LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -Durante la Guerra de Independencia de las trece colonias (1775-83), barcos norteamericanos arribaban a La Habana y otros puertos cubanos, damas de la capital realizaron una gran colecta, a la cual donaron sus joyas, y muchos criollos pelearon junto a las tropas de George Washington. España, adversaria de Gran Bretaña, lo apoyaba, por lo que abrió los puertos de la Cuba colonial. Ese fue uno de los factores más importantes de su transformación económica, pues propició un nuevo mercado al azúcar. Luego las autorizaciones fueron intermitentes e incluían las importaciones de víveres, harina de trigo, tejidos y esclavos. Sin embargo, en el siglo XIX, Estados Unidos era el principal socio comercial. Por entonces, Cuba había convertido en uno de los lugares mejor comunicados dentro del imperio español, particularmente el puerto habanero, como punto prácticamente ineludible en la navegación transatlántica, según Julio Le Riverend y otros autores.
En 1959, el ferry de Cayo Hueso llenaba su barriga con mercancías y autos de los cuales bajaban sus conductores para disfrutar en los salones y terrazas de un agradable viaje de recreo o negocios, rodeados de alegres niños y jóvenes. Habiendo salido de Cayo Hueso a media mañana, ya antes de las seis de la tarde los viajeros veían surgir en el horizonte el Capitolio y los altos edificios de la movida y hermosa Habana. No menos cargado retornaba el barco a Estados Unidos, surcando el mar profundo y azul, donde en días apacibles saltaban grupos de pececitos voladores y se aproximaba algún enorme tiburón. Pronto se interrumpieron las travesías.
Ana Cecilia entró a la bahía de La Habana este 13 de julio, no a nado, sino en forma de barco de 300 pies de eslora. Esa pequeña nave ocupó espacio en importantes medios internacionales. ¡Había llegado de puerto floridano después de más de 50 años de interrumpida la comunicación directa! En la época de totalitarismo colonial español seguramente tal acontecimiento habría sido celebrado. La osada viajera enarboló bandera de Bolivia, de donde son sus tripulantes. Es operada por la compañía International Port Corporation que pacientemente durante dos años siguió los trámites en la Oficina de Control de Bienes Extranjeros y el Departamento de Comercio de Estados Unidos, a fin de obtener el permiso correspondiente para el traslado de ayuda humanitaria, y poder sobreponerse al embargo comercial contra el gobierno cubano, y obviamente las nada fáciles negociaciones con las autoridades de la isla, que designaría a la empresa Cubapack como contraparte. El día anterior tuvo que fondear fuera de la bahía, pues sus “documentos tenían cierto problema”. Aunque la empresa restó importancia, no escapa la absurda actuación de la parte cubana.
Leonardo Sánchez-Adega, portavoz de IPC, explicó a la prensa que el proceso para obtener la autorización fue difícil, sumamente complicado. La empresa cobra 5,99 dólares por libra, lo que al parecer abarata los costos de envío desde Estados Unidos, que en sentido contrario no se podrán hacer. Se espera una frecuencia semanal, aunque dependerá de la demanda, que podría resultar elevada teniendo en cuenta la nueva subida de los aranceles en los aeropuertos cubanos decretada por el gobierno, que encarecerá el envío de mercancías mediante el uso de las llamadas “mulas”. Entre los artículos de primera necesidad autorizados se encuentran ropa, alimentos, muebles, colchones y útiles para el hogar, materiales de construcción, piezas para vehículos y generadores eléctricos.
Aunque los medios oficiales cubanos, únicos permitidos, no informan sobre los sucesos de Ana Cecilia y truenan contra el presidente Barack Obama y la secretaria de Estado Hillary Clinton, especialmente en la Mesa Redonda de la televisión y las retransmisiones de TELESUR, la población cubana los conoce al detalle. Las simpatías por esos dignatarios norteamericanos se potencian, por sus persistentes y nada fáciles medidas para contribuir a hacer más llevaderas las difíciles condiciones existenciales, mitigar las carencias y contribuir al fomento de la iniciativa de los cuentapropistas, campesinos y población en general.
Por su parte, los dirigentes del socialismo criollo reiteran consignas sobre disciplina, esfuerzos y más trabajo, pero la destrucción y el retroceso productivo continúan, aunque todos los días se entrega algún premio, sin que se ejecuten los cambios para estimular la salida de la crisis generalizada, ni se abra la sociedad para la participación libre de los ciudadanos.