En Cuba, que hasta 2019 había reportado algunas de las menores tasas de crímenes violentos en el hemisferio occidental, las cosas están cambiando. No solo existe un incremento de la violencia, documentado a través del periodismo independiente e incluso los datos oficiales; sino que esta es cada vez más letal y más misógina.
Mujeres que denunciaron a sus agresores mueren en sus manos, sin que la Policía les auxilie. La Policía, que arresta disidentes solo por gritar consignas, no ha atendido denuncias de violencia que más tarde resultaron en feminicidios y otros crímenes letales.