LA HABANA, Cuba: – En la capital habanera crece la indigencia, cientos de personas permanecen abandonadas, viven, duermen en las calles, buscándose la vida. El Ministerio del Trabajo y Seguridad Social reconoce a ese grupo de personas como deambulantes y dice contar con una política intersectorial para atenderlos.
El gobierno cubano en la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) celebrada a mediados de diciembre de 2014, ha tenido que reconocer la existencia de la pobreza y la marginalidad. A los menesterosos, necesitados, mendicantes, hambrientos, limosneros o vagabundos les llamó “deambulantes”.
Tal calificativo agrupa a un “ejército” de personas muy humildes, que no solamente deambulan por las calles, sino que trabajan hurgando basureros, de mendigos o anónimos vendedores, buscando algo para comer, pues tienen hambre, la debilidad y sus enfermedades los va matando poco a poco.
CubaNet constató nuevamente esa realidad. En esta ocasión varios “deambulantes” accedieron a ser entrevistados.
Gerardo González Aguilera
Gerardo González Aguilera, habanero del reparto San Miguel del Padrón, con una cinta lila en la cabeza, los collares de santo, cuatro muñequitos, una jícara y una maraca rechinante junto a su San Lázaro, impacta en muchos transeúntes, que le dejan diferentes ofrendas a su santo o mejor dicho a él por intermedio del sanador:
¿Cómo ha sido tu vida?
Tengo 58 años, varios hijos y nietos, ya vez, como negro mi vida ha sido muy fuerte, con poca instrucción, aunque sé comportarme educadamente. En mi barrio, la guapería es fuerte, estuve preso muchas veces, no por ladrón. Cosas de la vida. He cumplido con la sociedad, pero aunque me he reivindicado, no me dan trabajo en ningún lado.
“Ahora, me busco la vida, como mendigo o limosnero, no me apena, qué voy hacer. Si este gobierno no se ocupa de nosotros. La policía cada rato me detiene, me llevan para la Unidad de Dragones, todo el día, algunas veces me quitan el dinero y cualquier otra cosa que me reglan la gente. Hay mucha inmoralidad.”
¿Quisieras trabajar?
Claro que sí, lo he intentado, pero con este gobierno no se puede, si lo que te pagan no da para vivir. Somos una clase nueva de esclavos. Ellos se quedan con todo, con qué voy a vivir, si lo que pagan no dura ni una semana. Ya no tengo otra opción, me muero con mi San Lázaro, aunque me metan preso.
Humelia Marín Vizcaíno
Humelia Marín Vizcaíno nació en Cienfuegos en 1946, trabajó en la salud, pero quedó desempleada en la década de los 90’s, por lo que no pudo completar su edad de jubilación y ahora con 68 años no tiene ayuda de la seguridad social, es pobre, pero no mendiga, es vendedora ambulante de diarios, cada día recorre los caminos del parque de la Fraternidad y la calle Reina, sentada en el borde de una ventana en esta última vía, esquina a la calle Amistad, pudimos conversar con la sexagenaria señora:
¿Qué le motiva a su edad deambular vendiendo periódicos?
Es largo de contar, traté de insertarme en los comedores sociales, el plan ese que hay de atención a la familia sin amparo social. Aquello era una porquería, nos daban todo mal cocinado, los alimentos falta de grasa, para que contar. Decidí irme y buscarme la vida mientras tuviese fuerza. Soy vendedora de diarios. De qué voy a vivir, si le pago en impuestos lo poco que recaudo para comer.
“Nos tratan como marginados y si te pones a bobear, te mandan para el hospital siquiátrico y de allí sales loco, con esos electroshock que aplican para refrescar el celebro. Tú no sabes nada hijo. Como yo cuántos salen de la casa y nunca más se sabe de ellos. Se pierden o que se yo, si los asaltan o los matan, ahora hay mucha brujería, y trabajan con todo. El Estado poco hace por nosotros.”
Roberto
Roberto es un caminante, aparece y reaparece, hace unos días lo vi por la Terminal del Ferrocarril Central, ahora lo encuentro sentado al pie de una farola del Paseo del Padro, frente al Capitolio Nacional:
¿Te he visto deambulando, dónde vives?
Pido comida o dinero, tú me puedes dar algo?
¿Por qué estas descalzo, sin arreglarte, qué te pasa?
La vida se la entregue siendo joven a este gobierno, ahora mira cómo estoy. Ellos dicen que soy un loco. Ahorita me recogen y en un calabozo pasaré la noche.
Estadísticas del caso
Estadísticas del Censo de Población y Viviendas del 2012, reflejan que Cuba, posee una tasa del 18.3% de sus naturales residentes envejecidos, con más de 60 años de edad. Pero el gobierno comunista no se preparó para este difícil momento que vive el adulto mayor.
Según el oficialista Granma, La Habana tiene 436 mil adultos que representan el 20% de la población capitalina que necesitan los servicios de las casas de los abuelos, hogares de ancianos, casas diurnas, u otros tipos de centros donde le puedan prestar una adecuada atención. Pero el país no cuenta con la infraestructura necesaria, para enfrentar esos los servicios asistenciales.
Según sus informes la capital cubana necesita 79 instalaciones (Casas de los Abuelos) para recibir ancianos y solo posee 26 con sus 1035 plazas ocupadas.
Dicen que tienen identificado los casos por consejos populares, pero de los 16 hogares de ancianos solo le funcionan 11 con un total de 1278 camas, el resto se encuentra cerrado por problemas constructivos; así como la demanda supera las capacidades que pudieran tener en los próximos años.
De ahí el fracaso que tendrá la política y el plan intersectorial para el Programa de Atención Integral al Adulto Mayor, expuesto en la ANPP.
¿Entonces cómo podrán atender a los “deambulantes”? ¿A dónde los llevarán? Si son los de mayor vulnerabilidad epidemiológica y social, y siguen en las calles olvidados por la comunidad.
ernestogardiaz@gmail.com