LA HABANA, Cuba. – En el contexto del relanzamiento de las relaciones económicas entre Cuba y Rusia, en días pasados el gobernante Miguel Díaz-Canel Bermúdez recibió al señor Igor Sechin, director ejecutivo de la empresa petrolera rusa Rosneft. Un encuentro que se enmarca en los esfuerzos del castrismo por tratar de conseguir el petróleo que necesita la alicaída economía cubana.
No obstante la afirmación del gobernante, en el sentido de que Rusia comprende la situación de Cuba, parece evidente que Moscú no piensa regalar su petróleo, y en consecuencia el Kremlin explora la manera en que la Isla pueda pagar la factura de ese combustible.
A estas alturas ya Moscú no se contentaría solamente con el apoyo del castrismo a su invasión a Ucrania. Algo que, en verdad, no es poca cosa si consideramos cómo se afecta la imagen de los gobernantes cubanos al desmarcarse de la condena mundial por la execrable acción de Rusia.
Los rusos estarían buscando algún producto cubano de exportación que rememorara lo que hacía el azúcar en los tiempos del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Sin embargo, las noticias no son buenas en ese sentido. El titular de Economía y Planificación de Cuba, Alejandro Gil, acaba de anunciar en la reunión del Consejo de Ministros discretos avances en las exportaciones durante el mes de enero, así como el no cumplimiento del plan en el sector del turismo. Una declaración que podría traducirse como el no contar en estos momentos con un renglón exportable que sufrague las necesidades importadoras de la Isla.
Así las cosas, el periódico Granma da cuenta de la reunión de la viceministra primera de Salud Pública de Cuba, Tania Cruz Hernández, con el presidente del Comité de Salud de la Duma Estatal rusa, en la que se evaluaron las perspectivas de cooperación entre ambos países en materia de salud e industria biofarmacéutica.
Siguiendo con la información de Granma: “se evaluaron las posibilidades de inclusión de medicamentos líderes de la biotecnología cubana en protocolos de tratamiento para el pueblo de Rusia”.
Y mientras los gobernantes cubanos no vacilarán en utilizar los medicamentos como moneda de cambio en el comercio con los rusos, las farmacias de la Isla se hallan prácticamente vacías, con una apreciable cantidad de medicamentos en falta ―incluidos no pocos del famoso “tarjetón” para tratar las dolencias crónicas―, y colas interminables cuando llegan las pocas medicinas.
Por otra parte, la producción de medicamentos en el país se encuentra en una situación crítica. Se aduce la carencia de materias primas, un bajo nivel de financiamiento, así como el infaltable “bloqueo” de Estados Unidos.
El Anuario Estadístico de Cuba 2021 no reporta las cifras correspondientes a la producción de medicamentos durante los años 2020 y 2021. Una no inclusión que podría sobrentenderse como que no hubo producción, o que fue tan pequeña que no valía la pena registrarla.
Una vez más sobre el cubano de a pie recaerán los perjuicios de las políticas gubernamentales. Con un salario precario que apenas alcanza para adquirir la denominada canasta básica de la libreta de racionamiento, en lo adelante más escaseces complicarán su diaria existencia.
Los medicamentos que necesite para la preservación de su salud, cuando los encuentre, tendrá que adquirirlos en la bolsa negra a elevados precios. Porque buena parte de esas tabletas, antibióticos y pomadas, tal vez adornen las estanterías de las farmacias de Moscú, San Petersburgo y otras ciudades del gigante eslavo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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