GUANTÁNAMO, Cuba. – Este jueves se cumplen 116 años de la muerte de Máximo Gómez Báez, el Generalísimo, quien nació en República Dominicana el 18 de noviembre de 1836.
Con apenas 21 años se enroló en el ejército dominicano para combatir los intentos invasores de los haitianos, alcanzando el grado de teniente.
Cuando los españoles fueron expulsados de República Dominicana, se trasladó a Cuba, donde se licenció del ejército colonial y se vinculó a las actividades conspirativas contra la metrópoli.
Su adhesión a la causa independentista cubana fue inmediata, pues se incorporó a las huestes mambisas el 16 de octubre de 1868. Pocos días después, seguramente debido a sus conocimientos militares, Carlos Manuel de Céspedes le confirió el grado de Mayor General y le ordenó que se pusiera bajo el mando del Mayor General Donato Mármol.
Gómez en la Guerra de los Diez Años
Se le atribuye haber ejecutado la primera carga al machete de las guerras independentistas en Pinos de Baire, el 26 de octubre de 1868.
En diciembre de ese año asumió el mando de la jurisdicción de Jiguaní, destacándose por sus acciones militares en toda la región.
En agosto de 1869 recibió la orden de hacerse cargo del distrito de Holguín.
En enero de 1870 regresó a la zona de Jiguaní y en julio de ese año, tras la muerte de Donato Mármol, ocupó la jefatura de la División Cuba, que incluía los territorios de Baracoa, Guantánamo, Santiago de Cuba y El Cobre. Desde esa posición de mando libró los combates de Río Abajo, El Mijial, Pinalito, Majaguabo, El Cristal, Ti Arriba, Nuevo Mundo y La Socapa.
El 4 de enero de 1871 atacó a Guisa y en julio de ese año preparó la invasión y campaña de Guantánamo, que se extendió hasta mayo de 1872, destacándose en los combates del cafetal La Indiana, Dos Amigos y Oasis, así como en el ataque al poblado de Tiguabos, entonces principal asentamiento poblacional de Guantánamo.
Fue destituido de la jefatura de la División Cuba el 8 de junio de 1872, vinculándose a las tropas del entonces coronel Antonio Maceo y a las del Mayor General Calixto García.
El 11 de junio de 1873 Carlos Manuel de Céspedes lo nombró Jefe del Departamento Provisional del Cauto, que comprendía los territorios de Jiguaní, Bayamo, Manzanillo y Las Tunas, cargo que no ocupó debido a la muerte del Mayor General Ignacio Agramonte, siendo designado jefe del tercer Cuerpo de Ejército de Camagüey.
Durante esta guerra participó en más de 50 acciones combativas, con participación decisiva en la extensión de las acciones militares.
Fue designado por el gobierno de la República en Armas para que se entrevistara con el Mayor General Vicente García debido al suceso conocido como la sedición de Lagunas de Varona.
Cruzó la trocha de Júcaro a Morón en seis ocasiones. Curiosamente, en toda esta guerra sólo sufrió una herida leve en el cuello.
Su prestigio militar creció y se consolidó en esta contienda, al extremo de que en 1877 la Cámara de Representantes de la República en Armas lo nombró Secretario de Guerra, cargo que desempeñó desde enero a diciembre de ese año. En octubre de 1877, ese órgano lo nombró General en Jefe del Ejército Libertador, pero no aceptó el cargo.
El 6 de marzo de 1878 abandonó Cuba para dirigirse a Jamaica.
El Generalísimo en la Guerra Necesaria
A principios de 1895 Máximo Gómez fue designado General en Jefe del Ejército Libertador. Tenía 59 años.
El 25 de marzo de 1895 firmó junto con José Martí el documento conocido como Manifiesto de Montecristi, programático de la guerra revolucionaria.
Desembarcó junto con Martí y otros cuatro patriotas por Playitas de Cajobabo el 11 de abril de 1895 y en mayo de ese año celebró junto con el Apóstol y Antonio Maceo la famosa entrevista de La Mejorana, donde se analizaron los problemas fundamentales de la contienda y se definió el rumbo a seguir. Este es un suceso histórico cargado de especulaciones debido a que una de las hojas del diario de José Martí –donde presuntamente se trata su contenido– fue arrancada, aunque ha trascendido que Martí y Maceo tuvieron un desagradable enfrentamiento debido a opiniones diferentes sobre cómo organizar la lucha.
Durante la llamada Guerra Necesaria, el Generalísimo –que resultó el más excelso de sus sobrevivientes– participó en más de 82 acciones combativas.
Libró la llamada Campaña Circular en Camagüey y luego pasó a territorio villareño.
Junto con el Titán de Bronce protagonizó la campaña de la invasión hacia occidente, en la que ambos enfrentaron a fuerzas militares muy superiores en tropas y equipamiento y obtuvieron extraordinarios éxitos militares, tanto que esa campaña está considerada como una proeza militar.
En 1895 realizó una maniobra táctica de sorprendentes resultados, conocida como “El Lazo”. Mediante ella logró que los españoles trasladaran a sus fuerzas principales desde occidente en dirección a Cienfuegos mientras Gómez retomaba la marcha hacia aquella zona.
Otra campaña dirigida por Gómez, conocida como “La lanzadera”, y ejecutada en la provincia de La Habana, permitió que Antonio Maceo pudiera culminar con mayor facilidad la invasión y terminarla en Mantua, Pinar del Río.
Logrado el propósito de la invasión y luego de separarse de Maceo el 11 de marzo de 1896, Gómez regresó a la región central del país, cruzó nuevamente la trocha el 25 de junio de 1896 y combatió en Camagüey y en la zona de Santiago de Cuba, donde realizó acciones conjuntas con el Mayor General Calixto García.
En septiembre de ese año regresó a Camagüey y desde el 27 de enero de 1897 y hasta el 26 de enero de 1898 realizó la campaña de La Reforma, en la cual libró más de 25 combates.
Últimos años
Cuando concluyó la guerra realizó una marcha hacia La Habana que perdura en el imaginario popular.
Debido a discrepancias con representantes de la Asamblea del Cerro fue destituido como General en Jefe del Ejército Libertador.
A pesar de que muchos patriotas insistieron para que se postulara como primer presidente de la República, declinó la oferta y apoyó a Tomás Estrada Palma.
Se le considera un brillante maestro de la táctica y la estrategia militar y un patriota de extraordinarios valores cívicos, muy exigente con la disciplina, austero y desprendido de apetencias políticas.
Fue autor de una abundante literatura histórico-militar, cuyo ejemplo más acabado es su Diario de Campaña.
Murió el 17 de junio de 1905 en La Habana, ciudad en donde descansan sus restos.
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