MADRID, España.- A comienzos de 1900, la prostitución en La Habana era un negocio próspero en manos de los “apaches”, que era como llamaban los cubanos a las pandillas de chulos franceses.
El barrio habanero de San Isidro era prácticamente del dominio del apache parisino Louis Letot, hasta que llegó Alberto Yarini Ponce de León, un hombre educado en una buena familia, de ambiciones políticas (quería postularse a concejal) y de personalidad encantadora.
Nacido en La Habana el 5 de febrero de 1882, Yarini estudió en el colegio capitalino San Melitón y después continuó sus estudios en los Estados Unidos, de donde regresó a los 19 años, para convertirse en el proxeneta más famoso de la época.
Yarini era un hombre muy presumido, hablaba pausado y en voz baja, y con el refinamiento típico de su familia. Estas características junto a su belleza física hacían que fuera un hombre muy codiciado por las mujeres de su entorno social.
Sin embargo, también disfrutaba con las clases más marginadas del barrio San Isidro, donde era el guapo que tenía que ser respetado; donde se le conocía como “un hombre a todo”.
Este barrio era el epicentro de la prostitución habanera en esos años. Llegaban prostitutas de varios países, fundamentalmente de Francia y Bélgica.
En la calle Paula 96 Yarini mantenía en su domicilio entre tres y siete mujeres que trabajaban para él.
Mientras alternaba la vida de reuniones familiares y noches de ópera con peleas en el barrio San Isidro, ocurrió un hecho que llevaría al fin de su vida.
En 1909 Luis Letot trajo de Francia a Berthe la Fontaine, de 21 años, conocida como la “Petite Bertha”. Yarini conquistó a la “Petite Bertha”, muy “valiosa” para Letot. Y él mismo le contó a Luis Letot su relación con la joven, que se había ido a vivir con él a la casa de la calle Paula. Pero el francés se tomó esto como una ofensa a su honor y quiso vengarse.
Muerte de Yarini por una disputa de amor
El 21 de noviembre de 1910, cuando Yarini se dirigía a San Isidro con su amigo Pepe Basterrechea, fue abatido a balazos por Letot. Basterrechea, de un solo disparo en la frente, mató a Letot.
Yarini, que no murió al instante, fue trasladado al Hospital de Emergencias, donde falleció en la noche de ese mismo día, a sus 28 años. Estando en el hospital escribió una nota donde se culpaba de haber disparado a Letot, librando así a Basterrechea de toda responsabilidad.
El Rey de San Isidro fue enterrado el 24 de noviembre de 1910. Según la historiagrafía cubana, al sepelio asistieron unas diez mil personas.
La historia del antihéroe ha sido llevada al teatro, el cine y la televisión en varias ocasiones. Entre ellas sobresalen el teleteatro Réquiem por Yarini y el filme Los dioses rotos.
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