El cielo por techo

LA HABANA, Cuba, febrero (173.203.82.38) – La Avenida de los Presidentes es una de las principales del Vedado y de La Habana. Una amplia vía característica del barrio, construido bajo las pautas urbanísticas de la ciudad-jardín.
Después de 1959, muchas de las estatuas de los mandatarios cubanos que se levantaban en el ancho paseo central que separa las dos vías, fueron removidas por el poder recién instaurado, debido a que, decían, esos presidentes representaban a una Cuba neocolonial. Las estatuas de bronce y las letras incrustadas en sus pedestales fueron desaparecidas, para hacer que la memoria de la época republicana se borrara.
En la actualidad, la calle G, nombre que identifica también a la avenida, es el sitio de reunión de diferentes grupos de jóvenes que nada tienen que ver con aquellos presidentes, y menos con el de hoy.
En las noches se reúnen allí rockeros, emos, reparteros, etc., por sólo mencionar algunas de las corrientes socio-culturales con que se identifican estos jóvenes, que buscan y encuentran en esa calle el espacio que se les niega, tanto por las autoridades, y también por algunos vecinos de la zona que se quejan de su indeseada presencia.
La calle G y la noche brindan refugio a aquellos que no han encontrado otro sitio donde reunirse, compartir sus sueños, intercambiar ideas y descubrirse en la mirada de sus iguales, o en los acordes de una guitarra. Mañana tendrán una vida diferente, pero quizá mantengan algunos de sus anhelos juveniles de libertad. Contrastan con estos jóvenes noctámbulos los pedestales sin estatuas de la avenida, como columnas truncadas para obligar a la nación a la amnesia.
Aunque no hayan sido perfectos, nuestros pasados presidentes tuvieron un papel importante en la historia de la nación. Su memoria, perpetuada en estatuas de bronce, evoca un pasado que nos pertenece y es parte de nuestra nación, tanto como lo son los jóvenes que hoy se agrupan alrededor de esta estatuas mutiladas, a pesar de que sus rostros, peinados y atuendos, nos puedan parecer extraños.
Tarde en la madrugada desaparecen los jóvenes soñadores y los jardines de la Avenida se pueblan de los que ya no pueden soñar, indigentes y desamparados que duermen en sus bancos y tienen como techo el cielo y las estrella. La calle G da refugio a todos: antiguos presidentes, jóvenes soñadores y también a indigentes. Todos somos cubanos.