LA HABANA, Cuba -Acaba de sesionar aquí en La Habana el Seminario Nacional de Preparación del curso escolar 2014-2015. De acuerdo con el reporte de la prensa oficialista, el próximo período lectivo se va a caracterizar por una “flexibilización” del horario escolar, desde la enseñanza primaria hasta la media superior.
Los estudiantes tendrán bien definido el calendario de actividades: en la sesión de la mañana recibirán las asignaturas básicas por parte de sus profesores, mientras que la sesión de la tarde queda reservada para las tareas extraescolares, dirigidas en lo fundamental por un personal no docente. Entre esas tareas se cuentan las visitas a entidades productivas y de servicios, las prácticas deportivas y culturales y, por supuesto, todo lo relacionado con el adoctrinamiento político.
Hasta este curso, en muchas escuelas, sobre todo de la enseñanza primaria, se garantizaba la doble sesión. O sea, que los maestros debían permanecer todo el tiempo con sus alumnos, lo que debía de propiciar un mejor aprendizaje, así como la tranquilidad de padres y demás familiares, quienes celebraban que sus vástagos estuviesen menos tiempo bajo la influencia de la calle.
Aunque, en honor a la verdad, no eran pocos los profesores que, por una razón u otra, despedían a los alumnos antes de la hora establecida, con el consiguiente deambular de muchachos uniformados por los más disímiles lugares.
Cuando comenté con algunos de mis vecinos -todos con hijos en primaria o secundaria básica- la decisión de la cúpula del Ministerio de Educación (MINED), me respondieron que era la peor noticia que podían recibir. Porque aunque la ministra Ena Elsa Velázquez afirme que la doble sesión no va a desaparecer, el hecho de que niños y jóvenes anden por las tardes fuera de las escuelas, sin saber a ciencia cierta quién los acompaña, es poco menos que tenerlos en las calles.
“Esa decisión parte seguramente de los propios maestros, que cada día quieren dar menos clases”, expresó una joven mamá que tiene a su niña en tercer grado. Y otra mujer, madre de un alumno de secundaria básica, tocó una arista muy sensible para su economía: “Imagínate, hasta ahora teníamos que pagarle a un repasador particular cuando se acercaban los exámenes. En lo adelante, si los muchachos reciben menos clases, el repasador tendrá que ser permanente. ¡Nos arruinamos!”
No es difícil vincular esta directiva del MINED con la carencia de maestros que padece el país; una situación que no ha podido resolverse- al menos en La Habana- con la llegada de maestros de otras provincias. La poca estimulación salarial, así como las malas condiciones de trabajo que enfrentan los educadores, han incrementado las deserciones del personal docente hacia otros empleos. Al propio tiempo, las escuelas pedagógicas no logran completar su matrícula debido a la escasa vocación que muestran los jóvenes hacia el magisterio, lo que también compromete el futuro.
En este Seminario Nacional salió a relucir algo que, según el criterio de varios dirigentes juveniles, constituye una contradicción: el bajo porcentaje de militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas en el sector educacional. Si la mayoría de los jóvenes son estudiantes o maestros, no es lógico que ellos sean solo el 47% de los miembros de esa organización apéndice del Partido Comunista.
Claro, el aparato de poder se siente preocupado, sobre todo, por el déficit de jóvenes maestros en las filas de la UJC. Porque el castrismo confía en que esos maestros, junto con los nuevos activistas que atiendan a los alumnos en la sesión de la tarde, sean los encargados de transmitir el mensaje ideológico.