MIAMI, Estados Unidos.- En una conversación que duró alrededor de cinco minutos, en agosto del pasado año, el presidente de Estados Unidos Donald Trump, sugirió a sus asesores una intervención a Venezuela, dada la situación del país sudamericano, la cual se ha convertido en una amenaza para la seguridad regional.
En el momento formaban parte de esa reunión el secretario de Estado, Rex Tillerson, y el asesor de Seguridad Nacional, general H.R. McMaster, que ya no forman parte del ejecutivo estadounidense. El relato de la conversación, hasta ahora desconocido, procede de un alto cargo del gobierno familiarizado con lo que se dijo entonces, que habló bajo condición de anonimato por lo delicado del asunto, según publicó El Nuevo Herald.
Según relata el artículo, McMaster y los demás participantes le explicaron a Trump las consecuencias negativas de una invasión, que le costaría a Washington el apoyo de los gobiernos latinoamericanos, ganado con gran esfuerzo, solo para sancionar al presidente Nicolás Maduro por llevar a Venezuela por la senda de la dictadura.
La idea de la opción militar seguiría rondando por la cabeza del presidente a pesar de los intentos de sus asesores de aplastarla, y volvería a plantearla en dos ocasiones más con líderes latinoamericanos.
Después habló del asunto con el presidente colombiano Juan Manuel Santos, dijo el funcionario, y dos altos cargos colombianos confirmaron la información.
De acuerdo a la declaración, en septiembre, durante la Asamblea General de la ONU, Trump volvió más extensamente sobre el tema en una cena privada con Santos y otros tres aliados latinoamericanos, dijeron las mismas tres fuentes e informó la revista Político en febrero.
Según el funcionario estadounidense, se le dijo específicamente a Trump que no hablara del asunto, el cual tendría una mala repercusión, pero lo primero que dijo el presidente durante la cena fue: “Mi personal me dijo que no hablara de esto”. A continuación, preguntó a cada presidente si estaba seguro de que no quería una solución militar, dijo el funcionario, y añadió que cada uno respondió a Trump claramente que estaba seguro.
Finalmente, McMaster explicaría al presidente en una conversación a solas cuáles eran los peligros de una invasión.
La Casa Blanca se negó a hacer declaraciones sobre las conversaciones privadas. Pero un vocero del Consejo de Seguridad Nacional reiteró que Estados Unidos estudiará todas las opciones a su disposición para ayudar a restaurar la democracia y llevar la estabilidad a Venezuela. Bajo la conducción de Trump, Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea han aplicado sanciones a decenas de altos funcionarios venezolanos y el mismo Maduro, a los que acusan de corrupción, narcotráfico y violaciones de los derechos humanos. Washington ha aportado más de 30 millones de dólares a los vecinos de Venezuela para ayudarlos a absorber más de un millón de migrantes que han huido del país.
Para Maduro, que denuncia desde hace tiempo que Estados Unidos tiene planes militares para apoderarse de Venezuela y sus enormes reservas petroleras, las declaraciones belicosas de Trump le permitieron recuperar, aunque por poco tiempo, algo de la popularidad perdida justamente cuando se lo culpaba de la escasez de alimentos y la hiperinflación. Pocos días después de las declaraciones del presidente sobre la opción militar, Maduro envió a sus leales a las calles de Caracas para condenar la beligerancia del “emperador” Trump, ordenó ejercicios militares en todo el país y amenazó con la cárcel a los opositores que, según él, conspiraban con Washington para derrocarlo.
Semanas después de las declaraciones públicas de Trump, el profesor de economía de Harvard y exministro de planificación venezolano Ricardo Hausmann escribió una columna de opinión titulada “Día D en Venezuela” en la que apeló a una “coalición de los dispuestos” integrada por potencias regionales y Estados Unidos a intervenir y dar apoyo militar a un gobierno designado por la Asamblea Nacional, dirigida por la oposición.
Mark Feierstein, encargado de asuntos latinoamericanos del Consejo Nacional de Seguridad bajo el gobierno de Obama, dijo que una medida espectacular de Washington en Venezuela, por aceptable que sea, no forzará a Maduro a soltar las riendas del poder si no la acompaña la presión desde las calles. Además, él considera que la represión de las protestas del año pasado, que dejó decenas de muertos, ha desmoralizado en gran medida a los venezolanos, y la amenaza de más represión ha obligado a decenas de dirigentes opositores a irse al exilio.
“La gente dentro y fuera del gobierno sabe que puede hacer caso omiso de mucho de lo que dice Trump”, dijo Feierstein, ahora un asesor sénior en el Albright Stonebridge Group, acerca de las declaraciones sobre una invasión militar de Venezuela. “Lo preocupante es que generó expectativas entre muchos venezolanos esperanzados de que venga un actor externo a salvarlos”.