SAN LUIS POTOSÍ, México.- Movidos por el morbo que provoca el nombre, muchos, quizás, se acerquen a la “Casa de Al” en Varadero ansiosos por hallar rastros de la presencia allí del afamado mafioso Capone.
“Cuentan que fue la casa de Al Capone”, reseñan en el sitio de viajes Tripadvisor. ¿Qué mejor referencia que la de Scarface para dotar a un restaurante de un aura de misterio?
Dejando a un lado las teorías que asocian este lugar con Alphonse Gabriel Capone, el gánster estadounidense que logró notoriedad durante la época de la Ley seca, hay que remitirse estrictamente a los datos históricos.
La casa fue, en realidad, propiedad del coronel Eugenio Silva Giquel. Su construcción está datada en la década de 1930 y fue una de las primeras del reparto Kawama.
Al Capone sí estuvo en Cuba. Según el periodista Ciro Bianchi, Capone viajó a Cuba en 1928 para supervisar la compra de alcoholes que se introducían de contrabando en Estados Unidos durante la Ley seca.
De acuerdo con lo referido, el gángster de Chicago, en su visita, regaló un reloj Patek Philippe a Rafael Guas Inclán, presidente de la Cámara de Representantes.
Nada se sabe, sin embargo, sobre algún tránsito por Varadero. En caso de que lo hubiera hecho, no podría haber visitado el inmueble del reparto Kawama, que entonces no existía.
Para cuando habría finalizado la construcción de lo que hoy se conoce como “Casa de Al”, Scarface ya estaba preso. Fue sentenciado a 11 años de privación de libertad en 1931.
La “Casa de Al”, que en realidad fue de Silva Giquel
Eugenio Silva Giquel, el propietario de esa casa que nunca fue de Al, poseyó grandes extensiones de terreno en la playa.
Al finalizar la década del 30 del siglo XX, con la parcelación del reparto Kawama -terrenos de la propiedad de Eugenio Silva- varias personalidades adquirieron lotes allí.
El Marqués de Valle Siciliana, los Tarafa, y Edmund Chester, biógrafo de Fulgencio Batista, compraron terrenos.
Ernesto Álvarez Blanco y Teresa Iglesias Oduardo, autores de Varadero: De caserío a centro turístico de relevancia nacional e internacional (1883-1958), apuntan que otras figuras tuvieron su espacio en el balneario.
Julio Lobo, Pilar García, Goar Mestre, el millonario y farmacéutico Sarrá, Gerardo Machado, el general Francisco Tabernilla Dolz, jefe del Ejército batistiano y Ramón Grau San Martín, también figuran en la lista.
Antes de ser atractivo turístico y adoptar su actual nombre, la “Casa de Al”, de 1978 a 1984, albergó las oficinas de la Escuela de Iniciación Deportiva Luis Augusto Turcios Lima.
Posteriormente pasó a pertenecer al Ministerio del Turismo y devino propiedad del Grupo Extrahotelero Palmares. A ciencia cierta, se desconoce a quién se le ocurrió tal nombre que ostenta hoy el restaurante de la casona de canto y madera.
El de Al seguirá siendo otro rumor, convertido en leyenda, que anime a los turistas a detenerse en esta zona del balneario.
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