
LA HABANA, Cuba.- Entre marzo y noviembre de 1999, comenzaron los primeros intercambios del régimen cubano con Sandro Cristoforetti por mediación de Antonio Castro que ya desde 1996 había realizado varias visitas a España, con largas estadías en Mallorca donde se dedicó a hacer vida social en compañía de su nuevo amigo quien ya, para esas fechas, casualmente se encontraba en negociaciones con la cadena hotelera norteamericana Marriott International Inc. para desarrollar un balneario y complejo turístico de lujo con campo de golf de 18 hoyos en Son Antem, Mallorca.
De manera coincidente, con el comienzo de la amistad con los Castro, Sandro había fundado en 1997 una pequeña empresa nombrada Orenol con muy escaso capital y que al año siguiente se constituiría, precisamente para las negociaciones con Marriott, en una firma de mediana envergadura pero con más de cien empleados y un rango de ganancias sobre los 3 millones de euros, según consta en el registro mercantil de Palma de Mallorca.
Como testimonia la prensa española, el proyecto fue ejecutado con celeridad, tanto que para mediados de 1999 abrió sus puertas el Mallorca Marriott Spa & Golf Resort, una instalación considerada entre los aficionados al golf como de las mejores de Europa y un lugar que sería frecuentado regularmente por Antonio Castro quien, al parecer, le funcionaba a Cristoforetti como amuleto de la suerte puesto que solo después del comienzo de la amistad con el cubano los negocios del italiano crecieron y se diversificaron como nunca antes.
“Cuando Antonio lo contacta, Sandro tenía una sola empresa de relativa importancia, pero era un tipo que conocía a mucha gente además de ser confiable y discreto, y aunque era un poco alocado sabía hacer las cosas”, comenta un ex empleado de la Embajada de Cuba en Madrid entre los años 1999 y 2005.
“Conocía a la gente que podía prestarle el dinero, amigos suyos, pero no tenía quien lo respaldara con la deuda, nadie se atrevía a soltarle 300 millones, y eso que conocía a Fluxá (Iberostar), a los Hidalgo (Globalia), a los tipos de Sa Nostra …, y ese respaldo, más bien simbólico, se lo dieron aquí en Cuba. No había dinero pero se llegaron a muchos acuerdos, ya Fidel había dejado entrar a Meliá en Varadero y en España todos se frotaban las manos, querían invertir en Cuba y Fidel los envolvió como solo él sabía envolver a la gente …, así fue como Sandro consiguió el capital para abrir Orenol y después el hotel, que fue de Iberostar, ya no es de Marriott (…), después se abrieron otras empresas pero la mayoría tuvieron que cerrar”, afirma el ex funcionario.
A cambio de la garantías absolutamente verbales del gobierno cubano, interesado en participar de las ganancias de su apuesta “experimental” por el golf y los negocios inmobiliarios, Cristoforetti recibiría además los derechos a comercializar tabaco y rones cubanos a través de Bis Corp., la que era su única empresa de importancia a finales de los años 90 antes de conocer a Antonio Castro, con ganancias anuales muy inferiores a los 200 mil euros, según aparece en los registros mercantiles de Baleares.
En corto tiempo Cristoforetti se había esforzado en sus servicios a los Castro y ya para inicios del año 2000 había convencido a una decena de amigos, entre ellos el presidente de Caja de Baleares Sa Nostra, de viajar a Cuba para explorar posibilidades de invertir pero más para que vencieran su temor al líder comunista, necesitado de liquidez para poder sobrevivir.
La visita de febrero de 2000 a La Habana fue del más alto nivel y estuvo encabezada por el presidente del Gobierno Balear, que además se hizo acompañar de Joan Mesquida, Consejero de Hacienda, más representantes de Caja de Baleares que habían apoyado las inversiones inmobiliarias de Cristoforetti en Mallorca y quienes acordaron continuar actuando como “intermediarios, socios financieros o asesores de cualquier empresa de Baleares que quiera invertir en Cuba”, según expresó el presidente de la entidad financiera en entrevista con los medios de prensa oficialistas cubanos, y con la prensa extranjera acreditada en Cuba.
Junto con Sandro Cristoforetti viajaron a La Habana y sostuvieron conversaciones directas con Fidel Castro varios funcionarios del Ministerio de Colaboración Económica de España, representantes de Probanca, empresarios como Jordi Rosselló (dueño de la cadena hotelera Blau y de concesionarios de automóviles y tiendas de ropa), Onofre Siquier, hombre de confianza de Miguel Fluxá, el dueño de Iberostar, entre otros personajes fundamentalmente del sector hotelero, inmobiliario, de la construcción y de piezas de recambio para autos, un capítulo que siempre ha permanecido en el eje principal de lo que pudiera llamarse la “economía oculta” de los Castro.
