LA HABANA, Cuba. – Tras un año de hambre y miseria, la pasada semana se inició en la capital la venta de carne de cerdo y de un módulo de alimentos, cigarros y ron, mientras la empresa provincial de Comercio se ponía al día en la distribución de los productos de la canasta básica atrasados.
En 2020, para las festividades de fin año, el Gobierno de la capital vendió una pieza (pierna, paleta o lomo) de cerdo a cada núcleo familiar, a 21 pesos la libra. Para la misma fecha, en 2021, suprimió el tradicional alimento y a cambio entregó una libra de pollo gratis a todos los consumidores.
Este año, provincias como Cienfuegos volvieron a vender carne de cerdo a razón de cinco libras por consumidor. Los habaneros, por su parte, pueden comprar un pernil o una paleta a 250 pesos la libra. El lomo y las costillas cuestan 235 pesos la libra.
Pero todos los núcleos no podrán adquirir un pedazo de carne, según adelantó a la prensa oficial Julio Martínez Roque, coordinador del Programa de Gastronomía y Alimentación del Gobierno Provincial de La Habana. Este funcionario precisó que la entidad también dispone de “un nivelito” de mortadela, de productos de Prodal y alimentos del mar para la venta a los capitalinos.

“Esto es como comer ‘arroz con suerte’, al que le toque, le tocó. Los que puedan comprar se van a comer el asado, y los que no, se van a tener que conformar con el olor del vecino”, comentó Rafael Benavides Acosta, vecino de Centro Habana.
Durante todo el año, explica Benavides, el precio de la carne de cerdo fue prohibitivo para la mayoría de los cubanos: “Nunca bajó de los 350 pesos, pero en esta época, que todo sube a las nubes, ya está rondando los 500. Así no hay quien le meta el diente”.
Las colas comenzaron cuando la noticia de la venta era apenas un rumor. En el reparto Párraga, de Arroyo Naranjo, Jesús Francisco Peñalver cuenta que las personas han dormido en los portales aledaños a las carnicerías, para no perder el puesto que ocupan en los improvisados listados.
“Con todo y eso cuando empiezan a dar los turnos se arma la ‘rebambaramba’, y quien hacía el 20 va a parar al 90. Hemos caído muy bajo, la gente está que se mata por un pedazo de puerco. Y esto no lo digo en sentido figurado, es que no hay nada que comer”, lamentó Peñalver.

Por su parte, también en Párraga, Ignacio Ramos Noa apuntó que, “por la noche, hay una hermandad, todos conversan y se ríen, pero cuando amanece todos saben que hay que ‘pelear’ para coger un turno y ahí ya nadie se conoce o se considera. Se vuelve una jungla con todo tipo de animales; si te dejas meter el pie, no compras nunca”.
Según denuncia Lester Díaz González, en Diez de Octubre los carniceros aprovechan el alboroto desatado y la falta de información de los consumidores para obviar los precios diferenciados y cobrar el máximo por la libra de carne.
“La cuestión es que la gente se vuelve tan loca con la posibilidad de resolver, y la matazón de la cola los tiene tan concentrados, que no se dan cuenta de que a todo el que compra lomo o costilla le roban dinero. Te puedes parar y mirar con disimulo; la están clavando a 250 como si fuera pierna o paleta. Cuando sacas cuentas, te meten más de 200 pesos de multa los descarados estos”, acotó Díaz.
Además de la carne de cerdo en las carnicerías, las bodegas comenzaron a vender, a los cerca de 800 000 núcleos censados en la capital, una botella de ron nacional, tres unidades de pasta (espaguetis o coditos) y tres cajas de cigarro H.Upmann por consumidor mayor de 18 años.

“Son los productos que poco a poco vamos recibiendo de un módulo que se anunció, pero que, en realidad, nosotros mismos no sabemos todo lo que debe traer o si va a llegar completo para todos los núcleos. Estamos hablando de cervezas, pasta de tomate y latas de conserva”, dijo Santiago Quesada Pozo, administrador de una bodega en Arroyo Naranjo.
Del mismo modo, Quesada informó que las unidades de venta de Comercio comenzarían a recibir los faltantes de jabón de baño y de lavar, café, azúcar, leche en polvo, pollo y huevos, que “son los productos de la canasta básica que este año presentaron retrasos sistemáticos en su distribución”.
En relación al café y el pollo, de acuerdo con la fuente, varios municipios llegan a diciembre con un atraso en su distribución de tres o cuatro meses.

Para muchos habaneros, el suministro de estos productos en las postrimerías del año responde a una estrategia trazada por el Gobierno para contentar a la población en Nochebuena y fin de año.
“Es como si los aguantaran, no es casualidad. Van tres veces consecutivas que esperan hasta lo último para venderte el pollo que no te dieron en tres meses, como para que la gente tenga qué comer y entonces no se estrese. No lo hacen por buenos, para que la gente resuelva; lo hacen porque le tienen miedo a las protestas y saben que al cubano se le tapa la boca con comida”, espetó Marlén Arencibia Saldívar.
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