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Iniciación fatal

José Alberto Álvarez Bravo

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - A sus dieciocho días de nacida, Nanda de las Mercedes no puede comprender la desagradable sustitución del pezón materno por un biberón de látex, encargado de suministrarle una leche también muy diferente a la que disfrutó los tres días posteriores al momento en que un bisturí le allanara el camino al paraíso del proletariado. El mismo bisturí que le permitió iniciarse como una nueva ciudadana cubana, también la inició en el aciago oficio de huérfana de nacimiento.

Cuatro días antes de su nacimiento, Nanda puso a correr a la familia, para que la  madre, Idelma Rodríguez, llagara a tiempo al hospital materno Ángel Arturo Aballí. Una vez en manos de los facultativos, ya nada podía temerse, dadas las garantías de vivir en un país declarado potencia médica mundial; pero la cesárea practicada a Idelma no culminó positivamente, y Nanda quedó huérfana junto a sus tres hermanos.

Idelma Rodríguez, técnica en Seguridad Social, había aportado tres varones a la decreciente población cubana; los tres por la vía de la cesárea. Es práctica habitual en estos casos ligar las trompas para impedir nuevos embarazos. Idelma confió en la eficacia de su ligadura, pero los síntomas de su cuarto embarazo eran inequívocos. Una vez que sintió a la nueva criatura en su vientre, añoró verla crecer y desarrollarse. ¿Y si era al fin una hembrita? En efecto, las pruebas de ultrasonido revelaron el añorado regalo divino.

El 20 de septiembre de 2010, Idelma fue ingresada, a punto de parir. El 24 la sometieron a la cesárea, y el 27 le dieron de alta, a pesar de haber sufrido desmayos en el hospital y tener la hemoglobina en 8. Ya en su casa, en horas de la tarde, su vientre se inflamó, como si estuviera embarazada. Vomitó y fue regresada de urgencia al hospital, donde la sometieron a una colostomía y una traqueotomía. En estado crítico, fue trasladada al hospital Nacional, donde los médicos mantuvieron durante doce días un infructuoso duelo con la muerte.

Idelma no pudo cumplir treinta y cuatro años, ni cargar a su deseada bebita. ¿Quién paga por esta negligencia médica?




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