Jorge Luis Toca: “El béisbol, la familia y la libertad son lo más grande”

Ver a Jorge Luis Toca en el diamante era un verdadero show. Sus "bat flips", su aguaje para capturar los roletazos... todo te hacía fijarte en él
Jorge Luis Toca, Cuba, béisbol, series nacionales, grandes ligas
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LA HABANA, Cuba.- Jorge Luis Toca se pone sentimental hasta la lágrima cuando habla de su difunta madre, Francisca Gómez Ariosa. “Es lo que más extraño del béisbol”, dice, y me ruega que publique la entrevista el 13 de noviembre para conmemorar el cumpleaños de “Fica”, como la conocían.

El inicialista de la Gran Maquinaria Naranja de los noventa se hizo tatuar ese apodo en uno de sus brazos. “A mi madre la quería todo el mundo”, asegura, y relata que cuando Villa Clara iba a jugar a Remedios y Caibarién, ella invariablemente preparaba una parrillada de mariscos.

Tatuaje de Jorge Luis Toca en honor a su madre. (Foto: Cortesía)

“Y en las parrandas remedianas los jugadores se quedaban a dormir en mi casa”, apuntala este hombre que fue pieza clave en uno de los mejores equipos que han pasado por las Series Nacionales.

Ver a Toca en el diamante era un verdadero show, daba igual el equipo con que se simpatizara. Sus “bat flips”, su aguaje para capturar los roletazos, la manera efectista en que ejecutaba la rutina de tiro al receptor tras sacar un out en primera… todo te hacía fijarte en él.

Era, nunca más pertinente la frase, un pelotero distinto.

—Hace poco un excompañero tuyo afirmó en este sitio que el Villa Clara de la década del noventa fue el mejor equipo de las Series Nacionales. ¿Es así?

—Lo que dijo es correcto; aquel Villa Clara fue un grupo muy potente. Estaban Santiago de Cuba, Pinar del Río e Industriales, pero el equipo de nosotros era muy completo y tenía velocidad, fuerza y mucho dinamismo, además de un pitcheo excelente. Y de la defensa ni te cuento.

—¿Dónde residía el punto débil de ese equipo?

—Quizás la mayor debilidad radicaba en el bullpen, porque para abrir contábamos con Rolando Arrojo, Riscart, Montes de Oca y Jorge Pérez. Pero ese hándicap lo suplíamos con velocidad, fuerza, tacto y una defensa increíble que podía fildear para .990. Imagínate, una línea central con Ángel López, Jorge Díaz, Eduardo Paret y Víctor Mesa (ahí también estuvo en su momento Osmany García). Y encima era un grupo tan completo que podía disponer de un bateador de la talla de Amado Zamora para el puesto de designado y un emergente como Rafael Rodríguez, un zurdo que había que respetarlo.

—¿Qué criterio tienes de Pedro Jova, el hombre que dirigió a esa tropa?

—Para mí fue el mejor manager que tuve en mi carrera. Era una persona que todo el mundo le salía a jugar, un hombre honesto que ponía a los peloteros que se lo merecían y por eso tuvo esos resultados de tres campeonatos consecutivos y cinco finales en fila. Además, había sido un excelente bateador y también nos enseñó mucho en ese sentido. No obstante, hay que decir que contaba con un cuerpo de dirección magnífico donde estaba Pedrito Pérez, que en paz descanse, el mejor entrenador de pitcheo que ha pasado por la pelota cubana; Orlando Chinea, que preparaba el bullpen y también era muy inteligente; Luis Enrique ‘Kikí’ González, uno de los coaches de tercera más brillantes del país; y Luis Jova, que hacía su trabajo en primera y trabajaba con el outfield.

—¿Cuánto pesaba allí la presencia de Víctor Mesa?

—Siempre digo que él fue la bujía de ese equipo. Su caso fue el del veterano que se junta con las figuras jóvenes en ascenso para hacer un conjunto lleno de creatividad y agresividad. Víctor, Rafael Orlando Acebey, Arrojo, José Ramón Riscart, Eddy Rojas, Oscar Machado…, supieron combinarse con los que íbamos para arriba y de esa mezcla salió aquel equipo casi invencible.

—¿Cómo es la anécdota de que en Granma tiraste a Arrojo para una piscina?

—Estábamos en un evento y él tenía puestos unos zapatos rojos. Después de darnos unos tragos, venía caminando por el borde de la piscina y yo lo empujé. Aquellos zapatos empezaron a echar agua roja por todo el pasillo. Todo el mundo se murió de la risa, excepto Arrojo. El punto es que nos llevábamos muy bien y por eso el equipo llegó a donde tenía que llegar.

—En tus inicios en el béisbol jugabas otras posiciones al campo. ¿Cómo fue que terminaste en la inicial?

—Yo fui shortstop en las categorías inferiores, pero cuando salimos para un Mundial Infantil en Nicaragua, Rey Ordóñez era el torpedero y a mí me pasaron para segunda base. Después de eso seguí como camarero, hasta que un día que no se me olvida Juan Delís me comentó, “usted va a ser primera base”. Ahí fue donde empecé en esa posición, y cuando fui al Mundial Juvenil de 1989 el mentor Pedro Chávez me dijo lo mismo.

—¿De qué artes te valiste para desarrollar aquella asombrosa habilidad con el mascotín? ¿Era solo talento natural o hacías mucho trabajo específico?

—Hacía muchos drills de fildear de short bounce y ejercicios de estiramiento. Trabajaba fuerte con Roberto Pupo, que era el preparador de nosotros, un señor a quien le mando todos mis saludos. Pupo sabía mucho de estadísticas y juntos perfeccionamos el desempeño en esa base.

