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LA HABANA, Cuba.- Las dificultades para trasladarse constituyen una de las variables de más peso en la ecuación de penurias que viven los capitalinos. Durante los últimos compases del 2016, las medidas de austeridad aplicadas a la asignación y venta de combustibles agravaron la situación.
A corto plazo, el transporte público, principal operador utilizado por los cubanos debido a la diferencia de costos respecto al sector privado, sufre afectaciones que paulatinamente limitan las frecuencias de recorridos.
“No es una sensación, el transporte empeoró muchísimo desde el verano. Las paradas están abarrotadas a todas horas y las guaguas vienen llenas”, comentó Raquel Castro, una maestra del municipio Centro Habana que, por razones económicas, no puede “fajarse” con los “almendrones”.
Según Michel Serrano, empleado de la terminal de Lawton, al calor del momento se emplean iniciativas dirigidas a resolver el problema, aunque asegura que la crisis a causa del combustible se anuncia que persistirá durante al menos seis meses más.
“Tenemos el 95 por ciento de los carros en perfecto estado, pero por falta de petróleo más de la mitad del mes solo funciona el 60 o 70 por ciento de ellos. Se levantaron las limitaciones de exceso de pasaje y aun así mucha gente se queda botada en la calle. No se puede meter La Habana en Guanabacoa”, dice Serrano.
Rodando con las cifras
En septiembre pasado, funcionarios y especialistas de la Dirección Provincial de Transporte (DPT) de La Habana, mediante el espacio informativo Mesa Redonda de la Televisión Cubana dieron a conocer en números la realidad y perspectivas del transporte.
Las estadísticas fueron brindadas, entre otros, por José Conesa González, Director de la DPT; Guadalupe Rodríguez Rodríguez, Directora de Planeamiento de la instancia y Jorge Luis Linares, Director Adjunto de la Empresa Provincial de La Habana.
De acuerdo a las fuentes, el plan diario de transportación asciende a 1 200 000 pasajeros, para cumplir la meta aproximada de 412 millones durante el 2016.
La Empresa Provincial es la principal responsable de garantizar el movimiento de los viajeros. Para ello cuenta con un parque vehicular de 858 ómnibus en explotación, de ellos 339 articulados y 519 rígidos.
Sin embargo, funcionan aproximadamente 600 ómnibus diarios, los cuales efectúan un promedio de 7 600 viajes diarios.
Dicho aporte significa la transportación de 1 100 680 personas diarias. El cumplimiento del resto del plan recae en las Cooperativas no Agropecuarias, la Cooperativa SERVIPAS, la Empresa de Transporte Escolar, los operadores TRANSMETRO y Taxi Bus pertenecientes a otras empresas estatales.
Los directivos aseveran que el mejor año del transporte capitalino fue 1984, trasladando 4,3 millones de pasajeros diarios gracias a 30 mil viajes y 1700 ómnibus en explotación. Y aun así, reflejó Linares, “se podían apreciar personas colgadas en las puertas de los ómnibus Ikarus”.
Cuando la matemática no alcanza
En el último trienio la Empresa Provincial de Transporte de La Habana experimenta una revitalización. Las inversiones incluyen la compra de más de un centenar de ómnibus y la reparación de otro grupo sobreexplotado que permanecía en los talleres.
No obstante, las acciones siguen siendo insuficientes para cubrir la demanda. Datos del último Censo de Población y Vivienda reflejan que La Habana posee una población cercana a los 2 500 000 habitantes, el 75 por ciento insertada en la masa estudiantil y trabajadora.
En los últimos dos años, la Empresa Provincial apenas pudo incrementar 600 viajes diarios y se estima que 1 600 000 habaneros, 500 mil más que los planificados, utilizan a diario el transporte público.
Sin embargo, la planificación anual se realizó acorde a los índices logrados en el mejor período del transporte capitalino.
Con el parque vehicular declarado en funcionamiento diario, se necesita que cada ómnibus realice más de diez operaciones para llegar al total de 7 600 viajes por jornada, cuando los recorridos de ida y retorno tardan generalmente más de dos horas y el horario regular del transporte público es de 6:00 a.m. a 12:00 a.m.
Un funcionario de la terminal El Eléctrico, base de las rutas de ómnibus articulados P6 y P8, pidiendo anonimato por temor a represalias declaró que de los 70 viajes diarios programados para cubrir cada itinerario, debido a roturas y recortes de combustible se efectúan menos de sesenta viajes de cada ruta.
“Por eso es que los articulados en ciertos horarios viajan con la gente colgada como racimos de las puertas”, dijo.
A la vez otro actor importante en la transportación de personas, los porteadores privados, experimentaron una “estampida” a raíz de la repercusión que tuvieron las medidas de control sobre la compra del combustible en agosto pasado.
Se calcula que los llamados “boteros” trasladaban aproximadamente 160 mil personas diarias en la ciudad.
Más medidas, y más crisis para los viajeros
En 2014 la DPT implementó un “sistema de gestión empresarial”, con el propósito de mejorar la calidad de los servicios. Tras dos años funcionando, la medida continúa en fase de prueba.
El procedimiento eliminó las alcancías de recaudación, dejando en manos de los choferes la función de cobrar los pasajes y custodiar la recolección durante los recorridos.
De manera paralela se establecieron cifras obligatorias de recaudación que oscilan de acuerdo a la ruta, y se prohibió fraccionar los importes para devoluciones a usuarios que pagaron por encima del costo del pasaje.
Una fuente consultada en la DPT, que solicitó proteger su identidad, reveló que los cambios fueron ideados “en aras de paliar los desfalcos en la recaudación de los ómnibus en la capital”, práctica a la que se refirió como “muestra de protesta de los choferes ante los bajos salarios” que reciben.
Conductores de diferentes rutas aseguran que, para evitar sanciones administrativas, habitualmente se ven obligados a completar con dinero propio las tasas de recaudación.
Asimismo, alegan que a cargo de su bolsillo queda la responsabilidad de costear las reparaciones de los vehículos, en pos de evadir las demoras excesivas en los talleres y por consiguiente la disminución del salario.
“Están los ‘ómnibus satélites’ ―transportes de las diferentes empresas estatales―, los ruteros de cinco pesos y los camiones particulares que constantemente se roban el pasaje de las paradas”, dijo un chofer de la terminal La Fortuna que se identificó como Orlando.
Adalberto Curvelo Frómeta, inspector del Ministerio del Transporte (MITRANS), comunicó que la nueva “metodología” de perfeccionamiento ha tenido un efecto bumerán.
Refiere que la imposición “inflexible” de la recaudación genera que los choferes “roben por necesidad, para cumplir los planes y por beneficio propio”. Pero, “al margen de mecanismos que controlen la recolección real de los transportes, una cosa justifica la otra y los pasajeros son quienes pagan las cuentas”.
En consecuencia, las reglamentaciones viales para la transportación de pasajeros y las leyes de tránsito sufren numerosas violaciones que, según Curvelo, son fruto del “forcejeo” entre vehículos que a toda velocidad se disputan los viajeros en el camino.
La mayoría de los clientes ilustran la situación a través de insatisfacciones. Yendri, un estudiante de preuniversitario con el uniforme sudado de correr tras la ruta P9, reflejó: “Esto no hay dios que lo arregle… cáele detrás para ir a la escuela, luego bájate donde le dé la gana al chofer de parar y para colmo, si les das un peso, nunca te devuelven el cambio y cuando reclamas o no tienes, te quieren comer”.