GUANTÁNAMO, Cuba. -Desde que se hizo pública la decisión del gobierno de una unificación monetaria, muchas son las especulaciones ciudadanas; sin embargo, nada está claro. La publicación en la Gaceta Oficial del cronograma para la aplicación de esas medidas que llevarán al día “cero”, momento en que se efectuará la unificación monetaria, tampoco permite sacar conclusiones fidedignas. Todo, como es habitual en Cuba con el tratamiento de los grandes asuntos que atañen a la población, continúa bajo el más estricto secretismo.
Lo que sí han dicho altos dirigentes del gobierno es que no habrá una disminución inmediata de los precios de los productos en las Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD), ni en las que venden en CUP (pesos no convertibles), ni en cuanto a los servicios. De mantenerse tal proyección política, lo más probable debido al lento crecimiento económico del país, quizás se generalice un fenómeno que aunque ya existe me atrevo a afirmar no se capta en toda su magnitud, precisamente por la dualidad monetaria.
Me explico: Hasta ahora, la gran mayoría de los productos alimenticios, ropa, calzado y efectos electrodomésticos se han vendido en las TRD con precios en CUC (pesos convertibles), una moneda veinticinco veces superior al CUP. Esto provoca un fenómeno psicológico sutil, porque las personas que están habituadas a recibir periódicamente divisas, dígase quienes tienen familia en el extranjero, los deportistas, quienes viajan, altos oficiales de las FAR y el MININT, dirigentes y trabajadores que reciben estímulos en divisas y un no tan pequeño grupo que medra a costa de la economía del país, no se cuestionan mucho los precios en CUC a la hora de desembolsar ese dinero. ¿Ocurrirá lo mismo cuando sea una sola la moneda circulante? Es posible que sí pero el acto ya no será el mismo.
Para cualquier cubano -mucho más para el que no tiene acceso a la divisa- el precio de los artículos que se venden en las TRD es altísimo. Entonces cómo será el impacto psicológico cuando compruebe que con el salario de un mes no puede siquiera comprar un par de zapatos. Y es que esta situación no ha quedado expuesta con total limpidez, sobre todo ante los extranjeros que nos visitan. Pero cuando en las vidrieras un par de zapatos, que ahora cuesta $30 CUC, cuesten setecientos cincuenta pesos ($750.00 CUP), la inflación que tanto han criticado los periodistas oficiales al referirse a otros países estará monda y lironda, sin los afeites encubridores del CUC.
Un vistazo a tres tiendas de Guantánamo corrobora esta opinión. En estos momentos se encuentran a la venta, en la tienda La República, unas sombrillas cuyos precios son $7.40 y $11.40, equivalentes a $185.00 CUP y $285.00 CUP, respectivamente. Si tomamos como referencia que el salario medio de este país fuera de quinientos pesos -en realidad es muy inferior-, la sombrilla más barata costaría más de un tercio de ese salario medio y la más cara más de la mitad.
En la tienda El Siglo se pude ver una lámpara de noche, nada extraordinaria, por cierto, con un precio de $79.05 CUC, que equivalen a mil novecientos setenta y seis pesos con veinticinco centavos (1976.25 CUP); es decir, se necesitarían casi seis salarios medios para comprarla. En esa misma tienda, un simple espejo vale $30.50 CUC, equivalentes a setecientos sesenta y dos pesos con cincuenta centavos ($762.50 CUP).
En la tienda El Mercurio está en venta un refrigerador marca Mabe, con un precio de $1563.50 CUC, equivalentes a la astronómica cifra de treinta y ocho mil ochocientos cuarenta y siete pesos con cincuenta centavos ($38 847.50 CUP), una cifra 79.695 veces superior al salario medio que tomé como referencia.
En ese momento, los periodistas del gobierno tendrán la gran oportunidad para hablar de la inflación de la que tanto han hablado cuando de otros países se trata, sólo que ahora la tendrán en casa.