—Tu swing parecía más apropiado para conexiones de línea que de fly. ¿Nunca intentaste levantar más la pelota?

—Todo el mundo me hace esa pregunta porque yo daba muchos dobles, pero en ocho años en el campeonato nacional di cien jonrones exactos. De hecho creo que fui uno de los tres bateadores que más rápido arribaron a esa cifra hasta ese entonces en Cuba. Pero puedo decirte que un momento clave fue una vez que estábamos en Cienfuegos y Jova me llevó a hacer una serie de ejercicios con uno de los mejores jonroneros de la historia de Cuba, Pedro José Rodríguez. Después de eso empecé a levantar más la bola y empezaron a salirme los batazos grandes.

—¿Será que no eras capaz de entender y practicar el béisbol sin acompañarlo de temperamento y explosividad?

—Siempre me gustó jugar la pelota con agresividad y lógicamente eso me provocó varios encontronazos. Cuando uno se tira al terreno tiene que darlo todo al 120 por ciento. El béisbol es mi vida. Llegado a este punto, necesito darle las gracias a la fanaticada cubana y del mundo entero, en especial a la de mi natal Remedios. Un abrazo para todo los remedianos y seguidores del béisbol, así como para la Orquesta Aliamén y su desaparecido cantante El Indio, quienes siempre nos apoyaron.

—Dicen que adorabas jugar la Serie Provincial. ¿Por qué?

—Me encantaba porque con el municipio uno coge las cosas más a pecho y los fanáticos de Remedios llenaban el estadio y los juegos se ponían calientes contra Santa Clara, Camajuaní, Caibarién, Sagua… Aquello era un espectáculo entre la conga en las gradas, los camiones que llegaban repletos y lo que sucedía en el terreno.

—¿Cómo es esa historia de que en una Provincial le diste un vaso de ron a Arrojo para que lanzara contra Sagua?

—En ese juego a Arrojo lo mandaron a buscar sin que él se lo esperara y el hombre llegó frío. Entonces lo metí para el baño y le di un vaso de Ron Decano y se tomó aquello y empezó a sudar. Se encendió… Entonces al final del juego yo decidí con un jonrón y él me dijo, “oye, lo que me diste fue medicina de verdad”.

—En 1993 te separaron del equipo cubano que iría a las Universiadas de Búfalo porque se te puso la etiqueta de “posible desertor”. ¿Cómo te sentiste en ese momento?

—Me sentí muy mal. Había bateado cantidad en la preparación y tres días antes me dijeron que no iba, que no hacía el equipo porque yo quería quedarme. No quisiera hablar mucho de eso porque sinceramente me afectó.

—Pasado el tiempo, un día de 1998 te subiste a una lancha y emigraste ilegalmente. En Estados Unidos tuviste un breve paso por Menores, fuiste al Juego de Futuras Estrellas y luego ya estabas en el dugout de los Mets. ¿Por qué no conseguiste establecerte en la élite?

—Considero que hice una buena transición de la pelota cubana a la de Estados Unidos. Ahí están los números, en Ligas Menores estuve próximo a los cien cuadrangulares y bateé cuanto quise. Pero no me dieron la oportunidad. Eso sí, no tengo ninguna frustración al respecto, pues aunque no me establecí en Grandes Ligas, ya quisieran muchos peloteros en el mundo poder pisar un terreno de esa pelota, como logré hacerlo yo. Estoy orgullosísimo de jugar en la MLB: habría querido salir al campo todos los días y demostrar que yo podía jugar esa pelota, pero me satisface haber llegado y le agradeceré eternamente a los Mets de Nueva York, en cuya organización me sentí muy querido.

Jorge Luis Toca
Jorge Luis Toca con los Mets. (Foto: Cortesía)

—¿Existe algún punto de comparación posible (aunque sea mínimo) entre las condiciones de vida que tuviste en la pelota cubana y las que luego te encontraste en Estados Unidos?

—Esas cosas no se pueden comparar. Allá (en Cuba) las condiciones eran pésimas: nos bañábamos con tanques de 55 galones y los albergues estaban cargados de mosquitos, no había jabón ni comida ni transporte adecuado. En fin…

—Si pudieras echar el almanaque atrás, ¿volverías a tratar de dar la talla en la MLB, o con esta vez ya fue suficiente desaliento?

—Claro que volvería a intentarlo, pero vendría más joven. Hay muchos peloteros a los cuales les sobra el talento y no llegan, a veces por lesiones, a veces por indisciplina u otros factores. En el béisbol hay que estar en el lugar adecuado en el momento indicado, y por eso exhorto a todos los cubanos que están en Grandes Ligas y en Menores a que se porten bien y cuiden a los suyos, que tengan claro que el béisbol, la familia y la libertad son lo más grande.

—¿A qué se dedica Toca actualmente? ¿Juegas pelota en tus ratos libres?

—Estoy retirado, tranquilo con mi familia y nunca más he jugado pelota, pero sí softbol. En estos momentos enseño al hijo de Dayán Viciedo, un niño que va a ser un gran prospecto.

—¿Quién ha sido el mejor primera base de las Series Nacionales y qué lugar ocupas en tu ranking de la posición?

—Para mí el mejor primera base que tuvo Cuba fue Antonio Muñoz. Los otros no te puedo decir porque hubo mucha gente que no eran de esa posición y los movían para ahí. No sé en qué lugar me puedo colocar porque no me gusta halagarme; para determinar eso están los periodistas y los fanáticos. Lo dejo en sus manos.

Cuba, béisbol
Jorge Luis Toca en la actualidad. (Foto: Cortesía)

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