LA HABANA, Cuba, 3 de julio 2013, David Canela/ www.cubanet.org.- La compañía El Público exhibió el mes pasado, en el Centro Cultural Bertold Brecht de La Habana, una versión de la obra Blue Orange, del dramaturgo inglés Joe Penhall.
La premier cubana se realizó en ese teatro como parte de la Semana de la Cultura Británica, y fue dirigida por el cineasta y productor británico Stephen Bayly, quien durante más de un lustro ha realizado talleres de preparación de actores cubanos en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, usando las técnicas de interpretación de Sanford Meisner. De esos talleres nació La Peña Meisner, la cual está integrada por los actores que han participado en esos cursos.
Blue Orange transcurre sobre la pugna entre el Dr. (o Dra.) Flaherty y el Dr. (o Dra.) Smith, quien ocupa el cargo principal de asesoría en un hospital psiquiátrico. Todo gira acerca del diagnóstico de Christopher (o Cristal), un joven negro que debe salir de alta en pocas horas, y la posibilidad de extender su ingreso, por tiempo indefinido.
En ese conflicto, la obra de Penhall se alarga en meandros dialécticos, y resalta los “careos”. Como no revela episodios significativos de la vida de los personajes, que pudieran explicar mejor su conducta, germinan las conjeturas, y nuestro juicio se va diluyendo, para quedar sujeto de las simpatías.
¿Es altruismo lo que evidencia Flaherty, cuando aspira a retener a su paciente?; ¿su excesiva preocupación hacia este enfermo es la sublimación de un racismo latente, o es un caso en el que trata de volcar sus ambiciones de éxito? En resumen, ¿los trastornos mentales del joven paciente se explican sólo a través de la discriminación social, por ser negro, pobre, y quizás huérfano? Tal vez, lo que se quiera mostrar sea la indiferencia “del sistema” frente a esas personas, que se “ajustan” con el uso de medicamentos, para que vuelvan a “funcionar” en la sociedad.
Las actuaciones logran mantener el interés de los espectadores, a pesar de que todo sucede en el cuarto de una consulta médica, cuya vista se refresca levemente a través de dos ventanas. El elenco asume con energía sus personajes, aunque algunos actores se despliegan con mayor soltura y flexibilidad, como Maridelmis Marín (en la Doctora Smith).
Lo más destacado de esta puesta teatral es que ha sido una escuela de versatilidad e iniciativa. Oficialmente, ha sido una coproducción de la EICTV y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, bajo el auspicio de Teatro El Público. Sin embargo, la Peña Meisner ha articulado estrategias de gestión artística que rara vez se han visto en el teatro cubano, si no es la primera vez.
Patrocinadores privados
Para realizar el montaje de esta pieza, se auxiliaron de las embajadas del Reino Unido y de Noruega. Pero, a fin de recaudar los fondos necesarios, decidieron crear el 100×100 Club, con la intención original de que 100 personas, amantes del arte, donaran 100 dólares cada una.
Finalmente, decidieron hacer una subasta pública, en la cual se vendieran las obras donadas por artistas plásticos cubanos. En el evento, que se realizó a principios de junio, participaron una docena de artistas, con más de 25 obras en total. Y aunque las recaudaciones fueron discretas, también recibieron ayuda de amigos y colaboradores ingleses.
Además, sucedió algo impensable hasta ahora. Fueron patrocinados por cuatro restaurantes privados, que se alzaron con la nueva “ola del cuentapropismo”: el Espacios (restaurante de tapas), el Starbien, Le Chansonnier, y el Melen Club; lo que desmiente esa mala fama de mezquindad capitalista con la cual este gobierno ha querido denigrar la iniciativa privada.