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La coartada

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - No hace falta ser nigromante -ni cubanólogo, que es más o menos lo mismo- para saber de antemano que las nuevas licencias que se otorgarán aquí a los trabajadores por cuenta propia, serán selectivas, e insuficientes desde todo punto de vista.

Entre los rasgos más patéticos de nuestra dictadura sobresale el hecho de que no puede permitir que una porción del pueblo mejore su situación económica mediante el esfuerzo individual, pues ello pone en evidencia la incapacidad del Estado socialista (así le llaman) como propiciador de “bienestar” igualitario para las mayorías.   

Que la gente mejore sus condiciones de vida a través del esfuerzo propio y de la iniciativa sin tutelas, es uno de los ejemplos que más inquieta a los caciques de Cuba.

Al punto que al igual que aquel gracioso perfeccionador del socialismo dijo que la corrupción es la verdadera contrarrevolución (sin reparar en que corrupción y revolución hacen rimas perfectas en la Isla), también podría afirmarse que el progreso económico por cuenta individual es visto por ellos como una acción subversiva. 

Existen ya las experiencias del primer mercado “libre” campesino y de la relativa “liberación” de una pequeña parte de nuestras fuerzas productivas en los años noventa. Y bien se ha visto lo mal que les sentó el ensayo en ambos casos, por más utilidades políticas que les saquen, culpándolos de lo que llaman “las diferencias sociales” que se acentuaron aquí, según ellos, en los últimos años.

Ahora, al igual que en aquellas ocasiones anteriores, se ven obligados, por imperativo de sobrevivencia, a incrementar de algún modo el trabajo por cuenta propia. Y también como antes, es presumible que lo hagan apretándose la nariz.

Sin embargo, en este caso demuestran haber hecho algo que no está en su estilo: aprender de la experiencia. No por gusto el énfasis de Raúl Castro anunciando –como parche antes de que surja el hueco- la implantación de un nuevo régimen tributario para impuestos sobre los ingresos personales y las ventas.

La coartada es que quienes se incorporen al trabajo por cuenta propia deberán contribuir con sus aportes, forzados por ley, a la seguridad social de toda la población, es decir, lo que no puede hacer el régimen más allá de sus discursos.

Pero en la concreta, el verdadero objetivo de este nuevo sistema tributario seguramente es impedir que los frutos del esfuerzo individual vuelvan a imponerse como un mal ejemplo dentro del cacicazgo cuyos jerarcas, como bien sabemos, basan su poder en la pobreza general y en la debilidad de sus dominados.

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