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Acordonados y con el libro a cuesta

Odelín Alfonso Torna (PD)

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Con el libro de Fidel Castro, La contraofensiva estratégica, de amuleto en su equipaje de mano, partieron hacia Taipéi los peloteros cubanos que participan en la XVII edición de la Copa Intercontinental de Béisbol.

Con mellas en la moral deportiva e ideológica, después de tres reveses en el torneo premundial y preolímpico celebrado recientemente en Puerto Rico, la dirección histórica de la revolución va por otro intento de rescatar la primacía mundial en esta disciplina.

Dado que lo típico es ver a un team de béisbol cubano viajar acordonado por oficiales de Seguridad del Estado, miembros del Comisión  Nacional de Béisbol y entrenadores, conjunto “multidisciplinario” que triplica la nómina de peloteros, no creo que éstos se recreen con el capitalismo de la próspera Taipei.  

Los aficionados se preguntan cuál fue el motivo de la exclusión del capitán del equipo nacional, el jardinero Frederic Cepeda, luego de que éste regresara del preolímpico que tuvo como escenario a un Estado libre, asociado al enemigo histórico de la revolución cubana. Como suele pasar con los voceros oficiales, los pormenores del asunto aún están por “aclararse”. Sólo esperan que parcas notas de prensa bajen del “nivel superior”.

Aunque los comentaristas deportivos de la prensa plana como Raiko Martín, Sigfredo Barros, Harold Iglesias o Luís López Viera, quisieran hurgar en el tema, deben reservar sus facultades para cuando la orientación llegue con nombre y apellido. Lo real es que hasta hoy prima el silencio en los medios.

Mientras se engrasan los resortes de la declaración oficial, las especulaciones toman posición en una afición, por norma, ávida de información. Sobre Frederich Cepeda y el pitcher derecho Pedro Luís Lazo, glorias deportivas, ambos cuestionados por ausentarse varias horas de la delegación cubana en Puerto Rico, pesa la acusación de “traición a la patria”.

Como se ha dado a conocer por medios de prensa extranjeros, no faltaron los ataques físicos y verbales entre los comisarios del deporte y los peloteros implicados en la trifulca. De ahí se desprende la ya marcada indisposición de los peloteros cubanos por ese acoso perenne que sólo da margen a pifias dentro del terreno o a matutinos sobre el orden político e ideológico del día.

Obviamente, dígalo quien lo diga, este calificativo de “traición” fue sólo un dictamen extraoficial. Estoy seguro que al término de la evaluación en la comisión disciplinaria del béisbol revolucionario, todo quedará en una simple indisciplina, incluida la sanción que por algunos meses los excluirá de la gran carpa, eso si antes no logran izar velas hacia el profesionalismo.

Intento comprender -y no soy el único- por qué la sospecha de deserción, el intercambio no autorizado con la prensa extranjera o la ausencia temporal de un jugador, califican como “traición a la patria”, más cuando en una delegación sumamente presupuestada los peloteros imprescindibles primero tienen que ser confiables. ¿Acaso estos episodios pueden considerarse una suerte de test ideológico?

No creo que Frederich Cepeda o Pedro Luís Lazo tuvieran la intención de desertar al menor descuido de sus guardaespaldas en Puerto Rico. Oportunidades no les faltaron. Tampoco que prefieran ahora echar su suerte sobre embarcaciones que crucen el estrecho de Florida en busca de las Grandes Ligas, como sucedió con los peloteros capitalinos Orlando el Duque Hernández, Kendry Morales, Yadel Martí y Yaser Gómez, atletas que tuvieron ante sí los cuestionamientos que hoy pesan sobre Cepeda y Lazo.

En Taipéi se juega la última Copa Intercontinental y Cuba, máximo laureado en estas justas, irá por su título número 11. Eso depende en gran medida de las secuelas de un malestar contraído en tierra boricua. También de cómo ande la lectura del libro de Fidel Castro, o de si alguien se toma la atribución de dar una vuelta por la prospera ciudad.

odelinalfonso@yahoo.com




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