Febrero 3, 1999
Informaciones de la Agencia Lux Info Press / Villa
Clara
146 aniversario del nacimiento del Apóstol
SANTA CLARA, 1 de febrero (Dr. Armando Issac Ocaña, Info Press) - Reconocemos el
nacimiento de un hombre insigne de nuestra patria; inspirados en su labor patriótica,
recordamos y reflexionamos como periodista en los últimos instantes de su vida, profundizando
paradójicamente en la violenta transición que da el 20 de mayo aniversario de
independencia, al día 19 que señala la muerte de Martí. Por qué no
rendirle el mayor homenaje respetando su recuerdo glorioso, en vez de apoderarse de sus bellas
frases filosóficas para los menesteres demagógicos.
Experimentamos cierta prevención hacia el uso constante de los pensamientos del Apóstol.
Apenas escucho a un hombre contarlos con frecuencia, sospecho que los tiene demasiado a flor de
labios, que no llegó a someterlo al proceso analítico de su vigencia en el alma, que
surgieron al aire o al papel con la inconsistencia que los produce el papagallo. He aquí un
reparo que suele hacerse a los políticos logreros a los que llevan y traen las altísimas
percepciones de nuestro Apóstol en son de señuelo y de respaldo de sus propósitos
inconfesables.
Tal observación aplicada sin distinción es de todo punto inadmisible, pues son
minorías los que evocan a Martí con aviesos fines y componen afortunadamente el mayor
número los que los recuerdan con el sagrado ardor patriótico de fijar en la conciencia
nuestra, la conciencia nacional las virtudes extraordinarias que engrandecieron la existencia de
nuestro hombre imperecedero. El empeño de recordar a José Martí no es en Cuba
mimetismo palabrero como en prédica negativa se ha dado sin efecto del poder seductivo y
emocional, aleccionador consolador que producen sus doctrinas en otras personas.
Esto, por supuesto ha dado lugar a que en nuestros días un estadista del Caribe ha
calificado al comandante como el león de las Américas y tenga cuidado con el verdadero
rey de la selva que es el tigre representativo del pueblo que en su oportunidad dará el
debido zarpazo al león.
Aceptemos pues, que los pícaros citan y toman como escudo su nombre, lo cual dicho sin
paradoja y de ninguna otra forma constituye también un modo de honrar también al mártir
de Dos Ríos, porque implícitamente lo reconocen como cifra y compendio de las altas
virtudes que necesitan aparentar. Aceptemos igualmente que los hombres de cultura, cuando más
depurada la poseen, con más referencia lo citan y ensalzan, convencidos como lo estamos
nosotros los periodistas, disidentes y opositores de que muy raramente en escritores de habla española
hallarán nuestro más cuantioso y variado de pensamiento de valor universal, tan bella
y profunda concebida y con tanta brevedad y ternura expresada.
Tenemos que llegar de una vez al convencimiento de que José Martí no es uno más
en ninguna de las cuestiones que trate y menos de las éticas, de las cuales el Apóstol
llega a ser un maestro excelente. Martí revalora las categorías morales e infunde
nueva esencia al ser humano y nos da ánimo para realizarla con dignidad, con verdadera
dignidad y sin ningún género de temores. Un hombre que se cultiva, un hombre que se
levante por sí propio, es el más alto de los reyes, de los gobernantes y puede mirar
como inferiores a todos esos vanos diplomáticos que no hallan vencidos tanto como el Apóstol.
Esa es mi meta, esa es nuestra meta, esa es la meta de nuestro pueblo.
La vida humana es un sacerdocio y el bienestar egoísta constituye una resultante apostasía;
no es un mérito hacer el bien sino un crimen dejar de hacerlo, el deber del hombre virtuoso
no está en el egoísmo de cultivar la virtud en sí sino que falta a su deber el
que descanse hasta que la verdad no haya triunfado entre los hombres.
Martí, por el desinterés que fue ley de su vida atiende más a los deberes
del individuo que a sus derechos, a este insólito calor humano se debe cada día que se
sume mayor número de almas a la enternecedora adoración del mártir de Dos Ríos
y con el único fin de dar una verdadera democracia y libertad a nuestro pueblo.
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