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Noviembre 4, 1998
La corrupción en Cuba
Por Rafael Peraza Fonte, Corresponsalía Villa Roja
ARTEMISA, 3 de noviembre - En Cuba los altos funcionarios no son corruptos,
lo que quiere decir que los corruptos son los de menos jerarquía. Esos,
todo el mundo los conoce y su modo de vida así lo muestra. Pero yo me
pregunto: ¿por qué existe la corrupción?, ¿quién
la genera?, ¿de dónde surgió?, ¿cuáles son los métodos
para eliminar esa corrupción y por qué se tiene que estar siempre
luchando contra este mal, que es peor que la tuberculosis o el sida? ¿Será
porque nuestra enfermedad tiene antecedentes crónicos y no se atacó
este mal a tiempo?
A mi juicio, esta corrupción que comparamos con una enfermedad
mortal, se debe a que es una enfermedad contagiosa, y este contagio entra por la
vista y por los oídos, lo que hace que el pueblo no tema enfermar, pues
en la enfermedad encuentra parte de su supervivencia, y aunque por dentro tengan
el alma carcomida y corrompida, lo que les interesa es el buen semblante y sus
intereses. Así al menos lo demuestran cuando muchos dicen: "Aquí
lo que hay es que vivir, allá los bobos que piensan que les van a dar
algo. A esto lo que hay es que cogerle la vuelta, y cuando tengas que gritar
consignas revolucionarias, largar la lengua por el tronco para poder mejorar más".
Y no importa a quién hay que gritar. Se gritan vivas a nuestro
comandante. Se le gritaron vivas a todos aquéllos que nos visitaron del
antiguo bloque socialista. Y también le gritaron a Juan Pablo II. Y no sólo
eso, se hizo un corito que decía: "Juan Pablo Segundo, te quiere
todo el mundo".
Así estamos los cubanos. Una gran mayoría con una doble moral,
engañándose a sí mismos, pensando que así resuelven
el problema. Pero por dentro, sienten el deseo del cambio, y algunos me han
dicho: "Peraza, es peor esta enfermedad que la muerte". A los que he
respondido: "Para acabar los males hay que ir a sus raíces. Y la
mejor manera de acabar con todo es la libertad política, económica
y social. Mientras exista el totalitarismo y la economía centralizada, el
país sigue para el abismo".
Los cubanos del exilio no son magos. Somos los mismos cubanos, con la
diferencia de que ellos viven en libertad y pueden desarrollarse, y nosotros no
tenemos otra opción.
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