LA HABANA, Cuba (Cuba Sindical) – El gobierno presenta un listado para “optar” por oficios. No importa que corresponda o no al gusto del educando. Al gobierno interesa asegurar futuras necesidades de fuerza de trabajo en los municipios.
Roberto Peña, de 15 años, residente en Alamar, Habana del Este, terminará el noveno grado en los días próximos. Lee con desgano el listado de oficios y con desgano tacha opciones. “Me da lo mismo. ¿Para qué? No aparece lo quiero estudiar”. Ninguna de esas carreras ofrecidas eran del interés del escolar. Muchos condiscípulos estaban en la misma encrucijada. “¿Por qué nos embullaron en los Círculos de Interés Vocacional en secundaria básica y escuelas de oficios?”
Las ofertas no cuadran con los intereses de muchos adolescentes, que tendrán que resignarse con marcar Mecánica automotriz, Trabajadora social, Tornería, Agronomía, Enfermería, Carrera militar, que no a todos atraen.
Roberto finalmente puso cruces, resignado, en cinco casillas para completar las opciones de continuación de estudios. Serán los ministerios de Educación y del Trabajo los que decidirán el futuro del escolar.
La frustración será patente en septiembre, terminadas las vacaciones de verano e iniciado el nuevo curso, cuando el joven esté en el aula con otros condiscípulos. Escuchará clases que les parecerán poco interesantes, aburridas. No será buen estudiante, o desertará, mientras algunos de sus compañeros lleguen a interesarse por los contenidos, y hasta terminen identificándose.
Lamentable es que pocos profesores ayuden al educando a prepararlo en las opciones de estudio que más se acerquen a sus aptitudes y gustos. Duele a la nación cada joven talento que se frustra, o deserta de la enseñanza por el cerrado diapasón de ofertas. O espeta: “Total, con cualquier ‘bisne’ (negocio) en que me meta, o trabajo por cuenta propia, ganaré en pocas horas o pocos días el dinero que ganaría en un mes de trabajo para el Estado”.
Tampoco hay dirigentes de empresas o políticos que se acerquen por las escuelas a incentivar a los futuros trabajadores. Luego hay padres que crean confusión en su prole, incitándolos a escoger carreras u oficios en el sector turístico o de la gastronomía, que les dé más dinero, aunque les trunquen la vocación. O espoleándolos a no estudiar, no “quemarse las pestañas”.
Dedicados al trabajo por cuenta propia, aunque pierdan capacidad intelectual, cultural, científica, de investigador en bien propio y de la humanidad, terminan muchos estudiantes. Penoso es el declive del entramado social. Ganar mucho dinero honestamente nunca será malo, tampoco ser trabajador por cuenta propia -un tanto más libre que el atenazador trabajo estatal-, pero da tristeza el el desaliento, la frustración, que se adueña de gran parte de la sociedad, particularmente de adolescentes y jóvenes.