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Febrero 1, 1999
El 60 aniversario de la CTC
por Carmelo Díaz Fernández, Agencia de Prensa Sindical
Independiente de Cuba
LA HABANA, febrero - Del 25 al 28 de enero del año en curso, la
Central de Trabajadores de Cuba, CTC, cumplió sesenta años de su
fundación, lo que trae como consecuencia que vengan a nuestra mente
momentos de honor, civismo, de lucha y demanda y que costaron, en algunas
ocasiones, las vida de verdaderos líderes sindicales y de otros, que
sufrieron encarcelamiento y hasta destierro, por sus ideas en favor de la clase
obrera cubana.
En la Cuba republicana y democrática nunca hubo discriminación
ideológica para los dirigentes obreros de aquella época. Lo mismo
se podía ver en las altas esferas de la dirigencia sindical cubana a
comunistas como Lázaro Peña y Jesús Menéndez; a un
liberal como Eusebio Mujal Barniol, y hombres de profundo arraigo democrático,
como Prisciliano Falcón, Angel Cofiño, Armando Zamalea, Conrado
Rodríguez, y otros no menos brillantes, que integraron aquella pléyade
de sindicalistas cubanos.
Muchas fueron las conquistas alcanzadas en aquella época en favor del
obrerismo cubano, porque hay que señalar que históricamente los
sindicatos en Cuba sirvieron para alcanzar muchos beneficios, mediante la
obtención de mejoras salariales, mayores garantías contra el
desempleo, e incluso, promover iniciativas legislativas, como aquélla que
fijó la jornada de ocho horas, el derecho a vacaciones pagadas, la creación
de las cajas de retiro y la formación de poderosas y autónomas
organizaciones gremiales, que fueron ejemplo y guía para los trabajadores
cubanos y latinoamericanos.
Sin embargo, el panorama sindical actual, y desde hace cuarenta años,
es sombrío, ya que se le ha introducido la implacable y siempre represiva
presencia del estado, creando un conjunto de insalvables contradicciones que
constituyen cadenas que estrangulan a la clase obrera cubana.
En las actuales estructuras, nosotros, los sindicalistas independientes, no
nos sentimos representados por la oficialista CTC, debido, entre otras cosas, a
su carácter antidemocrático. Consideramos que la CTC oficialista
no es en realidad una organización obrera, ni un foro de propuestas y
alternativas sindicales, y sí un apéndice del gobierno y el
partido comunista para servir a un régimen totalitario.
Con todo este estado de cosas, no cabe duda de que se han deteriorado las
condiciones de vida de los trabajadores cubanos. Estamos en nuestro más
elemental derecho cuando reclamamos un espacio en la prensa escrita, la radio y
la televisión, para que nuestras demandas sean escuchadas y, a su vez,
para aportar nuevas ideas y proyectos vigentes en el mundo laboral actual, y que
el trabajador cubano desconoce.
Consideramos que el gobierno cubano debe respetar su propia constitución,
así como la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su
artículo 23, inciso 4, que declara que las personas tienen derecho a
fundar sindicatos en defensa de sus intereses.
Las barreras de las intolerancias deben ser superadas. El abismo que
representó la ideología marxista, afortunadamente desechada por la
humanidad, por sus conceptos históricos y económicos erróneos,
significó un fatal precipicio, en cuyo borde vivió gran parte de
la humanidad.
El gobierno cubano no quiere comprender que ese abismo fue superado, y
pretende vivir de espaldas a la realidad democrática que el nuevo orden
económico, social y político está construyendo en el mundo.
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