LA HABANA, Cuba, 24 de julio de 2013, Aleaga Pesant/ www.cubanet.org.- Al cabo de diez años de fundado, el Estudio Teatral Vivarta, de La Habana, regresa con Historia de un caba-Yo. Presente los fines de semana de este húmedo mes de julio, en la sala que lleva el nombre de Raquel Revuelta, la obra es versión libre de la pieza de Mark Rezovski, basada en el cuento Joistomer ,de León Tolstoi, uno de los más importantes escritores rusos.
Antonia Fernández, directora de Vivarta, presentó esta obra hace ahora 14 años, en 1999, con el Grupo de Teatro Buendía. Su presentación se convirtió en referente, por la satisfactoria recepción de público y crítica, ante la novedosa puesta en escena, con una escenografía que rompía esquemas, música percutida y amplio movimiento escénico. No es este el caso ahora.
El público apenas asistió a sus funciones programadas para las 8.30 de la noche, entre viernes y domingo, del 5 al 21 de este mes. La crítica apenas la reseñó, aparte de algún comentario menor aparecido en el website de Radio Musical Nacional.
Lo que fue vanguardia a finales del siglo XX, ahora pareció manido y repetitivo. De hecho, la mayoría de los espectadores que se acercaron a la sala, lo hicieron según comentarios, por las reminiscencias de aquella primera puesta.
Vivarta lo integran varias generaciones de actores. Predominan los jóvenes, con un admirable trabajo en la puesta en escena de Historia de un caba-Yo, sin lugar a dudas, movida y exigente. Alfredo Reyes, Raiza D Beche, Yoelvis Lobaina, Edel Govea, Rosalia Roque, Lisandro Ysada, Claudia Mulet, Jennifer Rodríguez y Antonia Rodríguez conforman un elenco maduro, cohesionado, para una puesta que incluye largos monólogos, acrobacia, dominio gestual y corporal.
Historia de un caba-Yo narra precisamente eso, la historia de un caballo. Pinto, Castrado y Cuentabrazas. En el cuento original está incluida la servidumbre del pueblo ruso a finales del siglo XIX, los excesos, villanías e inmoralidades de la aristocracia rusa.
El caballo Pinto es castrado, para que no merodee a la yeguada de raza. Luego se convierte en un vigoroso caballo de carreras, Cuentabrazas, bajo la aguda tutela del Príncipe Serpujovski. Al final de su vida, rechazado por todos los que lo utilizaron y vitorearon un día, irá al matadero, al igual que el Príncipe, su descubridor.
León Tolstoi (1828-1910) fue un noble dedicado a la literatura. Persona altruista y religiosa. Precursor del naturalismo libertario. Fue vegetariano y se opuso verticalmente a que el hombre matara a los animales, así fuera para alimentarse. Quizás esa lectura específica, sobre la obra y la personalidad del escritor, hizo que la puesta se apegara más al tema del cuidado de los animales, que a su mensaje universal, del auge y caída del individuo, en esa liturgia que se llama vida.
Las impactantes y morbosas imágenes proyectadas en una pantalla, donde se muestra la muerte de un penco viejo, en el matadero del zoológico de La Habana, según consta en los agradecimientos, resta a la poética y al esfuerzo grupal. Pues le cambia la “filosofía”, a la historia. La convierte de universal en localista.
Según Mery Delgado, en el sitio CMBF, Historia… es parte de una trilogía homenaje de Antonia a Vicente Revuelta. Donde además están las piezas Galileo Galilei, estrenada el año pasado, y Jerry viene del zoo.
Sobre la austeridad material en la puesta en escena, recientemente Antonia dijo:
“Nosotros no estamos para esconder los defectos, sino para arriesgarnos con ellos. Si yo espero a tener un grupo de teatro perfecto, nunca voy hacer una obra”.
Haciéndole honor al significado de Vivarta, la directora apuesta por el riesgo de la imperfección, el riesgo del error; fricción que da una riqueza encima del escenario que pocas veces, confiesa, ha podido saborear.
La obra se presentará a partir de Agosto, en Sancti Espíritus, Ciego de Ávila, Las Tunas, Guantánamo y Santiago de Cuba.