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Septiembre 15, 1998


Entrevista al líder sindical independiente Javier Troncoso

"No estamos en contra de los inversionistas extranjeros, pero queremos que respeten los derechos de los trabajadores"

por Nancy Sotolongo León, Unión de Periodistas y Escritores Cubanos Independientes

LA HABANA, septiembre - Javier Nicolás Troncoso Aguiar nació en Ciudad de La Habana el 6 de diciembre de 1959. Es vecino de la Calle C número 13423 entre Franchi y Varela, San Francisco de Paula, en el municipio San Miguel del Padrón. De estado civil casado, tiene cuatro hijos menores.

Troncoso es el presidente de la Federación Sindical de Caballeros del Trabajo, organización que tiene un total de 505 afiliados en todo el país, y pretende, en el menor tiempo y costo posible, alcanzar una verdadera democracia y libertad, para que los obreros puedan tener un sindicato independiente que, en la medida de las posibilidades defienda los intereses de los obreros.

"La Federación Sindical ha aprovechado la coyuntura económica que vive el país para reorganizarse y aprender lo que es la economía de mercado, en la que los obreros cubanos no tienen ninguna experiencia, ya que el país lleva 40 años con una economía de comando", señaló a la UPECI el líder sindical independiente.

Además, la Federación Sindical está creando sus propios fondos, sus propios talleres, con la cobertura que tienen ahora que están autorizados los trabajos por cuenta propia. Esto les ha permitido organizar muchos talleres para darle empleo, según su capacidad, a los afiliados de la organización que se han quedado sin empleo. A los carpinteros se les ha creado talleres de carpintería, a los mecánicos se han agrupado en talleres de mecánica, y así, según la especialidad o profesión de cada cual, los afiliados encuentran apoyo en su sindicato, porque les está ofreciendo empleo y manera y forma de satisfacer las primeras demandas de su hogar, y por ende, de su familia. Debido a que el gobierno aplica cada día más leyes que exprimen al trabajador por cuenta propia con elevados impuestos, muchas veces se ven obligados a vender en el mercado negro marginal para evitar que la ganancia vaya a parar a las manos del gobierno.

"Por otra parte", añadió Troncoso, "el inversionista extranjero ha traído nuevas tecnologías al país, nos ha enseñando la parte técnica de la economía de mercado. Este es un paso de mucha relevancia, porque desde cierto punto de vista ayuda al desarrollo, a que el trabajador cubano conozca la política de la economía de mercado. Pero a su vez lo perjudica, pues se encuentra en condiciones de explotación, enriqueciendo al inversionista que viene a Cuba debido a que aquí está la mano de obra más barata del mundo. Esto es un abuso, ya que no son ellos quienes los emplean, y mucho menos quienes les paga. El estado sirve de intermediario, y expropia más de la mitad de su salario y le paga el resto en moneda nacional, moneda que no tiene apenas valor adquisitivo. Por eso, para los trabajadores cubanos ellos no resuelven ninguna situación".

Más adelante, señaló el sindicalista: "También está la resolución 18, o Ley de la Idoneidad, que es completamente arbitraria. Pero independientemente de ser una ley arbitraria, es parte de una estrategia del mismo estado para no seguir poniendo en juego sus fondos. El estado ha demostrado que no tiene fondos para mantener una economía de comando dentro de una sociedad que va avanzando a nivel de la evolución del mundo en la economía de mercado. El estado quiere implantar este sistema, pero no tiene fondos ni la técnica adecuada para prestar servicios a la población, y sin tener condiciones ni contenido de trabajo tiene que mantener a los obreros en los centros laborales, y optan por dejarlos sin empleo".

Explicó Troncos a la UPECI que también sucede que después de más de 30 años de trabajo en una empresa, simplemente por ser una persona de edad avanzada, lo declaran no idóneo, y lo dejan sin amparo económico cuando están cercanos a la edad de retiro, pues a la vez que les aplican esta ley pierden el retiro, y es un subsidio menos que el estado tiene que pagar.

"La resolución 18 también sirve", añadió, "para dejar sin empleo a todas aquellas personas que disienten de la línea oficial del régimen, o a aquellas personas que no aceptan el régimen de trabajo implantando en el país, consistente en trabajar 10, 12 y hasta 16 horas o más sin pago alguno. Los obreros no pueden protestar ni defenderse bajo ningún concepto, pues si lo hacen son declarados no confiables, y por lo tanto no idóneos. El derecho a la huelga para poder protestar y presentar demandas es una de los principales derechos de un obrero en una sociedad democrática, pero en Cuba no se puede ejercer. Esa es una de las principales razones por las que los inversores capitalistas vienen a nuestro país, pues saben que el régimen no le permite al trabajador cubano la huelga, que es la forma directa de protestar ante las arbitrariedades que se cometen con él".

Le preguntamos al líder sindical cuál sería el mensaje que le enviaría a los trabajadores cubanos, y nos respondió que les pediría que no se dejaran avasallar, que se defiendan, que busquen la manera de acercarse a los sindicatos independientes, pero que además se instruyan en los derechos que verdaderamente les concede la Constitución, los derechos laborales y humanos, y que pidan la Declaración Universal de los Derechos Humanos a cualquier activista. Que estudien el artículo 23, para que conozcan que tienen derecho a sindicalizarse y a formar sindicatos independientes, y que tienen derecho a la huelga.

Cuando le preguntamos cuál había sido la respuesta del régimen a sus solicitudes para legalizar el sindicato, sonriendo nos dijo que todos los años tienen la cortesía y el valor de presentar al gobierno, en el Departamento de Asociaciones del Ministerio de Justicia, una carta pidiendo su legalización, y jamás han recibido respuesta alguna.

"Un ejemplo de la intolerancia del régimen la tuvimos el 8 de septiembre de 1992, cuando un grupo de la CTDC (Confederación de Trabajadores Democráticos de Cuba) nos presentamos en el teatro Lázaro Peña, donde se encuentra la sede de la CTC oficialista, para darnos a conocer ante ellos y tener una conversación para presentar nuestras demandas ante la organización oficialista, y a la vez pedir que nos reconocieran como hermanos, y por este medio lograr mejores condiciones laborales y de vida para los obreros cubanos".

"Su reacción fue criminal", relata Troncoso. "Armaron con palos, cadenas y armas de fuego a las bandas paramilitares de respuesta rápida, que la emprendió a golpes con nosotros. Casi nos matan. Todos resultamos lesionados. Nos dieron patadas en el suelo... fue un horror. Esta fue la respuesta que dio el régimen a una petición completamente pacífica".

Su mayor aspiración es que se logre resolver la situación de nuestra patria, para poder alcanzar una verdadera democracia y libertad, pero además le hace un llamado a los inversionistas extranjeros que se encuentran en nuestro país para que tomen en cuenta el factor humano, el trabajo y sacrificio de los trabajadores cubanos, de los padres de familia, y que no le hagan el juego al régimen que los explota, pues se están convirtiendo en sus cómplices.

"No estamos en contra de los inversionistas foráneos en nuestro país, pero queremos que respeten los derechos de los obreros, que los empleadores le paguen directamente a sus trabajadores sin que el régimen sirva de intermediario, y que se priorice a los naturales cubanos".
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