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Círculo vicioso

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Es posible que, por su rango, la señora Graziella Pogolotti pueda resolver algunas de las dificultades que obstaculizan el normal desempeño de la Fundación Alejo Carpentier, entidad cultural que ella dirige, en calidad de Presidenta. Su reciente queja, publicada en el periódico Granma, confirma una vez más el fatal e interminable ciclo de falta de urbanidad, descontrol, y un sinnúmero de indisciplinas, que lejos de atenuarse continúan expandiéndose y consolidando su vigencia en el país.   

Según explica la destacada intelectual en su carta dirigida al director del diario, Lázaro Barredo, “con cierta frecuencia se nos suspende intempestivamente el servicio eléctrico durante toda la jornada laboral, sea porque se están podando los árboles o porque se acometen reparaciones en las líneas, siempre sin advertencia previa”.

La repetición de los cortes energéticos, complica o invalida las comunicaciones con el mundo exterior, elemento indispensable para cumplir a cabalidad el contenido de trabajo de la emblemática fundación.

Al dirigirse a las oficinas donde trabaja el personal encargado de elaborar las órdenes para realizar las correspondientes reparaciones al tendido eléctrico, la señora Pogolotti describe algunos pormenores del difícil acceso al lugar. Posteriormente señala que la recepcionista la atendió mientras deglutía un pedazo de pan y quien podía explicarle sobre el origen de las reparaciones sin previo aviso, estaba en la panadería de la esquina. “Al regreso repartió el pan y por fin me dio la razón de lo ocurrido sin dejar de mascar el mencionado alimento”, explica la afectada.

Durante el tiempo de espera, la eminente ensayista y profesora universitaria tuvo que escuchar la verborrea banal y chocante de un hombre que despechaba a diestra y siniestra historias de doble sentido.

Es muy difícil escapar de estos mundos marcados por la grosería, el irrespeto al prójimo, la pérdida de valores y de un sinfín de situaciones que van de lo grotesco al absurdo.

Una anécdota proveniente del hospital Calixto García, contiguo a la Universidad de La Habana, también sirve de muestra para poner en perspectiva el nivel de irracionalidad que en este caso pone en peligro la vida de seres humanos.

Hace unos días, trasladar a una paciente a la sala Torralba, luego de ser operada, se convirtió en una odisea. Como no existe elevador, el traslado debe hacerse por la escalera. El sobrepeso de la señora fue el acicate para la protesta de los dos enclenques camilleros que se resistían a llevar el cuerpo de 200 libras, aun bajo los efectos de la anestesia, hasta su cama situada en unos de los cubículos del segundo piso.

Por fin decidieron recabar la ayuda de varias personas que se encontraban por los alrededores. Para colmo la camilla no tenía ruedas, y al llegar a la sala hubo que depositarla en el piso, con su contenido, hasta que apareciera la enfermera.

Tanto los contratiempos que malogran la eficiencia en la Fundación Alejo Carpentier, como la estremecedora escena dentro de los predios del hospital Calixto García, son indicadores de la  descomposición del sistema.

Es muy probable que ni la influencia de la señora Pogolotti pueda horadar el muro de la indolencia y el desparpajo. Lo más sensato es pensar que seguirá soportando las dificultades denunciadas.

El blindaje del círculo vicioso generador de éstos y otros percances, no menos ridículos, es a prueba de cualquier intento de solución de los problemas que nos agobian.    

oliverajorge75@yahoo.com 



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