VILLA CLARA, Cuba.- En la tarde-noche del pasado sábado, cumpliendo 328 años de fundada Santa Clara por 18 familias remedianas, en el Teatro La Caridad de esta capital provincial, el que es considerado además como uno de los más prestigiosos del país, fue convocado premio “Fundación de la Ciudad de Santa Clara” por el Centro Del Libro y la Editorial Capiro, cuyos jueces premiaron a tres de las cuatro categorías convocadas para el 2017.
En el apartado de Cuento, el jurado integrado por los escritores Ahmel Echevarría, Ernesto Peña y Rebeca Murga, contaron mediando acta que “por la fuerza narrativa y estilística del argumento, de aparente realismo y en juego con lo absurdo/mágico para crear historias que se complementan en un universo único, se otorga el premio a Morirse no debería ser cosa de animales del santaclareño Otilio Carvajal Marrero”. Consideró además otorgar dos menciones al periodista Yandrey Lay Fabregat por El hombre que se parecía a Julio Cortázar y otros relatos y al novel narrador Nguyen Peña Puig por Evolución de las especies.
En el acápite de Poesía, los poetas Bertha Caluff, Sigfredo Ariel y Edelmis Anoceto, decidieron a coro gratificar a Bon Voyage, libro de la muy joven escritora espirituana Dalila León Meneses, “por su limpieza y coherencia conceptual, así como por la novedad al asumir el tema del viaje como una propuesta poética de gran carga simbólica”. También el claustro de la lira distinguió mencionando a la local Lissy García por su poemario Invítame a un café.
En cuanto al Teatro, el más controversial de todos los laureles por su carga de símiles y fuerza demostrativa con las que expresar los nodos de la cotidianidad en nación que se debate precisamente con fuerzas poco trasparentes pero aún representables, el tribunal que tocó evaluar a competidores e integrado por Yerandys Fleites, Carmen Sotolongo y Roberto Viña, votó unánimemente la pieza de Maikel Rodríguez de la Cruz, por su propuesta intitulada Calle G, y añadió que “posee una intensidad expresiva mediante diálogos dinámicos (…) por su crudeza, así como una eficacia teatral estremecedora en la historia de jóvenes protagonistas (…), con lenguaje cínico e ironía objetiva (…) en situaciones insólitas y relaciones conmovedoras a través de una proyección que por instantes adquiere composición documental, más el salto cualitativo al espacio insular de una Cuba Republicana en pugna (…) con los años 30 del siglo pasado, lo que promete la interacción de planos temporales en los que la confrontación resultante de esta simbiosis otorga a la obra su mejor baza, y una trascendencia que seguirá operando en el receptor/lector/espectador más allá de su lectura.
El espacio dedicado a justipreciar el género Testimonio, la última de las categorías de este certamen, quedó desierto “por las escasas participación, calidad y competitividad correspondientes en lo visto”. Así lo dejó patentado la escritora/ensayista Cira Romero, presidenta del Tribunal durante su lectura meramente informativa.