MIAMI, Estados Unidos. — El 13 de mayo de 1981, mientras el papa Juan Pablo II estaba saludando a la multitud en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, un hombre armado llamado Mehmet Ali Ağca le disparó cuatro veces, en lo que es considerado uno de los sucesos más inverosímiles en la historia del siglo XX.
El Papa sufrió heridas graves producto del ataque, incluyendo una perforación en el intestino y una hemorragia interna, y fue llevado de inmediato al hospital para recibir tratamiento.
Afortunadamente, Juan Pablo II sobrevivió al ataque después de varias cirugías y un largo proceso de recuperación. Ağca fue capturado en la escena y posteriormente condenado por el ataque.
Después del atentado, se descubrió que Ağca era un exmiembro de un grupo extremista turco de derecha. Sin embargo, se especuló que podría haber tenido cómplices y que el ataque pudo haber sido parte de una conspiración más grande.
De acuerdo al testimonio posterior de Ağca, en Roma se encontró con 3 cómplices: un compatriota turco y 2 búlgaros. La operación estaba liderada por Zilo Vassilev, un militar búlgaro que residía en Italia. Según Vassilev, la misión le había sido encargada por el mafioso turco Bekir Çelenk en Bulgaria.
El Papa Juan Pablo II perdonó a Ağca públicamente durante una visita a la prisión en la que estaba encarcelado en 1983. Agca fue liberado en 2000 y deportado a Turquía, donde cumplió una sentencia de cárcel por otros delitos.
El atentado contra Juan Pablo II fue un evento que conmocionó al mundo y puso de relieve la vulnerabilidad de los líderes mundiales frente a la violencia y el terrorismo. Sin embargo, la fortaleza y el espíritu de perdón del Papa lo convirtieron en un símbolo de la resistencia pacífica y la reconciliación en tiempos difíciles.