LA HABANA, Cuba, 5 de marzo (Leonel Pérez Belette, 173.203.82.38 ) –Una medianamente concurrida misa dedicada a la recuperación del presidente venezolano Hugo Chávez se celebró el domingo en la Catedral de La Habana.
La ceremonia fue oficiada por el Nuncio Apostólico de la Santa Sede en la isla, Bruno Musaró, quien también asumió la homilía. Con anterioridad, el Arzobispo de Caracas había exhortado a la Iglesia a mostrar misericordia en la oración, en coincidencia con el tiempo litúrgico de Cuaresma.
Entre los asistentes a la misa del domingo estaban Nicolás Maduro y Bruno Rodríguez Parrilla, respectivos ministros del Exterior de Cuba y Venezuela; Eusebio Leal, historiador de la ciudad de La Habana y Caridad Diego, encargada de la poderosa Oficina de Asuntos Religiosos del politburó Comunista, entre otros funcionarios; aunque asistieron muy pocos religiosos.
Llegado el momento de la consagración del cuerpo y la sangre de Cristo, como católico practicante, me dispuse a arrodillarme en la incómoda posición que me tocó, contra el filo de un escalón. Levanté la cabeza por un momento y me llamó la atención constatar que solamente algunos miembros de la familia Chávez y una sola de las esposas de los cinco espías cubanos presos en Estados unidos, se habían inclinado ante la hostia.
En el momento más sagrado de la liturgia, los altos funcionarios de ambas naciones permanecían inmutables, de pie y en actitud arrogante, a pesar de haber sido situados en los bancos presidenciales, provistos de almohadillas. Realmente no entendí el motivo de su presencia en el lugar, si obviamente no son católicos
La misa no recibió promoción alguna en Cuba, ni en los medios nacionales, ni por parte de las autoridades eclesiásticas. No obstante, sí se convocó a la prensa acreditada y a la televisora oficialista Telesur; lo que parecía indicar que el espectáculo no fue concebido para consumo nacional.
Los bancos de la Catedral fueron llenados con becarios y militares, todos venezolanos; y resultó inusual, en esta ciudad, ver comulgar una fila de militares chavistas en completo uniforme de campaña. El público que se trajo para la ocasión fue completado con una tropa de choque de decenas de activistas paramilitares cubanos, vestidos con las camisas rojas características de los chavistas o sudaderas con los colores de la bandera venezolana