LA HABANA, Cuba.- El pasado jueves 11 de septiembre, a las 5 y 30 de la tarde, Miladys Carnel González y quien escribe esta líneas, ambas miembros de la Red Cubana de Comunicadores Comunitarios, estábamos en la céntrica esquina de L y 23, en el Vedado, donde está ubicada la heladería Coppelia, cuando un auto de policía nos vino encima, de marcha atrás.
Esperábamos el cambio de luz del semáforo; un auto patrulla de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) con el número 107, dio marcha atrás -de pronto- sin previo aviso y embistió a Miladys, dándole un fuerte golpe en la mano izquierda, que inmediatamente se le inflamó y enrojeció.
El policía conductor solo explicó que él había sonado el claxon y que nosotras no habíamos escuchado, cosa que no fue cierta, pero da a entender que para hacer algún movimiento de tránsito en la vía solo es necesario tocar la bocina, sin tener el cuidado correspondiente.
Cualquier otro chofer hubiera sido multado, o conducido a la Unidad de la PNR. Éstos siquiera hicieron el esfuerzo por llevar a Miladys al hospital para que le vieran la mano, a pesar de que era evidente el golpe. No le dieron importancia a la situación y continuaron su camino.
¿Habría que pensar que es pura casualidad?