LA HABANA, Cuba -La noche en Buenos Aires había caído sobre la ciudad y la gente comenzó a llenar los bulevares, las tiendas y los restaurantes. La democracia recién descubierta me acompañó a pie por Marcelo T. de Albear hasta el hotel, a solo una cuadra de la plaza de San Martín, por el ascensor hasta la suite, donde me esperaba la gran cama y los 77 canales de televisión.
Pero el timbre del teléfono me hizo bajar corriendo al lobby, Gabriel Salvia, director de CADAL, me buscaba para llevarme a una sesión del Senado, celebrada en aquel momento en el palacio, y había concertado mi entrada a presenciar un debate.
La sencilla razón de, ¨Un cubano que debía presenciar un debate de más de un partido¨, nos abrió todas las puertas y enseguida estuvimos sentados en un estrado de la planta alta, asistiendo al debate sobre la Estatización de la universidad privada ¨Madres de la plaza de mayo¨, viendo a los senadores de diferentes bandos en pugna.
El director de CADAL me instruyó brevemente de la situación. Las bancas que estaban vacías en aquel momento eran del oficialismo, que ya había utilizado la palabra y abandonaron el salón para no escuchar a los partidos de la oposición, pero también para que no existiera quórum para las decisiones.
Presté atención a lo que decían los oradores y me hice un dibujo del problema. Se acusaba a la universidad ¨Madre de las plazas de mayo¨, de malgastar fondos y desviarlos, según fichas que mostraban, y las cifras, 30 millones expoliados, más de un centenar de juicios por causas de cheques expedidos y manejos turbios de fondos.
En un segundo de trance pensé que estaba en Cuba y entraría de pronto por la puerta la Seguridad del Estado al recinto, a llevarse preso a los incriminados.
La senadora Morandini, en una alocución que estremeció al auditorio, narró cómo había perdido un hermano, desaparecido cuando la dictadura militar, recordando el gran dolor y la angustia de las familias que también sufrieron la pérdida de seres queridos y era una vergüenza nacional hoy, tener que estatizar esa universidad que representaba su lucha, y asumir sus deudas, y para más burla, bautizarla con el nuevo nombre de ¨ Instituto de los Derechos Humanos¨.
Hablaron varios senadores más y me convencieron que un problema muy grave trataba de tapar el estado con aquella salvación, de las heroicas madres de la plaza de mayo, que habían asombrado una vez al mundo con su entereza.
Presidía la sesión el Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, que no prestaba atención a lo que se hablaba allí y jugueteaba con su teléfono. De vez en cuando atendía a una asistente, echando la silla para atrás.
Cuando concluyeron las intervenciones se llamó a votación. Entraron a la sala los senadores oficialistas y todos los bancos quedaron llenos. La pizarra situada en alto marcó el quórum requerido y se procedió a la votación, que ganaron los oficialistas, y donde el estado se hizo cargo de la universidad en ruina.
Le pregunté a Gabriel cómo era posible, que una senadora que había hablado en contra de estatizar la universidad, terminó votando a favor, y me contestó.
–Seguramente cómo vio la votación perdida, negoció su voto con el oficialismo, para convenirlo más tarde en el apoyo a otro proyecto, tal vez de mayor importancia. Esa es la democracia.