la democracia y están dentro de la isla, los que luchan desde el exilio y también entre ambos. Hay que explicar que aún no ha tomado fuerza la idea del diálogo, porque hay personas que todavía no conocen de la propuesta.
Sin embargo, en honor a la verdad, hay que decir que existe un punto de conversación en el que sí están de acuerdo todas las organizaciones de dentro y fuera de la Isla, y que debía ser la base de cualquier entendimiento: la libertad de los presos políticos.
A este aspecto todos dicen que sí, aunque la experiencia nos alerta que hay que acompañarlo de otras propuestas, como: aceptación legal de las organizaciones disidentes, retiro de los agentes de la Seguridad del Estado infiltrados en las organizaciones, y el compromiso de no repetir la historia de llevar a prisión a personas por sus ideas. Esto al menos garantizaría que en un corto período no hubiera una nueva lista.
Es que hay que recordar lo que pasó con los 35 presos políticos que “soltaron” cuando se hicieron las negociaciones con Obama. Algunos de los que formaron parte del grupo ya estaban de libertad; pero después siguieron acumulándose los presos, sin haber tenido ninguna consideración con este gesto.
En un momento nacional en que la política para la dictadura está pasando por una de sus peores rachas, hay que —al menos— mantener la conciliación que se ha alcanzado entre los opositores, y ser consecuentes con las ideas de cada cual, pero sobre todo lo más importante es evitar los ataques a través de Internet, si son las clarias las que los inventan, pues no hacerle caso; pero aquellos que luchan con ahínco por la libertad de Cuba sería de mucho aprecio que en estos momentos en vez de combatir las decisiones de otros hagan silencio.
Claro, algunos dirán, “pero eso no es democracia”, es verdad, pero aquí en Cuba se vive en dictadura.
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