LA HABANA, Cuba, 15 de agosto de 2013, Julio César Álvarez/ www.cubanet.org.- Cuarenta y cinco reclusos de la prisión para enfermos de SIDA de San José de las Lajas firmaron una carta de denuncia contra autoridades del penal y contra las deplorables condiciones de vida que aún persisten en dicha cárcel, incluso después de que fuera inspeccionada por la Dirección de Cárceles y Prisiones en el mes de julio.
La misiva, redactada a nombre de los 45 por los reclusos Yohandry Rodríguez Rodríguez, Alaín Castillo Rodríguez, y Héctor Jesús Columbié, y enviada a “quien pueda ayudarnos” a través de la madre de uno de ellos, denuncia la pésima atención médica a los enfermos, la mala alimentación, el deterioro de la instalación, y el maltrato de los carceleros a los reclusos como los problemas más graves sin resolver.
La atención médica
“Yo llevo aproximadamente 10 meses recluido, y hasta la fecha no me han hecho los CD4, análisis fundamental en los enfermos del SIDA. Me he quejado varias veces al doctor del destacamento y no hace nada. Estoy muy atemorizado, porque en una semana ha habido cuatro muertos debido a la mala atención médica que existe en este horrible lugar”, se quejaba Héctor Jesús Columbié.
“Los médicos que trabajan en la prisión no están capacitados para tratar con pacientes de nuestra condición. Son recién graduados que cumplen el servicio social, sin experiencia alguna y mucho menos con pacientes de VIH. Hay falta de medicamentos, y cuando llegan se retrasan en llegar el paciente”.
“Aquí convivimos con enfermos de hepatitis, sarna, sífilis, gonorrea, infecciones respiratorias, tuberculosis, y otras contagiosas. A nadie le importa eso. Cuando estás muy afectado simplemente te envían al puesto médico, donde no recibes ninguna atención y cuando te complicas te trasladan al Hospital Nacional de Reclusos. Puedes morirte allí o en un hospital de la calle, como le sucedió a los difuntos Yasmany Martín, Yasdany González González, Rodolfo Ardín Calzado, Bárbaro Márquez Casanova y Alejandro Corrales Suárez, todos con enfermedades tratables y no fatales de haberlas atendido a tiempo”.
“Otros reclusos cuyas vidas corren peligro por estas negligencias son: Carlos Mauricio Escalona, Pedro Darién Farrada Pavón, Mario Sergio Mora Arocha, Dayron Peña González, Bizmar Olivera Fonseca, Yoel Carmenate y Yoel Rivas González”.
Maltrato de los carceleros
Refieren los reclusos que los carceleros “son homofóbicos, despectivos, nos repudian. Y los responsables de que esto sea así son el jefe de la prisión, Jorge Luis Castillo Castillo , Eloides Bayán Tamayo, y el segundo jefe de la unidad”.
El Jefe de orden interior, conocido por Vallán, era jefe en una prisión de máxima seguridad. Fue enviado a la prisión del SIDA de San José para “arreglarla”, que en términos carcelarios significa imponer la disciplina militar a toda costa.
“Como una de sus primeras medidas ha hecho traslados internos de reclusos en todo el penal, lo que ha traído como consecuencia que hayan puesto en un mismo sitio a dos reclusos enemistados, cosa esta que ha generado situaciones de violencia”.
Denuncian los reclusos que ante quejas sobre esta situación el jefe de la prisión, Castillo, ha manifestado que “pues que se maten, porque no voy a cambiar a nadie para otro destacamento. Lo voy a mandar para la celda de castigo y después ordenarle un traslado por mala conducta”.
Los ventiladores que tenían para atenuar el calor les fueron retirados, y decretaron la prohibición de apagar las luces de las celdas por la noche. Esto hace que se vean obligados a dormir toda la noche con dos bombillos de 110 w encendidos, un método de tortura muy utilizado en centros de interrogatorios, como Villa Marista, la sede del Departamento de Seguridad del Estado cubana.
Estado de deterioro de la prisión
En la carta los reclusos también se quejan del estado de deterioro de las instalaciones: “los techos se filtran, el cableado de la electricidad en pésimas condiciones, sin cajas, ni conexiones, por lo que se hace difícil calentar el agua para el aseo personal”.
“Celdas colectivas húmedas sin la ventilación adecuada. El agua se pone para todo el penal una o dos veces al día durante 20 minutos. Hay hacinamiento en las celdas colectivas, reclusos durmiendo en el piso”.
El alimento
“Es comprensible que no podemos pedir lo que queramos como si estuviéramos en casa, pero somos pacientes. La comida llega fría, es una cucharada de picadillo ácido, o picadillo de pescado con espinas. En varias ocasiones se han encontrado heces de ratones en el arroz, moscas en los caldos. Todo muy mal elaborado”.
Afirma la madre de uno de los reclusos que muchos internos no firmaron la carta por miedo a represalias. “En reiteradas ocasiones han recibido amenazas veladas de que no saquen más denuncias, que las autoridades de la prisión pueden resolverles el problema, pero la realidad es otra bien distinta”.