LA HABANA, Cuba. — El más terrible y espantoso de los crímenes, ocurrido en el convulso período de principios del siglo pasado, lo cometió Vladimir Ilich Lenin, el hombre que años después, por decisión gubernamental, se convirtió en guía y modelo de los revolucionarios del régimen castrista.
Cuando Fidel Castro fue entrevistado en 1977 por la periodista norteamericana Barbara Walters, dijo: ¨Lenin fue un hombre extraordinario en todos los aspectos y no hay ninguna mancha en toda su vida¨.
Aquellos que conocen la historia de aquel crimen, se preguntan cómo es posible que una persona que, según dice, jamás miente, sea capaz de decir tan garrafal embuste. Sobre todo si en la prensa escrita, a partir del triunfo bolchevique de Rusia, se pudo conocer cómo ocurrió el asesinato de la familia Romanov y quien fue el principal asesino.
Ocurrió el 17 de julio de 1918. Esa noche, Yákov Yurovski, jefe de un pelotón de fusilamiento del recién creado régimen revolucionario, ejecutó las órdenes de Lenin: asesinar al Zar Nicolás y a toda su familia.
Encerrada la familia imperial en un sótano, Yurovski fue el primero en disparar al Zar. Acción seguida los demás asesinos dispararon a su esposa Alejandra, al pequeño zarévich Alex, a las cuatro hijas adolescentes, al doctor Botkin, médico de cabecera, a tres criados: el cocinero Kharitonov, la doncella Demitova, a Trukp, y a los perros de compañía de la casa imperial. En el indiscriminado tiroteo, las balas chocaban contra las paredes de la habitación. Cuando cesaron los tiros, vivos algunos y quejándose, fueron rematados con disparos en la cabeza.
Según palabras de Fidel Castro, expresadas en el 144 aniversario del natalicio de Vladímir Ilich Lenin, el pasado 22 de abril, las ideas del asesino bolchevique ¨…encontraron en nuestro país una tierra fecunda y hombres que se inspiraron en su ejemplo¨. Es cierto. Inspirados en Lenin, hay muchos ejemplos.
Jamás. En más de medio siglo de dictadura de Fidel Castro, el caudillo cubano ha mencionado en sus miles de discursos que Vladimir Ilich Lenin fuera el que ordenó el asesinato de la familia Romanov. Tampoco que su régimen político haya sido producto de un golpe de estado, al frente de una minoría de simpatizantes. Mucho menos que su dictadura totalitaria se desmoronara por ineficiente y que sus estatuas fueran derribadas a golpes de mandarria de manos de trabajadores e intelectuales, en numerosos países del este europeo.
En la prensa cubana, monopolizada por la dictadura castrista, jamás hemos podido leer sobre el asesinato de la familia del Zar.
Lo ocurrido alrededor de este hecho, continúa oculto en la Cuba de Fidel. Según noticias divulgadas por las mismas agencias rusas de prensa, los cuerpos de la familia asesinada fueron encontrados en 1979, gracias a las Memorias de Yákov Yurovski, escritas mientras ocupaba altos cargos políticos bajo el régimen de José Stalin. Yurovski murió en 1938. Sus memorias fueron clasificadas como documento confidencial de la KGB, por el agente Putin, luego presidente de Rusia, para que se ignoraran los detalles del asesinato.
En 1998 la Iglesia Ortodoxa rusa decidió canonizar a la familia Romanov y sus restos fueron sepultados en 1998 en el panteón de los Zares, en la fortaleza de San Pedro y San Pablo, en San Petersburgo. El águila bicéfala, símbolo de la Rusia Imperial, fue colocada de nuevo a la entrada del famoso Palacio de Invierno, donde aún se exhibe la momia de Lenin, pese a que una gran parte del pueblo ruso ha pedido sea retirada.
En el 2007, el prestigioso historiador ruso Eduard Radzinski, expresó a la prensa: ¨…Los rusos deben saldar sus cuentas con el pasado, enterrando también a Lenin, puesto que sólo entonces podremos desarrollarnos como una sociedad normal¨.
Existen importantes escritos sobre el crimen de Lenin aún sin publicar, cuyos autores, Gueli Riábov y Alexander Avdonin, seguramente están esperando que Rusia goce al fin de una sociedad normal, para darlos a conocer.
La familia Romanov
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