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Ineficiencia sobre ruedas

Osmar Laffita Rojas

LA HABANA, Cuba, octubre (www.cubanet.org) - Hace más de dos años, el trasporte en La Habana era caótico. Se podía permanecer en una parada  hasta tres horas sin que pasara un ómnibus. La situación llegó a tal extremo que las personas optaban por regresar a sus casas y no ir al trabajo, o dejar para otra ocasión lo que iban a hacer.

Muchas rutas de ómnibus desaparecieron. Sólo circulaba el metro bus conocido como “camello”, llamado por el pueblo “la película del sábado”, debido a que en su interior, en medio del hacinamiento,  reinaban el lenguaje soez, la violencia y el sexo.

Para paliar la crisis, el gobierno compró 500 ómnibus articulados en China, Bielorrusia y Rusia. Con la entrada paulatina de esos vehículos se inauguraron nuevas rutas, 16 en total, conocidas como  las P, que llegan al 90% de los barrios de la capital.

El cambio fue ostensible. En el primer año, la espera en una parada de ómnibus  no sobrepasaba los 10 minutos, y en algunas rutas hasta menos. Hubo un alivio, se podía llegar  puntualmente al trabajo y desapareció la agonía a la hora del regreso a casa. Las familias retomaron las salidas de los fines de semana, la angustia y zozobra de ir y volver desaparecieron. Todo apuntaba a que la situación seguiría mejorando a medida que el tiempo trascurriera. Pero una vez más se cumple el popular entre los cubanos: “La alegría en casa del pobre dura poco”.

En estos momentos están paralizados cerca de 300 de esos nuevos ómnibus. Se conoce por comentario de chóferes, inspectores, o Radio Bemba (que es la principal fuente de noticias en Cuba), que esto se debe a la carencia de piezas de repuesto y gomas.

A estas deficiencias hay que sumarle la inestabilidad de los chóferes, debido a los bajísimos salarios, las multas impuestas y los despidos por robarse parte del dinero recaudado de los pasajeros.

Cuando los ómnibus están rotos, los choferes no tienen trabajo y pierden, lo más importante, el “estímulo” del dinero robado, o los vueltos no entregados a los pasajeros, que puede sobrepasar los mil pesos mensuales, mucho más que su salario.

Hay terminales como las de Santiago de las Vegas, Alamar y San Agustín, en que prácticamente todo el parque está paralizado, al extremo que hay días que trabajan  5 ómnibus articulados de 15 planificados. Eso ocasiona que los pasajeros tengan que esperar una hora y más. La situación se torna más desesperante  en horas de la tarde, que es cuando más se incumple, regularmente, con la frecuencia de los viajes.

El descontrol reinante en las terminales, se ha desatado el vandalismo entre los trabajadores. A muchos ómnibus les han robados la luces interiores, las bocinas y los extractores.

Sería difícil recurrir a la gastada historia del embargo norteamericano para explicar la nueva debacle del transporte público habanero. Los vehículos fueron comprados en “países amigos” y destruidos en menos de dos años por la incompetencia de nuestros funcionarios y la inviabilidad innata de nuestro sistema de gobierno. No obstante, nuestros caciques encontraran como echarle la culpa será al “bloqueo”.

ramsetgandhi@yahoo.com




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