LA HABANA, Cuba, agosto, www.cubanet.org -En un artículo anterior, publicado recientemente por Cubanet, con el título “La UNEAC convertida en un velorio”, relataba que desde hace algún tiempo reina un “extraño silencio” en el espacio sociocultural Hurón Azul, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Todas sus peñas y actividades sociales fueron silenciadas, presuntamente por las quejas de un vecino que dice no soportar el ruido .
El Hurón Azul estuvo cerrado casi tres meses, desde mayo hasta julio, después de haberse invertido unos cuantos centenares de CUC en los arreglos del bar y de los baños. Sin embargo, a partir del lunes 5 de agosto, curiosamente, se activó, en el bar, un kiosco donde venden bocaditos, yogures y helados. Por otra parte, se reanudó la música grabada, dando al sitio un ligero ambiente de movimiento y de presunta alegría.
Sintomáticamente, a partir de este semidespertar del Hurón Azul, algunos integrantes de las secciones culturales se han reunido a descargar y compartir ideas, al ritmo de los gustados potecitos de ron llamados “cañangazos”, y de otras ofertas con precios módicos. Sin embargo, la UNCEAC sigue siendo un velorio.
Otro fenómeno ocurre en las largas colas que sus miembros hacen para Internet, en la Sala de Navegación “La Jungla.com”. En estas colas, he escuchado ácidos comentarios de los artistas en cuanto a la falta de respeto hacia ellos y hacia las respectivas peñas culturales que fueron silenciadas. También se comenta que nadie dentro de la dirección de la UNEAC actúa para cambiar la situación.
Los artistas parecen estar perdiendo el miedo a decir lo que sienten y piensan, y el debate y las álgidas críticas ya son un hecho. Semanas atrás, trasnochando en la céntrica calle G, me encontré con un elenco de poetas de la UNEAC. Todos manifestaron que tendrán que irse a hacer sus peñas al Parque Lenin o al Jardín Botánico o a cualquier otro lugar de la ciudad donde alguien los acoja.
Sin dudas, los bocaditos y la música grabada constituyen un parche que apenas alcanza para cubrir mínimamente las fealdades de lo ocurrido en el Hurón Azul. Tal vez sea una forma de ganar tiempo para las autoridades al mando de la institución. Pues no parece resultar favorable para ellas que sus miembros socialicen e intercambien ideas espontáneas en dichas peñas, justo cuando se acerca el 9no Congreso.