VILLA CLARA, Cuba.- En el boulevard de Santa Clara hay una fila de más de sesenta personas. Aún no han empezado a vender el pan pero deben aglutinarse, organizarse, armarse de paciencia en las aceras si quieren alcanzar las diez piezas permitidas por consumidor. El cartel pegado a la vidriera aclara que no se expenderá más que esa cantidad. Dentro, se les ve amasar y amasar a los hombres de blanco. Pasarán unas cuantas horas hasta que pueda sacarse del horno y venderse a la población.
Alina Ramos, la quinta en la cola, protesta por la demora, se queja de la “falta de respeto”. “Yo tengo dos niños”, comenta. “A cada uno le preparo dos panes para la merienda de la mañana y de la tarde. Calcula tú”, espeta indignada. “Ya hoy he perdido medio día de trabajo en la gracia esta”. El hombre de al lado se solidariza con la conversación. Dice que “está en lo mismo que ella”. “Esta semana tuve que comprar un paquete de galletas a treinta pesos para el desayuno de mi chama”.
En la fila, que dobla la esquina, hay una monja y un señor en una silla de ruedas que muestra su carné de impedido para pasar delante de la turba. Las charlas grupales transitan desde la novela brasileña hasta el dengue, para caer nuevamente en la ausencia de pan. Treinta minutos más tarde se va engrosando la muchedumbre conformada, mayoritariamente, por dueños de hostales y negocios de comida rápida. “Los turistas te piden pan en el desayuno y tienes que dárselo. Ellos no van a entender que la cosa está tan mala aquí”, explica uno de ellos.
“La cadena del pan no tiene harina y está trabajando con reservas”, reveló a Cubanet una fuente que elije al anonimato para no comprometerse. “El pan está saliendo muy malo, no hay quien se lo coma porque la harina que entró está muy mala y tiene mal olor. Los tres molinos de La Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba se rompieron y no hay piezas de repuesto. Se sabe que por el puerto ha entrado harina, pero Cuba no la ha podido pagar”.
Ante la aguda crisis de harina, todas las panaderías particulares han debido cerrar. La mayoría de estos establecimientos por cuenta propia se surten “por la izquierda” de las propias empresas estatales. José Alberto González, panadero por cuenta propia, argumenta que “nosotros también tenemos nuestra reservita, pero si nos cogen en esto, nos pelan. Tendremos que esperar a que la cosa se arregle para poder abrir el negocio otra vez”.
Mientras, en las sucursales de la cadena Doña Nely, distribuidora de panes y dulces se puede encontrar el producto también racionado y a altos precios en divisa. Solo un pan de 25 centímetros y 400 gramos asciende a un costo de 0.75 centavos CUC, el equivalente a veinte pesos en moneda nacional. Por el mismo importe se pueden adquirir 20 unidades en las panaderías estatales.