Nuevos fracasos del deporte cubano

Mal presagio para el desempeño de Cuba en los próximos compromisos internacionales, sobre todo en la cita olímpica de París 2024
Deporte cubano
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LA HABANA, Cuba. – Dos de los deportes con que cuenta Cuba para afrontar los importantes compromisos internacionales más inmediatos ―los Centroamericanos de San Salvador, los Panamericanos de Santiago de Chile y, sobre todo, las Olimpiadas de París en el venidero 2024― muestran resultados que dejan mucho que desear. 

Uno de esos deportes es el judo. Una especialidad que a partir de la Olimpiada de Montreal 1976 siempre le había aportado medallas a Cuba en las más importantes competencias internacionales experimenta ahora una sequía de galardones que mucho inquieta al deporte castrista. 

En el campeonato mundial que se acaba de celebrar en la ciudad de Doha, Qatar, Cuba culminó su actuación sin medallas, algo similar a lo que había ocurrido hace dos años en el Mundial de Budapest. 

En esta ocasión las máximas figuras de Cuba realizaron actuaciones muy por debajo de lo que se esperaba de ellas. El judoca Iván Silva tuvo que conformarse con el quinto lugar en su división, mientras que Andy Granda se vio relegado a la séptima posición. En la rama femenina, la campeona olímpica de Londres 2012, Idalis Ortiz, no llegó a competir debido a una lesión en uno de sus hombros. 

Evidentemente, el judo cubano extraña los tiempos en que el fallecido entrenador Ronaldo Veitía conducía a las atletas de la Isla a los primeros planos de este deporte a nivel internacional. 

Por otra parte, el boxeo, calificado por la propaganda castrista como “el buque insignia del deporte cubano” acaba de naufragar en el campeonato mundial que tuvo como sede a la ciudad de Taskent, capital de Uzbekistán. 

Cuba llevó a esa cita un equipo completo de 10 peleadores con la aspiración de retener el primer lugar por países que había conquistado hace dos años en Belgrado. Sin embargo, se tuvo que conformar con la cuarta posición en el medallero, por detrás de Uzbekistán, Kazajistán y Rusia. 

Aquí lo más significativo fueron las derrotas de los boxeadores mejor ranqueados de la escuadra cubana, los que se fueron del evento sin medallas. Son los casos de Lázaro Álvarez, Arlen López, Roniel Iglesias y Julio César la Cruz. Todos participantes ya en el circuito profesional, y que ahora nada pudieron hacer en representación de la Isla. 

Mención aparte para el engreído Julio César la Cruz, elegido recientemente como diputado al Parlamento castrista. Cuando el árbitro de la pelea levantó el brazo de su oponente, La Cruz esbozó una sonrisa irónica, como burlándose de los jueces que adoptaron esa decisión. Al parecer, él y los que lo encumbran en la Isla creían que nunca podría ser derrotado. 

Y para colmo de males, el único medallista de oro de la delegación cubana, Yoenlis Hernández, abandonó al equipo durante una escala en Panamá de regreso a Cuba. De golpe y porrazo el castrismo se queda sin su mejor boxeador, y sin los 200.000 dólares que Hernández obtuvo como premio en la competencia.  

Para concluir con este recuento de nuevos fracasos del deporte castrista echemos una mirada a la reciente edición del Torneo de Ajedrez “Capablanca in Memoriam”, escenificado en el Salón de Embajadores del hotel Habana Libre. 

Ya es costumbre de los organizadores no invitar a jugadores de primer nivel internacional, con el objetivo de que los ajedrecistas cubanos puedan desempeñarse con éxito. Atrás quedaron los tiempos en que por este evento pasaron estrellas como Boris Spassky, Robert Fischer, Bent Larsen, Mijail Tal, Vassily Smislov y tantos otros. 

No obstante, y a pesar de repetirse ahora esa estrategia, los cubanos, en general, fueron relegados a las últimas posiciones. El ganador del evento fue el joven danés de 18 años Jonas Buhl Bjerre; en segundo lugar quedó el brasileño Alerxandr Fier. Solo Luis Ernesto Quesada ―tercer puesto― ocupó un lugar en el podio en representación de Cuba. El resto de los ajedrecistas cubanos ocuparon los últimos lugares en la tabla de posiciones. 

Es que, en resumidas cuentas, el deporte es también un reflejo de la crisis general que abate a la sociedad cubana. 

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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