LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Pedro Hernández de 85 años, jubilado y militante del Partido Comunista, fue uno de los tantos milicianos que alzaban sus fusiles en la esquina de 23 y 12, el 16 de abril de 1961.
Cuenta que, cuando Fidel Castro proclamó en aquel acto el carácter socialista de la revolución, algunos de sus compañeros bajaron súbitamente las metralletas, se miraron entre sí, y alguien exclamó: “¡Sí esto es comunismo, no cuenten conmigo!”.
Explica Pedro: “Mi batallón no combatió en Girón, pero nos pusieron a custodiar la costa norte. La gente estaba dispuesta a pelear por la patria, pero no por el socialismo. Sí alguien dice lo contrario, está mintiendo”.
Con 21 cañonazos, ascensos, medallas y actos de recordación, fue celebrada la proclamación del carácter socialista de la revolución cubana. Pero los cañonazos ni siquiera se escucharon en las proximidades de las calles 23 y 12, donde Fidel Castro pronunció la tristemente célebre arenga hace 51 años.
El día fue idéntico a otro cualquiera, con el mismo tráfico de peatones y los antiquísimos automóviles circulando, envueltos en nubes de humo. En la pizzería Cinecittá, el capitán, vestido de cuello y corbata, hacia pasar a los clientes. En la cafetería La Pelota, los comensales bebían y comían sentados en las mesas.
La tarja de bronce con el relieve de Fidel Castro y los milicianos, enclavada en una columna del edificio Sarrá, donde estuvo situada la tribuna desde donde habló Castro aquel aciago día, permaneció ignorada, por los que desafiando el peligro de derrumbe que ofrece hoy el inmueble, se instalaron en sus portales para cobijarse del sol mientras esperaban la guagua.
Algunos veteranos de Girón aparecieron en la TV narrando anécdotas que hablaban de bombazos, vuelos rasantes, heridos, muertos, todo sazonado con la consabida heroicidad del comandante en jefe, quien –según los veteranos entrevistados– “Compartió la misma suerte que ellos”.
Pero José Antonio, de 74 años, impugna la supuesta hazaña de Castro. Él alega que custodió una residencia de la calle Loma, en la barriada del Nuevo Vedado, donde Fidel Castro y Sergio del Valle, durmieron a piernas sueltas toda la madrugada del 19 de abril de 1961, mientras los milicianos combatían en las arenas de Playa Girón.
José Antonio, argumenta que a las 1:00 de la tarde, tras un suculento almuerzo, Fidel Castro salió de la casa, abordó un Oldsmobile 1960 y se fue. “Cada vez, que lo veo en la televisión, subiendo y bajando del tanque, tengo que aguantar la risa”—expresa —“él fue a robarse show después de los tiros”.
Mayito, hoy tiene 67 años, pero tenía 16 cuando ocurrieron los sucesos de Bahía de Cochinos. Vestido de miliciano y con una subametralladora checa, custodió las rampas de la ciudad Deportiva, donde permanecieron apresados centenares de los llamados “elementos desafectos a la revolución”.
Él fue testigo de cuando los zapadores minaron la instalación y su jefe dijo: “Si las cosas marchan mal en Girón, tengo ordenes de volar el edificio con toda esa gente adentro”. Medio siglo después, Mayito se lleva las manos a la cabeza y comenta: “¡Que clase de crimen hubiéramos cometido!”.
La invasión de Playa Girón fue el recurso de Fidel Castro para catapultar la instauración de una dictadura totalitaria de retórica marxista. Pero 51 años después de arengar al pueblo para defender “La revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”, muy cerca de 23 y 12, alguien se atrevió a colgar un cartel que decía: “Los corruptos vienen a desalojar a esos humildes”.