“Yiky” Quintana: “He sido el clásico músico, poeta y loco”

"El deporte y la situación en general del país solo pueden solucionarse con el fin del régimen", dice el narrador cubano, establecido como una de las voces en español de los Marlins
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LA HABANA, Cuba.- Ser testigo del derrumbe del Muro de Berlín provocó un vuelco en la vida de Luis (“Yiky”) Quintana. Para entonces estaba en una corresponsalía en Alemania y aquello significó “un abrir de ojos definitivo: el empuje final para algo que llevaba años pensando”.

Así, pasado el tiempo optó por no abordar el avión de vuelta a Cuba luego de asistir a una Liga Mundial de Voleibol en Brasil. Ante sus ojos empezaba a abrirse el abanico de los grandes sueños, en tanto la prensa deportiva cubana perdía a una de sus figuras emblemáticas.

Historia le sobraba a esas alturas. Oriundo de Camajuaní, “Yiky” había alcanzado altísimas cotas de reconocimiento nacional por su quehacer como narrador-comentarista de las lides musculares, independientemente de la conducción del inolvidable show televisivo “9550”. Era un rostro reconocible, tenía una opinión autorizada, y el público lo echó de menos desde el primer minuto.

Lo suyo había sido la versatilidad. Lo mismo fue capaz de relatar el récord mundial bajo techo de Javier Sotomayor y la final del Mundial’86 entre Argentina y Alemania, que de animar programas como “Maratón Recreativo”, “A Jugar”, “A Ritmo Caliente” o “Participe y Triunfe”. Tanto calaba, que la desaparecida Revista Opina le entregó su premio al “Cronista Deportivo Más Popular”, y aun lo consideró uno de los artistas más destacados del país.

“He sido el clásico músico, poeta y loco”, me dice vía WhatsApp este hombre de 74 años que está por cumplir medio siglo como profesional de los medios. Atrás (pero no en el olvido) ha quedado su paso por publicaciones cubanas como LPV y El Deporte, el periódico Vanguardia, las emisoras radiales “CMHW” y “COCO”, las graduaciones como Profesor de Educación Física y Licenciado en Cultura Física y Deportes, la narración de los partidos de los Tigres de Aragua en el campeonato de béisbol profesional venezolano o la creación de “El Mikimbín de Miami”.

Establecido como una de las voces en español de los Marlins, actualmente es miembro del Salón de la Fama Cubano en el Exilio, posee el premio de la Revista Carteles como narrador-comentarista y también otros de Miami Life Awards. Para dar fe de su singularidad, baste decir que su “partido futbolístico” no apunta a Madrid ni Barcelona, sino (nada más y nada menos) que a Osasuna.

—Antes de entrar en materia, acláreme dos cosas. La primera: ¿Es cierto que en un momento de su vida fue entrenador de “Cheíto” Rodríguez y Héctor Olivera padre?

—En efecto, cuando fui entrenador de la EIDE provincial de Las Villas tuve el placer de entrenar a varias de las grandes figuras del béisbol cubano como Pedro José “Cheíto” Rodríguez y Héctor Olivera padre (por aquellos tiempos el mejor pitcher juvenil del país y luego un gran bateador), entre otros buenos peloteros. Luego, en el equipo Azucareros que ganó su primera Serie Nacional coincidí con José Antonio Huelga, Rolando Macías, Aquino Abreu, Carlos Gálvez, Owen Blandino, Silvio Montejo y el entonces debutante Antonio Muñoz, a algunos de los cuales entrené directamente.

—Y la segunda: ¿Cómo es esa historia que he leído sobre su enfrentamiento deportivo con el inolvidable José Antonio Huelga?

—Yo me enfrenté a él cuando éramos juveniles, él por Sancti Spíritus (primero como torpedero y luego pitcher) y yo como shortstop de Camajuaní. En el choque de ida, en mi tierra, actuó como relevo y le ganamos en el noveno a base de toques y “corre-corre”; pero a la vuelta nos “amarró corto” con nueve ceros y solo un hit. Te cuento que fui expulsado por el umpire de home en el cuarto o quinto inning… Gracias a eso Huelga solo pudo poncharme una vez y, como no hay testigos que se acuerden, puedo jurar sobre la Biblia que el lanzamiento era alto.

—Después de ese peregrinar por los dugouts, ¿cómo llega al mundo del periodismo?

—De manera fortuita. Luego de iniciarme como entrenador con el primer equipo Azucareros que ganó la Serie Nacional (bajo la dirección del debutante Servio Borges) trabajaba como entrenador de béisbol en la EIDE Provincial de Las Villas y se anunció un curso para “entrenadores que quisieran ser periodistas”. Luego descubrimos que en realidad era para “periodistas que quisieran especializarse en deportes”, pero como ya estábamos “dentro”, nos dejaron seguir. A la vez se inició un curso para narradores-comentaristas en la emisora CMHW, entramos varios aspirantes y a la postre fui el único seleccionado. De modo que en unos cuatro meses había pasado fortuitamente de entrenador a periodista y narrador-comentarista.

—¿Qué opinión le merece la narración deportiva cubana de la época en que usted trabajó allá?

—En Cuba siempre hubo excelentes narradores deportivos: se puede afirmar que había una escuela, un estilo, una forma de hacer y decir. Desde los tiempos del más grande, el miembro del Salón de la Fama Felo Ramírez y otros, hasta principios de la década del 90.

—¿Está al tanto del presente de la profesión en Cuba?

—No puedo opinar de la época actual porque he perdido el contacto con la Isla.

—Le mencionaré algunos nombres y me gustaría que me los definiera del modo más breve posible.

Bobby Salamanca: un genio, un ejemplar único. Y también con la pluma.

