GUANTÁNAMO, Cuba. – Este 14 de diciembre se cumplieron 60 años de uno de los sucesos más traumáticos de los primeros meses de la revolución, revelador de la crueldad de Fidel Castro. Me refiero al juicio y posterior condena a veinte años de privación de libertad al comandante Huber Matos, uno de los comandantes más heroicos del Ejército Rebelde, cuya participación en el suministro de armas para la ofensiva final contra la dictadura de Fulgencio Batista y su participación en la toma de la ciudad de Santiago de Cuba tuvieron una importancia decisiva.
Siendo un héroe ha sido tratado siempre por la prensa oficialista y por los historiadores subordinados al partido comunista cubano como un traidor. Sin embargo, poco –o nada- se le ha dicho al pueblo sobre en qué consistió la supuesta traición del comandante Matos.
Lamentablemente, vinculada a la acusación hecha a este heroico cubano y a su detención, está la misteriosa desaparición física del comandante Camilo Cienfuegos, un suceso sobre cuyos posteriores vínculos tampoco suele hablar el oficialismo cubano. Me refiero a la muerte del comandante Cristino Naranjo –de quien se asegura estaba investigando sobre la muerte del héroe de Yaguajay- y que fue prácticamente asesinado cerca del campamento de Columbia y a la muerte “accidental” de casi todos los escoltas de Camilo Cienfuegos. Ni qué decir acerca de que de la avioneta que trasladaba a Camilo desde Camagüey a La Habana jamás fue hallada ni la más mínima parte.
En medio de la conmoción provocada por la muerte de Camilo Cienfuegos se produjo la detención y el señalamiento del juicio al comandante Huber Matos en noviembre de 1959, a quien Fidel Castro acusó de traidor.
Durante todos estos años jamás la dictadura del partido comunista cubano ha podido presentar una sola prueba creíble que demuestre que Huber Matos estaba organizando una rebelión contra el que ya se había reafirmado como el nuevo déspota cubano.
¿Cuál fue entonces la traición de Huber Matos? Antes de responder esa pregunta hay que decir que la revolución cubana se hizo para restablecer la Constitución de 1940, celebrar elecciones multipartidistas y así regresar el país a la democracia. Es conocido que, al ir pasando el tiempo y notándose que Fidel Castro no tenía la menor intención de cumplir su palabra, empeñada y expuesta claramente en el Programa del Moncada y los Pactos de México, La Sierra y Caracas, alguien le preguntó sobre ello y que el caudillo respondió: “¿Elecciones para qué?”
Para entonces los comunistas cubanos -que habían criticado el ataque al Cuartel Moncada en 1953 y se sumaron a la lucha guerrillera a finales de 1958- se habían infiltrado en todas las estructuras del Ejército Rebelde y del recién creado Estado revolucionario.
Esa evidencia fue lo que quizás motivó la reacción del comandante Huber Matos, cuya “traición” consistió en escribirle una carta personal a Fidel Castro en la que le pedía la renuncia a su cargo en Camagüey y expresaba su deseo de volver a trabajar como maestro. Está demostrada históricamente la discrepancia de Matos –un verdadero revolucionario y demócrata- con la penetración comunista que se palpaba en todos los estratos de la sociedad cubana, hecho que fue aprovechado por Fidel Castro para acusarlo de difamación y de querer dividir las fuerzas revolucionarias.
Quien haya tenido acceso a las actuaciones seguidas durante el proceso del comandante Matos –publicados parcialmente a inicios de la revolución por la entonces llamada CTC-R (Central de Trabajadores de Cuba Revolucionaria)- podrá recordar la forma irrespetuosa, ilegal y carente de equidad con la que Fidel Castro entró en la sala del juicio y participó en el mismo. Allí, como ya había asegurado en enero de 1959 en Washington ante numerosos periodistas volvió a afirmar que ni él, ni la revolución eran comunistas y acusó a Huber Matos de mentiroso y sedicioso.
Imagino que sólo el valor que el comandante Huber Matos Huber Matos demostró en la lucha guerrillera y la simpatía de que gozaba dentro del Ejército Rebelde fue el enorme valladar que impidió que Fidel Castro le aplicara la pena de muerte. Veinte años fue la sanción final, la que cumplió totalmente.
Pero si hay un hecho que revela la crueldad de Fidel Castro para con Huber Matos y su familia no es esa sanción únicamente, ni la forma en que manipuló los sucesos y al “tribunal” que “juzgó” al guerrillero. Solo 17 meses después de aquel juicio, en abril de 1961, Fidel Castro proclamó públicamente el carácter socialista de la revolución cubana. Pare entonces ya era notoria la influencia soviética en Cuba, lo cual demostró que si había un traidor y un mentiroso fue él y no Huber Matos, quien tuvo la suficiente inteligencia para advertir lo que ocurría. Entonces Fidel Castro debió haberlo puesto en libertad, pero lo mantuvo preso.
La historia de la revolución cubana todavía no ha sido escrita con la fidelidad que seguramente algún día se logrará, cuando historiadores objetivos e imparciales indaguen con profundidad en hechos como éste y otros, como la muerte de Camilo Cienfuegos.
Los restos del comandante Huber Matos reposan en el extranjero, algún día, cuando Cuba sea de nuevo un país democrático, seguramente muchos cubanos dignos los recibirán para darle digna sepultura aquí, la que merecen los restos de todos los patriotas que como él dieron los mejores años de sus vidas para crear un mejor país para todos.
Prisión Provincial de Guantánamo
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