Entre piezas de recambio y campos de golf
A cambio de su labor de intermediario pero también como recompensa por su discreción, el italiano había obtenido el derecho exclusivo para la importación de la cerveza Heineken desde Holanda hacia Cuba, a través de Curazao y Panamá, así como de cigarrillos y licores procedentes de los mercados europeos y norteamericanos, un negocio que le servía como pantalla para otras operaciones financieras, sobre todo en Panamá, Curazao, Qatar, Emiratos Árabes, Francia, Grecia y Alemania.
La impetuosa aventura, a caballo entre el capitalismo y el comunismo, alcanzó tal grado de prosperidad que motivó a Sandro a regalar un costosísimo auto Hummer al hijo de Fidel, incluso depositarlo en La Habana luego de una larga travesía por puertos de España, Holanda y Curazao.
“Después de mucho dar el Hummer llegó a Cuba a principios de 2001 y fue todo un escándalo la primera vez que salió a las calles …, Fidel había autorizado la entrada pero bajo la condición de que se usara solo en una pista de Santa Fe, donde no iba nadie pero Toni no pudo resistir la tentación de exhibirlo y aquello no salió nada bien …, estuvo como dos años tirado en un garage allá por Santa Fe, hasta que se lo llevaron para una unidad del MININT en La Coronela. Después creo que el mismo Sandro se lo vendió a Alexander, el de Gente de Zona, que son amigos, es el único Hummer que hay en Cuba”, comenta un ex oficial del cuerpo de seguridad personal que atendía a los hijos de Fidel Castro.

Las revelaciones de Dashiell Torralba en 2002 provocaron la ira de Fidel quien reaccionó pidiéndole a Cristoforetti que abandonara Cuba por un tiempo, ante la preocupación de algunas de las principales figuras del Partido Comunista que exigían la expulsión del empresario, suponiendo que el escándalo abriría las puertas a otras pesadillas, igual relacionadas con los negocios de autos y piezas. Una bomba que estallaría apenas cinco años más tarde y que llegó a involucrar a los círculos familiares de las principales figuras en el poder para concluir con la expulsión de una decena de empresarios extranjeros, aunque la onda expansiva jamás alcanzó a Cristoforetti, quien continuó con su trabajo de interlocutor en las sombras.
Tanto en Cristoforetti como en Antonio Castro coincidían las mismas pasiones por el golf y los autos. Luego de inaugurar el Resort Son Antem en Mallorca, casi de inmediato, Sandro crea Germovil, una concesionaria de autos y piezas inscrita a nombre de la madre, Purificación Villatoro, en el registro de propiedades de la isla española. Cristoforetti apenas aparecería como consejero y miembro de la junta directiva, donde también estaban otros personajes del clan familiar.
Fue precisamente otro empresario español, conocido de Cristoforetti y relacionado con Germovil, quien estableciera en Cuba un negocio similar al de Sandro hacia finales de los años 90. Se trataba del valenciano Vicente Blasco Amado quien, casado con la cubana Lourdes María Fernández González, se introdujo en la isla a través de la firma Blafer International S.A., constituida en Panamá.
Este empresario, durante cerca de una década, vendió autos y partes de segunda mano a las corporaciones cubanas Cimex y Cubalse mediante un contrato de venta en consignación con la empresa estatal Transimport.
De manera astuta y en complot con funcionarios, compradores, del Ministerio de Comercio Exterior, exportaban a Cuba la chatarra que más tarde las empresas cubanas adquirían por un precio que redoblaba varias veces el que este señor pagaba a desguazadoras y concesionarias de España, entre ellas Germovil, que además movía los autos y piezas de segunda mano desde Cuba a Panamá, México y Curazao, y desde aquí hacia Europa en un círculo interminable de venta y reventa.
A pesar de participar de este tipo de operaciones, Germovil, tal como se verifica en los registros de la propia empresa, apenas fue próspera en los inicios. En un par de años devino un negocio muy irregular casi siempre en números rojos, con advertencias negativas para los inversionistas por causa de las pocas utilidades que rendía, no obstante, sirvió tanto a Sandro como a la parte cubana, durante cerca de una década, como amparo legal del movimiento de autos y piezas entre países, sin exponer demasiado a sus verdaderos beneficiarios, acostumbrados a crear este tipo de empresas de las que hubo y aún existen sus similares, sobre todo en Panamá y México.
En abril de 2003, Orenol, la empresa creada a finales de los 90 para las operaciones con Marriott en Mallorca, abrió un concesionario de Volkswagen en la misma isla y, según refleja la prensa local, amplió “su campo de actuación abriendo nuevas instalaciones que ocupan unos mil metros cuadrados en Avenida D’es Pla”. Sin dudas, los negocios de este orden fluyen coincidiendo en fecha con el auge del mismo en Cuba. Igual es curioso que comiencen a decaer cuando la desgracia se asoma a las puertas de Blafer International y Transimport en La Habana.