SAN JUAN, Puerto Rico, mayo, 173.203.82.38 -El gobierno cubano ha estado tomando medidas que apuntan a modificaciones en sus tradicionales lineamientos económicos, sociales y políticos. Son cambios forzados por la necesidad, más que por la voluntad. La cúpula gobernante ya se ve anciana, amenazada a su término por la implacable biología, al igual que lo está el régimen, ya envejecido y obsoleto ante el curso del desarrollo humano en el Siglo XXI.
En el renglón económico se destaca la permisividad de los negocios pequeños e individuales, a los cuales el régimen ha dado el nombre de “cuentapropismo”. En este ámbito también resalta la liberación del mercado inmobiliario. Respecto a la agricultura, ha distribuido tierras en usufructo a ciertos campesinos, para su uso y cultivo, reteniendo el Estado la titularidad de las mismas. Como medida financiera, la banca estatizada ha empezado a dar créditos a los ciudadanos para la reparación de sus viviendas.
Tales medidas carecen de las bases necesarias para hacerlas exitosas. Los cuentapropistas no cuentan con una infraestructura de mayoreo que les garantice el abasto regular de materias primas y productos para la venta. En adición, están sujetos a altísimos impuestos que estrangulan su capacidad de crecimiento y éxito empresarial, y por ende, fomentan la corrupción y las economías subterráneas (bolsa negra).
En el mercado inmobiliario, la carencia de registros de la propiedad y leyes hipotecarias adecuadas, fragiliza su desarrollo. La agricultura sujeta a un usufructo no garantiza la titularidad de las tierras a los campesinos, a quienes se les imponen condiciones onerosas y fuertes pagos, además de carecer de la infraestructura requerida para hacer eficiente la producción agrícola, como lo son el acceso a los mercados de fertilizantes, maquinarias agrícolas y semillas. Los créditos, por otro lado, quedan sujetos a intereses usureros para un mercado incipiente, por demás empobrecido tras cinco décadas sometido a una economía estatizada, que se caracteriza por la ineficiencia y la improductividad.
En el renglón social, resalta la flexibilización de los viajes al exterior, que permite a algunos opositores destacados viajar a otros países y retornar. El decreto de reforma migratoria añade la extensión a la permisividad de estadía en el exterior hasta veinticuatro meses, sin perder los derechos y pertenencias que los viajeros dejan tras de sí en Cuba.
La medida tiende más a obtener divisas que a reivindicar derechos ciudadanos. También cabe preguntarse hasta dónde estirará la soga del régimen con los opositores que viajan al exterior para hacer declaraciones críticas y reunirse con el exilio. De hecho, ya hay un precedente que preocupa. La Dama de Blanco Belkis Cantillo, luego que regresó de Bélgica, donde, junto a Berta Soler, recogió el Premio Sajarov de la Comunidad Europea, fue agredida en las inmediaciones de una iglesia de Santiago de Cuba, adonde se dirigía para asistir a misa.
En lo político, el primer aspecto a destacar es la presencia de los “hijos de papá” en las posiciones de poder. Al coronel Alejandro Castro, hijo y escolta personal del dictador sustituto, se le ubicó al frente de los servicios de la contra-inteligencia militar. A otra hija del dictador, Mariela Castro, se le designó como diputada al seudo parlamento, la Asamblea Nacional del Poder Popular, y se le ha permitido realizar continuos viajes al exterior (pagados por el régimen), incluso a Estados Unidos, donde, según se afirma, se reúne tras bastidores con personas del gobierno americano. Una nieta de Raúl Castro, Vilma Rodríguez Castro, también ha hecho viajes a New York. Y al Dr. Antonio Castro, hijo de Fidel, se le dio la dirección del baseball de Cuba.
Mientras, para matizar la presencia de las nuevas caras, designaron a Miguel Díaz-Canel, de 53 años, como segundo al mando (nominal) en el gobierno cubano, en una clara proyección de cambio de imagen que busca rejuvenecer, ante los ojos del mundo, la gerontrocracia que mantiene el control de los hilos del poder en Cuba.
Las ayudas de Venezuela, en petróleo y otros renglones, resultan cada día más insuficientes, en la medida que el desgaste de la economía venezolana se acrecienta, por la improductividad que su sistema genera.
Así que el régimen de Cuba busca desesperadamente zanjar la crisis económica, al tiempo que procura darle continuidad a su malogrado y envejecido sistema de poder. He ahí el origen de la inserción de los hijos de la cúpula tradicional, mientras tratan de vender a la comunidad internacional la imagen de que el régimen está cambiando, para que le retiren las sanciones económicas, tanto por parte de la Comunidad Europea como de los Estados Unidos.
Si proyectamos el curso de acción adoptado por la nomenclatura cubana, es de esperarse la implementación de nuevos cambios simulados en lo económico, lo social y lo político. No es de extrañar que en el curso de uno o dos años, veamos la apertura para inversiones de manufactura en una Zona Franca, bajo la co-dirección Cuba y Brasil, concretamente en el puerto del El Mariel, hoy bajo modernización por parte de los brasileros.
Del mismo modo, pudiéramos ver que se permita la introducción en Cuba de algunos medios extranjeros, que no sean demasiados críticos con el régimen. De hecho, ya está transmitiendo Tele Sur, una cadena controlada por el régimen de Venezuela y países del ALBA.
También, como medida de simulación de apertura política, existe la posibilidad de que la dictadura permita un auto-creado partido seudo-opositor y que se manejen unas elecciones amañadas y controladas, como las que ocurren en Venezuela, pero con mayores restricciones.
En la realidad, todas esas medidas son un montaje teatral de prestidigitación digno de llamarse “El circo de Raúl”, ya que todas resultan insinceras y superfluas. El objetivo real de la oligarquía gobernante no es cambiar el sistema hacia uno más abierto y libre, sino sobrevivir en el control total del poder, salvar sus riquezas mal habidas, y eventualmente, traspasarlo por herencia a sus vástagos.