Eddy Martín: Sin analizarlo como persona, un profesional del micrófono.

Héctor Rodríguez: Voz, énfasis y estilo.

Rolando Crespo: Un buen narrador de boxeo.

René Navarro: El más completo. Muy profesional y emotivo.

Modesto Agüero: Versátil. Muy bueno. Amigo.

Ángel Miguel Rodríguez: Tito Rodríguez en Estados Unidos. Excelente, con mucho amor por el deporte y buena voz. Amigo.

Armando Fernández Lima: Muy trabajador. Gran fluidez y agilidad mental. Amigo.

—¿Considera que el programa “9550” fue el momento decisivo para su conversión en personaje verdaderamente popular dentro de Cuba?

—Sí. Marcó un antes y un después en mi carrera. Descubrí una faceta de mí mismo que desconocía y me convirtió en versátil. Curiosamente, fui el conductor principal desde el día inicial, a pesar de no estar en los planes. Solo iba a hacerle las preguntas al genio Edel Casas, que fue el primer concursante que pasó por el programa, pero el animador enfermó y no llegó a debutar. Entonces me pidieron que lo sustituyera, gustó y me quedé para siempre.

“Yiky” Quintana durante su época en Cuba. (Foto: Cortesía)

—¿Por qué decidió emigrar Yiky Quintana?

—Salí de Cuba buscando libertad. Ver sobre el terreno la caída del Muro de Berlín y el desplome del llamado Campo Socialista fue un abrir de ojos definitivo. El empuje final para algo que llevaba años pensando.

—¿En qué sentido profesional mejoró Yiky Quintana desde su arribó a los Estados Unidos?

—En Estados Unidos y Venezuela lo primero que sentí fue la libertad de poder opinar sobre el deporte, la política y la vida misma. Sin censura ni autocensura. Esa es la gran diferencia. Y la otra, la de pertenecer a franquicias (Tigres de Aragua y Marlins) con un público parcial y definido de antemano.

—Usted vivió la alegría de narrar la Serie Mundial de 2003 ganada por los Marlins, pero desde entonces los fracasos han sido muchos más que las satisfacciones. ¿Qué son los Marlins para Yiky?

—Los juegos de los Marlins representan vida. Los Marlins me dieron la mayor felicidad como narrador con el anillo de la Serie Mundial de 2003, no hay nada comparable. Después, hemos tenido temporadas buenas y malas, con solo dos clasificaciones a la postemporada (2020 y 2023). Sin embargo, he disfrutado cada campaña porque voy juego a juego e inning a inning. Además, creé en Twitter (hoy X) el grupo “Bola y Corredor” que me permite conversar con los oyentes durante el juego y recibir sus comentarios, preguntas y críticas. Ellos han sido mis cómplices, los que me mantienen entusiasmado y alerta.

—¿Qué cree que falló durante la etapa de Derek Jeter como CEO del equipo?

—Su paso por los Marlins fue breve, pero dejó más interrogantes que logros. No tengo todos los elementos para dar una opinión sobre su trabajo, aunque queda claro que ser un gran jugador no necesariamente te convierte en un buen gerente.

"El deporte y la situación en general del país solo pueden solucionarse con el fin del régimen", dice el narrador cubano, establecido como una de las voces en español de los Marlins
“Yiky” Quintana con Felo Ramírez y los Marlins campeones en 2003. (Foto: Cortesía)

—A la vuelta de los años, ¿qué nivel real cree que tenía la pelota cubana en los años 80 y 90?

—El nivel del béisbol cubano hasta la década del 90 era excepcional. Jugadores como Omar Linares, Luis Giraldo Casanova, Víctor Mesa, Antonio Muñoz, “Cheíto” Rodríguez, Alfonso Urquiola, Braudilio Vinent, Rogelio García y tantos otros hubieran triunfado en Grandes Ligas, con la etiqueta de estrellas multimillonarias. La lista de quienes tenían nivel para jugar en las Mayores y vivir del béisbol sería interminable.

—Si mañana lo nombraran Comisionado de Béisbol en Cuba, ¿cuáles serían las primeras medidas que tomaría para salir de la crisis?

—Primero, bajo ningún concepto aceptaría el cargo; segundo, creo que el deporte y la situación en general del país solo pueden solucionarse con el fin del régimen y el regreso de la democracia.

—¿Cuáles cree que fueron las principales virtudes de Felo Ramírez detrás de los micrófonos?

—Felo Ramírez dedicó su vida al béisbol. Vivía por y para ese deporte. Cada lanzamiento era importante para él. Por ejemplo, si me demoraba en entregarle el micrófono al hacer un comentario y se producía un lanzamiento (aunque no fuera bateado y el juego estuviera 10×0) le molestaba no poder narrarlo. No decía nada, pero su rostro mostraba su disgusto. Sabía de béisbol, tenía una voz y un estilo impecables. Nadie ha narrado un jonrón como él. Sobre todo su dedicación y entrega no tienen comparación. Lo mismo disfrutaba un juego de Pequeñas Ligas que de las Mayores. Trabajar junto a él fue una enseñanza en materia de dedicación, profesionalismo y amor por el béisbol.

—Felo tuvo su premio con la entrada en el Salón de la Fama. ¿Siente que alguna vez usted podría correr la misma suerte?

—Felo entró por derecho propio al Salón de la Fama; en mi caso no creo que me alcance el tiempo y siempre me faltaría el imprescindible apoyo de quienes deben darlo. Obviamente me encantaría pertenecer al Templo de los Inmortales, pero no pienso en ello. Le doy gracias a Dios por lo que he logrado y solo le pido que me ilumine para retirarme a tiempo, sin llegar a decepcionar.

“Yiky” Quintana, Beto Ferreiro y José Luis Nápoles. (Foto: Cortesía)

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