LA HABANA, Cuba -Desde el 1 de octubre, los estudiantes universitarios cubanos alternan sus estudios con el trabajo como profesores de secundaria básica y preuniversitario. Es una nueva medida conjunta del Ministerio de Educación y el Ministerio de Educación Superior para insertar a estos jóvenes sin experiencia como parche desesperado del gobierno para contrarrestar la deserción de las aulas de maestros y profesores.
Antes fueron los llamados Maestros Emergentes, jovencitos, casi niños, preparados a la carrera para impartir clases. Algunos sin vocación ni aptitud para la enseñanza se alistaban en estos planes para evadir el Servicio Militar Obligatorio.
Este nuevo disparate será una tarea difícil para los universitarios, en su doble responsabilidad como estudiantes y docentes, aunque los centros les prometan adecuar asignaturas, horarios, cantidad de grupos, remuneración, y se les ajuste el perfil, según ciencias o letras. Para lograr su objetivo, las autoridades emplearon contra ellos la imposición implícita y la obligación social y política.
Tampoco estos estudiantes universitarios, en su rol de maestros, están exentos de los mismos problemas que sufren sus alumnos. Según declaró recientemente Rodolfo Alarcón Ortiz, ministro de Educación Superior, este organismo, “enfrenta el deterioro acumulativo de los inmuebles y equipamientos de las universidades, mal estado de las residencias estudiantiles, deficiente conectividad a internet y crisis del transporte”. El ministro obvió cualquier esperanza de aumento salarial. Y además señaló como muy baja la incorporación a las universidades.
En realidad el problema educacional comenzó en el país en 1959, año del triunfo fidelista, cuando se echaron abajo los cimientos que sustentaban la prestigiosa educación cubana.
Se nacionalizó la enseñanza y confiscaron todos los bienes, muebles e inmuebles de centros privados. La enseñanza pasó a ser laica y politizada por ideas comunistas. Los padres perdieron el derecho a escoger el tipo de enseñanza de preferencia para sus hijos.
Un golpe fue la tristemente recordada Depuración (expulsión) de Profesores experimentados. Unos, acusados de relacionarse o tener simpatías con el régimen anterior; otros, por no declararse partidarios del nuevo gobierno.
Otro factor que siempre ha conspirado contra la estabilidad del magisterio han sido los bajos salarios. La gran crisis económica de los años 90 -Período Especial- proyectó una masiva fuga de maestros y profesores hacia sectores más remunerativos como del turismo, el comercio. Otra nueva escapada de maestros y profesores se produjo con la re-apertura, en 2008, de los negocios por cuenta propia. Además, muchos educadores han abandonado el país y son numerosos los que se jubilan sin tener relevo asegurado.